AYLWIN DESCANSA EN PAZ
FUNERALES DE PATRICIO AYLWIN AZÓCAR EN EL CEMENTERIO GENERAL
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El
funeral de Estado de Patricio Aylwin concluyó
este viernes en el Cementerio General
de Santiago, luego de tres días de duelo nacional y un paso histórico
por la la Municipalidad de Providencia, la sede de la Democracia Cristiana, el
Palacio de La Moneda, y la Catedral
Metropolitana.
La
jornada comenzó a eso de las 10 AM con la llegada de las autoridades a la
Catedral, quienes debieron presentarse media hora antes del inicio de la misa,
lo que no fue respetado por todas.
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Durante
el oficio religioso, a cargo del Arzobispo de Santiago, Ricardo Ezzati, la presidenta Michelle
Bachelet se ubicó en los asientos delanteros, junto al presidente del Senado,
Ricardo Lagos Weber, el presidente de la Corte Suprema, Hugo Dolmestch y el
presidente de la Cámara de Diputados, Osvaldo Andrade. Detrás se sentaron los
expresidentes Frei, Lagos y Piñera con sus esposas.
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Durante
la ceremonia, el cardenal Ezzati entregó de forma póstuma a Patricio Aylwin la Cruz del Apóstol Santiago. Era la primera
vez que el reconocimiento se entregaba de esta manera.
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Miguel
Aylwin, hijo de Patricio Aylwin, agradeció durante un discurso a los ciudadanos
que entregaron sus respetos a la figura del expresidente y recordó una frase
que emitió su padre hace pocos días: “Lo más lindo que me ha pasado en la vida
es Leonor”.
La
misa concluyó a las 12:49 horas, tras lo cual se inició el cortejo fúnebre a
través de la Avenida La Paz hacia el Cementerio General, encabezado por la Escolta Presidencial Granaderos.
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Cuarenta
floristas realizaron un homenaje durante el paso de Aylwin: 20 de la Pérgola de
las Flores y 20 de la Pérgola San Francisco lanzaron pétalos de rozas sobre la
carroza.
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El
exministro de Aylwin, Enrique Krauss;
el exsenador DC Renán Fuentealba;
la presidenta de la DC Carolina Goic y
la presidenta de la República, Michelle
Bachelet; pronunciaron los últimos discursos en una ceremonia que partió
con la interpretación de “Va, pensiero” de la ópera Nabucco, de Verdi,
interpretada por la Orquesta Municipal de Santiago. La misma pieza se escuchó también a la llegada de Aylwin al
Estadio Nacional tras asumir como presidente de la República.
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Los
discursos estuvieron marcados por el recuerdo de Aylwin como un pilar de la
reconstrucción de la democracia.
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En
la instancia destacaron las palabras
de Carolina Goic, quien señaló: “Yo creo que es el momento en que los
políticos pidamos perdón. Perdón por no haber actuado a tiempo. Perdón por los
abusos de poder. Perdón por las faltas a la ética”.
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Luego,
la bandera nacional que cubrió
el ataúd durante los tres días, fue entregada a la viuda Leonor Oyarzún de manos de la presidenta de la República,
mientras se interpretaba parte del Réquiem de Mozart.
El discurso de la Presidenta
La Presidenta, en su intervención en el cementerio, dijo: "Hemos perdido a un gran chileno.
Un hombre de Estado como hay pocos, protagonista de momentos trascendentes de nuestra historia; un líder cercano a su pueblo.
Las miles de personas que lo han acompañado, y que hoy día lo despiden con un sobrio respeto, lo saben: su figura encarna la recuperación democrática, el trabajo incansable por reconciliar a Chile consigo mismo y el inicio de un camino de paz, cuando más se le necesitaba.
Ese chileno esencial es al que despiden los hombres y las mujeres de su país, don Patricio.
Eminente abogado y profesor universitario; dirigente político y senador de especial gravitación; jefe de su partido; Presidente de Chile.
Qué mejor síntesis de una vocación pública plena y cumplida, de un hombre de su tiempo, hijo del siglo XX, que eligió servir a la Patria antes que a su propio interés y que hizo de la sencillez, su sello inconfundible.
El Presidente Aylwin sabía, lo supo siempre, que al Estado se llega a servir. A servir a Chile; a servir a su gente.
Que los cargos, las dignidades, los honores, son siempre pasajeros; y sólo queda la grandeza de la República y la dignidad de sus compatriotas y ciudadanos.
Le tocó vivir tiempos difíciles y agitados. Tiempos de grandes luchas y transformaciones, y también decisiones difíciles. Tiempos que también trajeron ruptura y dolor.
El desencuentro de quienes creían en la ampliación de la democracia, tuvo un altísimo costo para Chile.
Pero Patricio Aylwin vivió con dolor permanente ese fracaso de su generación. Pero tuvo también la humildad y la visión para extraer de esta experiencia traumática, la lección adecuada.
Por eso propició y defendió con porfía la unidad y el reencuentro de los demócratas, el diálogo entre los partidarios del cambio social, pero también con sus adversarios políticos.
Un diálogo en el que, por cierto, nunca escondió sus convicciones más profundas.
Puso su trabajo, su carácter y su sabiduría al servicio de la reconciliación entre los chilenos.
El Presidente Aylwin asumió la representación entera de la Nación para pedir perdón por los crímenes de la dictadura.
Y quiero decirles que para mí fue muy importante. Yo sentí un cierto bálsamo a mis heridas, como persona, por lo que había vivido mi familia.
Pero quiero hoy día, entonces, en representación de la Nación entera, agradecer al Presidente Patricio Aylwin Azócar, su coraje, su humildad y su entrega a la democracia chilena.
Don Patricio, Chile no olvidará nunca su esfuerzo por dejar sentados los cimientos del reencuentro nacional, ni su voluntad para convertir nuestra memoria en legado moral para el Nunca Más.
Su legado y su visión, sin embargo, no se detienen allí. Don Patricio impulsó y dio forma a un entendimiento político que ha sido determinante en el devenir del país durante el último cuarto de siglo: la convergencia de los demócratas en una acción común.
Y este encuentro ha sido la base de toda una cultura política y ha sido también el fundamento de Gobiernos que dieron a Chile estabilidad y progreso. Hoy se proyecta al futuro para ofrecer a la ciudadanía horizontes de creciente justicia y desarrollo.
Ésa es la magnitud de su herencia; ésa la contribución de este hombre bueno a nuestra historia".
"Don Patricio:
Sé, y sabemos, que la suya es una herencia viva; que plantea exigencias al presente, pero también al futuro que estamos construyendo. Y ella nos interpela en nuestras responsabilidades como líderes y representantes políticos.
Es la exigencia de actualizar el diálogo social y político a las condiciones de hoy.
La exigencia de hacer de la unidad el fruto de una pluralidad reconocida y valorada como tal.
La exigencia de innovar y escuchar a la ciudadanía para que nuestros logros democráticos y sociales sean perdurables.
La exigencia ineludible de superar los viejos y nuevos rostros de la desigualdad, el egoísmo y la falta de sentido de comunidad, esos que ni el humanismo cristiano ni el humanismo laico pueden tolerar.
Y, finalmente, la exigencia de ser protagonistas de una política renovada. Esa entrega y esa valentía que ayer crearon la unidad contra la dictadura, hoy reclama integridad ética y espíritu de servicio para poner a los ciudadanos, sus anhelos y temores, como el único norte de nuestro quehacer.
Como usted nos decía en el Estadio Nacional y al país el 12 de marzo de 1990, “el Chile que anhelamos, el Chile por el cual tantos, a lo largo de la historia, han entregado su vida, el Chile libre, justo, democrático. La Nación de hermanos”.
Aquí estamos, Presidente Aylwin, para tomar, renovar y proyectar la unidad de los demócratas.
Y es lo que nos piden los chilenos y chilenas. ¿Acaso el masivo cariño que el pueblo le expresa a don Patricio, no significa también la demanda a sus líderes de hoy de sencillez y compromiso con las necesidades ciudadanas? Sí, don Patricio, eso significa, y a eso todos estamos comprometidos".
"Querida Familia Aylwin, amigas y amigos:
Don Patricio parte como antes lo hicieran Eduardo Frei Montalva, Radomiro Tomic, Bernardo Leighton, Gabriel Valdés, Jaime y Fernando Castillo Velasco.
Servidores de la Patria, democratacristianos ejemplares.
Nosotros hoy despedimos a don Patricio y le rendimos los honores reservados a esos compatriotas ilustres, que se levantaron por sobre las contingencias de su época, hicieron historia y supieron entregarnos una lección de generosidad, de humildad, de sencillez y de amor por Chile.
Presidente Aylwin, hombre justo, hombre bueno: descanse en paz".
Un hombre de Estado como hay pocos, protagonista de momentos trascendentes de nuestra historia; un líder cercano a su pueblo.
Las miles de personas que lo han acompañado, y que hoy día lo despiden con un sobrio respeto, lo saben: su figura encarna la recuperación democrática, el trabajo incansable por reconciliar a Chile consigo mismo y el inicio de un camino de paz, cuando más se le necesitaba.
Ese chileno esencial es al que despiden los hombres y las mujeres de su país, don Patricio.
Eminente abogado y profesor universitario; dirigente político y senador de especial gravitación; jefe de su partido; Presidente de Chile.
Qué mejor síntesis de una vocación pública plena y cumplida, de un hombre de su tiempo, hijo del siglo XX, que eligió servir a la Patria antes que a su propio interés y que hizo de la sencillez, su sello inconfundible.
El Presidente Aylwin sabía, lo supo siempre, que al Estado se llega a servir. A servir a Chile; a servir a su gente.
Que los cargos, las dignidades, los honores, son siempre pasajeros; y sólo queda la grandeza de la República y la dignidad de sus compatriotas y ciudadanos.
Le tocó vivir tiempos difíciles y agitados. Tiempos de grandes luchas y transformaciones, y también decisiones difíciles. Tiempos que también trajeron ruptura y dolor.
El desencuentro de quienes creían en la ampliación de la democracia, tuvo un altísimo costo para Chile.
Pero Patricio Aylwin vivió con dolor permanente ese fracaso de su generación. Pero tuvo también la humildad y la visión para extraer de esta experiencia traumática, la lección adecuada.
Por eso propició y defendió con porfía la unidad y el reencuentro de los demócratas, el diálogo entre los partidarios del cambio social, pero también con sus adversarios políticos.
Un diálogo en el que, por cierto, nunca escondió sus convicciones más profundas.
Puso su trabajo, su carácter y su sabiduría al servicio de la reconciliación entre los chilenos.
El Presidente Aylwin asumió la representación entera de la Nación para pedir perdón por los crímenes de la dictadura.
Y quiero decirles que para mí fue muy importante. Yo sentí un cierto bálsamo a mis heridas, como persona, por lo que había vivido mi familia.
Pero quiero hoy día, entonces, en representación de la Nación entera, agradecer al Presidente Patricio Aylwin Azócar, su coraje, su humildad y su entrega a la democracia chilena.
Don Patricio, Chile no olvidará nunca su esfuerzo por dejar sentados los cimientos del reencuentro nacional, ni su voluntad para convertir nuestra memoria en legado moral para el Nunca Más.
Su legado y su visión, sin embargo, no se detienen allí. Don Patricio impulsó y dio forma a un entendimiento político que ha sido determinante en el devenir del país durante el último cuarto de siglo: la convergencia de los demócratas en una acción común.
Y este encuentro ha sido la base de toda una cultura política y ha sido también el fundamento de Gobiernos que dieron a Chile estabilidad y progreso. Hoy se proyecta al futuro para ofrecer a la ciudadanía horizontes de creciente justicia y desarrollo.
Ésa es la magnitud de su herencia; ésa la contribución de este hombre bueno a nuestra historia".
"Don Patricio:
Sé, y sabemos, que la suya es una herencia viva; que plantea exigencias al presente, pero también al futuro que estamos construyendo. Y ella nos interpela en nuestras responsabilidades como líderes y representantes políticos.
Es la exigencia de actualizar el diálogo social y político a las condiciones de hoy.
La exigencia de hacer de la unidad el fruto de una pluralidad reconocida y valorada como tal.
La exigencia de innovar y escuchar a la ciudadanía para que nuestros logros democráticos y sociales sean perdurables.
La exigencia ineludible de superar los viejos y nuevos rostros de la desigualdad, el egoísmo y la falta de sentido de comunidad, esos que ni el humanismo cristiano ni el humanismo laico pueden tolerar.
Y, finalmente, la exigencia de ser protagonistas de una política renovada. Esa entrega y esa valentía que ayer crearon la unidad contra la dictadura, hoy reclama integridad ética y espíritu de servicio para poner a los ciudadanos, sus anhelos y temores, como el único norte de nuestro quehacer.
Como usted nos decía en el Estadio Nacional y al país el 12 de marzo de 1990, “el Chile que anhelamos, el Chile por el cual tantos, a lo largo de la historia, han entregado su vida, el Chile libre, justo, democrático. La Nación de hermanos”.
Aquí estamos, Presidente Aylwin, para tomar, renovar y proyectar la unidad de los demócratas.
Y es lo que nos piden los chilenos y chilenas. ¿Acaso el masivo cariño que el pueblo le expresa a don Patricio, no significa también la demanda a sus líderes de hoy de sencillez y compromiso con las necesidades ciudadanas? Sí, don Patricio, eso significa, y a eso todos estamos comprometidos".
"Querida Familia Aylwin, amigas y amigos:
Don Patricio parte como antes lo hicieran Eduardo Frei Montalva, Radomiro Tomic, Bernardo Leighton, Gabriel Valdés, Jaime y Fernando Castillo Velasco.
Servidores de la Patria, democratacristianos ejemplares.
Nosotros hoy despedimos a don Patricio y le rendimos los honores reservados a esos compatriotas ilustres, que se levantaron por sobre las contingencias de su época, hicieron historia y supieron entregarnos una lección de generosidad, de humildad, de sencillez y de amor por Chile.
Presidente Aylwin, hombre justo, hombre bueno: descanse en paz".
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