LOS PAPELES DE PANAMÁ: ASÍ SE LLEVÓ A CABO LA MAYOR FILTRACIÓN DE LA
HISTORIA DEL PERIODISMO
370 periodistas de 76 países, 109
medios de comunicación involucrados, 25 idiomas de trabajo y 2.600 GB de
información: así se han gestado los Papeles de Panamá, el mayor ejemplo de
periodismo de investigación que se recuerda.
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Principios de 2015, Munich
(Alemania). Bastian Obermayer y Frederik Obermaier, periodistas del
Süddeustsche Zeitung, reciben una filtración anónima con documentos del
despacho de abogados panameñon Mossack Fonseca. Entre el material que reciben
hay correos electrónicos, escrituras legales, certificados bancarios,
fotocopias de pasaportes, declaraciones juradas, facturas… Los periodistas
comienzan a revisar el material y encuentran nombres relevantes. Pero tienen
entre manos más de 11 millones de documentos fechados entre 1977 y 2015,
una cantidad excesiva para dos periodistas e incluso para un único medio. De
hecho, los archivos que poseen superarán los 2,6 terabytes (2.600 gigas):
es 2.300 veces más grande que los documentos que recibió Wikileaks hace cinco
años, cuando filtró unos 200.000 cables diplomáticos.
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“Cuando nos dimos cuenta de que
habíamos encontrado algunas buenas historias internacionales, entendimos que se
quedarían sin contar a menos que compartiéramos los datos”, explica Bastian
Obermayer. Por eso, en abril de 2015 una delegación del ICIJ (Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación) visitó la redacción del Süddeutsche Zeitung para
reunirse con los dos periodistas alemanes y recibir varios discos con
información. En ese momento se puso en marcha la maquinaria que, un año
después, ha dado lugar al Panama Papers: la mayor filtración de la
historia del periodismo.
Para llegar hasta aquí ha sido
necesario más de un año de trabajo coordinado desde la sede del ICIJ,
ubicada en Washington DC (Estados Unidos).
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Pero en esta historia hay muchos
protagonistas y decenas de equipos humanos: en Madrid y Costa Rica comenzaron a
realizar la primera revisión de los datos entregados al ICIJ.
La periodista española Mar Cabra, los ingenieros Rigoberto Carvajal y Miguel
Fiandor, y el desarrollador Matthew Caruana-Galizia lideraron la tarea. En
paralelo, y desde Washington, la subdirectora del Consorcio, Marina Walker
Guevara, se fue reuniendo con periodistas de distintos medios para que se
unieran al mastodóntico proyecto.
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El 30 de junio de 2015 unos 30 periodistas
llegados desde distintos puntos del planeta se reunieron durante dos días en
Washington para acordar una agenda de trabajo y recibir los primeros
documentos. Durante dos meses fueron rastreando los archivos en busca de
nombres, datos, fechas y material que pudiera revelar información interesante.
Pero para llegar a descifrar el contenido de los documentos era necesario crear
una estructura de limpieza de datos: el ICIJ puso en marcha hasta 35
servidores para rastrear la información y clasificarla. Después, se creó una
aplicación web de alta seguridad usando Linkurious para subir
toda la información y facilitar la relación entre los distintos documentos de
forma automática, como si fuera un buscador de Internet. Ahí es donde los
periodistas involucrados irían subiendo los datos que limpiasen,
creando una gigantesca base de datos estructurada que permitiera acceder
al instante a los documentos filtrados. Una labor de clasificación e
interrelación inédita en la historia del periodismo.
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Sin embargo, se estaba trabajando con
información muy sensible, por lo que el ICIJ se esmeró con las medidas de
seguridad: cada vez que un periodista accedía a Linkurious, todos sus
movimientos quedaban registrados y eran monitorizados en tiempo real. Además,
toda la información de la plataforma estaba encriptada, así como la
comunicación entre los profesionales que trabajaban en el proyecto.
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En septiembre de 2015 una nueva
reunión, esta vez en Munich, llevó a 70 periodistas a poner en común los datos
que habían conseguido rastrear. Es ahí donde se comenzaron a gestar las
primeras historias y donde se establecieron grupos de trabajo de cara a la
publicación de los contenidos filtrados. Pero las fechas de publicación se iban
retrasando por un sencillo motivo: el Süddeutsche Zeitung recibía
periódicamente nuevos paquetes con información adicional.
En menos de un año,
el ICIJ actualizó hasta en cinco ocasiones la base de datos, llegando a añadir
más de un millón y medio de documentos a los recibidos en un principio. Es
entonces cuando se puso la fecha que escribe un nuevo capítulo en la Historia
del Periodismo: 3 de abril de 2016, el día elegido para la publicación
simultánea de las filtraciones en los distintos medios de comunicación que han
participado, entre los que se encuentran The Guardian, la BBC, Le Monde,
Univisión o los españoles El Confidencial y La Sexta.
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Los documentos publicados identifican
214.488 entidades (empresas, fundaciones y fideicomisos) y 14.153 clientes
del bufete Mossack Fonseca, un pequeño despacho de abogados que lleva
desde los años 70 operando en Panamá y que, pese a ser poco conocido, parece
ser bastante poderoso en el país. Son datos de gran relevancia por las
implicaciones políticas (hay 12 expresidentes de distintos países y 61
familiares asociados a ellos, además de 128 políticos), económicas
(hasta 29 personas que aparecen en la lista de Forbes también están
en los documentos filtrados), bancarias (podría haber hasta 500 bancos
involucrados) y nacionales, porque estos documentos podrían demostrar una
masiva evasión de impuestos en algunos casos, algo que la Justicia deberá
determinar. Por el momento, la Fiscalía panameña ya ha abierto una investigación a Mossack Fonseca, cuyo cofundador ya ha renunciado a su cargo de ministro
consejero del Presidente de Panamá.
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En España la Fiscalía
también investigará de oficio a todos los nacionales que aparezcan en los
documentos filtrados, algo que las Autoridades de Australia, Nueva Zelanda y el
Reino Unido también harán, aunque desde la Asociación Española de Asesores
Fiscales y Tributarios explican que este tipo de sociedades no son ilegales en sí mismas, por lo que es necesario analizar caso
por caso para determinar si sus titulares o participantes tributaron previamente
en sus países de origen. En cualquier caso, todo esto es sólo el principio:
durante las próximas semanas, los medios participantes en la filtración irán
desvelando nuevos nombres y publicarán más documentos.
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Esta masiva filtración gracias al
trabajo coordinado de cientos de periodistas resalta el valor del periodismo de
investigación como herramienta para conocer la realidad que se oculta tras
complicados muros levantados por empresas, gobiernos e instituciones. En un
momento en el que la mayoría de las cabeceras occidentales están bajo mínimos
(con el perjuicio que eso causa a la investigación, que requiere esfuerzo,
tiempo y dinero), estos trabajos coordinados demuestran la importancia de
invertir en este tipo de productos informativos y lo necesarios que siguen
siendo los periodistas y los medios como garantes de la libertad de
información. Puede que cambie el modelo y que ahora sea necesaria una coalición
de medios a nivel global para poder alcanzar temas que hace unos años podría
haber realizado un solo medio, pero incluso con ese modelo, la prensa se hace
más poderosa y gana herramientas para seguir investigando y publicando aquello
que muchos quieren tapar. Bienvenidos al periodismo del siglo XX
.
(*) El autor es investigador en la Universidad Complutense de Madrid
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