PRIMARAS EN EE UU
CLINTON Y TRUMP
DAN IMPORTANTE SALTO EN NUEVA YORK
Las urnas confirmaron en Nueva York lo que dijeron las encuestas y
tanto Hillary Clinton, demócrata, como Donald Trump, republicano, salieron
victoriosos.
“La carrera por la nominación está en la recta final y la victoria se
divisa”, proclamó Hillary Clinton ante una eufórica concurrencia.
Casi 45 minutos después de cerrarse los colegios a las nueve de la noche,
la alegría estalló en el hotel Sheraron. Los gritos de “Hillary, Hillary,
Hillary” apagaron el ruido de la música disco. Había fiesta después de la jornada de incertidumbre por el tremendo despliegue realizado por Bernie Sanders y los
incansables seguidores del senador por Vermont.
En su discurso recordó que en esta carrera ha logrado más votos que
nadie, por encima de los diez millones. “No sólo hay que diagnosticar
problemas, hay que afrontarlos desde dentro”, dijo como un dardo contra su
rival de partido. Pero buscó la concordia: “Hay más cosas que nos unen de las
que nos separan”, indicó.
Hillary Clinton necesitaba
ganar con claridad. Sanders ha empañado mucho su prestigio con una campaña
estas últimas jornadas de un marcado tono amargo, sumamente crítico y directo a
la yugular.
En principio, los primeros resultados indican un margen amplio, dentro
de los dos dígitos, de unos quince puntos. Los expertos consideraban que si el
senador por Vermont perdía por menos de diez puntos eso se interpretaría como
una pequeña victoria.
En ese supuesto, su andadura continuaría con la misma energía y descaro.
Pero el margen logrado por Clinton, pese a que no va a provocar la bandera
blanca, si que rebajara sus expectativas y, sobre todo, carga las baterías de
la autoestima entre los “clintonianos”.
Pero, pese a la contundente victoria, Sanders se llevará una buena
cantidad de avales debido a las normas de reparto. Sin embargo, su margen
requiere casi un milagro y debería hacerse con el 68% de los delegados que
quedan por atribuir. Si se suman los súper delegados, Clinton cuenta con 1.862
avales (por 1.161 del senador) y la nominación está en 2.383.
En el campo republicano
A diferencia del Sheraron, el jolgorio arrancó a la nueve
en punto, a unas pocas manzanas, en la Trump Tower. La victoria del magnate se
confirmó de inmediato. En su caso no había dudas.
“No queda mucha más carrera por delante”, dijo en su discurso de la
victoria.
El aspirante más genuinamente neoyorquino –titulo que le disputaban Sanders
y Clinton- y también el más divisivo, arrasó entre los votantes republicanos.
Los conservadores de su estado le adoran tanto como le rechazan los
progresistas.
A pesar de su arrasadora victoria entre los suyos, en algunos distritos
de la ciudad resultaba difícil dar con alguien que apoyara a Donald Trump. O bien por
pura coincidencia –cerca de una treintena de interrogados, en tres diferentes
colegios-, o simplemente porque el voto al magnate es el voto oculto.
Para el inmobiliario y showman resultaba esencial ganar por goleada a
Ted Cruz y John Kasich. Al hacerse con más del 50% de los votos, el magnate no
sólo da un golpe de fuerza y pega un puñetazo sobre la mesa, sino que además se
hace con la práctica totalidad de los 95 delegados. Al menos 84. Ahora ya suma
840, por 559 de Cruz y 146 de Kasich. La cifra de 1.237 marca la barrera de la
nominación.
De esta manera, los intentos del establisment
de descabalgarlo en la convención de
julio, en Cleveland, se complican de una manera importante.
En las encuestas a pie de urna, siete de cada diez republicanos
indicaron que el elegido debe ser el que logre más votos en las primarias. Pero
John Kasich, que lleva un pésimo récord –sólo ha ganado en su estado, en Ohio,
se mantiene en la senda. Por si acaso, por si en Cleveland hay río revuelto y ganancia de pescadores.
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