ECONOMÍA Y FINANZAS
LA DESIDIA DE LOS GOBIERNOS
PARA TERMINAR CON LA OPACIDAD FINANCIERA EN LOS PARAÍSOS FISCALES
Los paraísos fiscales en el mundo |
El problema
de los paraísos fiscales y la opacidad financiera ocupa desde hace años el
centro del escenario económico internacional. Desgraciadamente, existe en este
tema una brecha abisal entre las proclamas victoriosas de los gobiernos y la
realidad de lo que ellos hacen. En el 2014, la investigación LuxLeaks revelaba que las multinacionales
no pagaban casi ningún impuesto en Europa, gracias a sus filiales en Luxemburgo.
En el 2016, los “Panamá papers” muestran la extensión de las disimulaciones de
los patrimonios operados por las élites financieras y políticas de los
hemisferios Norte y Sur.
Por
Thomas Piketty (*)
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Con la
denuncia de los “Panamá Papers” podemos alegrarnos de que los periodistas hagan
bien su trabajo. El problema es que los gobiernos no hacen el suyo. La verdad
es que casi nada ha sido hecho después de la crisis del 2008. En cierto
sentido, incluso las cosas han empeorado.
Tomemos
los temas en orden. Sobre el impuesto de las ganancias de las grandes
sociedades, la competencia fiscal exacerbada ha alcanzado nuevas cimas en
Europa. El Reino Unido se prepara para reducir su tasa a 17%, jamás visto para
un gran país, todo eso protegiendo las prácticas depredadoras de las islas
Vírgenes y de otros lugares off shore de la corona británica. Si no se hace
nada, entonces se terminara en que todos se alinearán en torno al 12% de
Irlanda, hasta 0%, o incluso con subvenciones a las inversiones, como a veces
ha sido el caso.
Durante
este tiempo, en los Estados Unidos, donde existe un impuesto federal sobre las
ganancias, la tasa es de 35% (sin contar el impuesto de los Estados comprendido
entre 5% y 10%). Es la división política de Europa y la ausencia de un fuerte
poder público lo que nos pone a merced de los intereses privados. La buena
noticia es que es posible salir de este impase. Si cuatro países, Francia,
Alemania, Italia y España, que agrupan más del 75% del PIB y de la población de
la zona euro, propusieran un nuevo tratado fundado sobre la democracia y la
justicia fiscal, con medidas fuertes como un impuesto común sobre las grandes
sociedades, entonces los otros países estarían obligados a seguirlos. Salvo que
se colocaran fuera del esfuerzo de transparencia que las opiniones públicas
piden desde hace años, y exponerse a sanciones.
Grandes fortunas
Sobre los
patrimonios privados mantenidos en los paraísos fiscales la más grande opacidad
sigue existiendo. En todas partes del mundo las más grandes fortunas han
continuado progresando después de la crisis de 2008, mucho más rápidamente que
el tamaño de la economía, en parte porque aquellas pagan menos impuestos que
los otros. En Francia un ministro del presupuesto ha podido explicar
tranquilamente en 2013 que él no mantenía ninguna cuenta en Suiza, sin temer
que su administración lo supiera. Sería necesario de nuevo que los periodistas
pudieran descubrir la verdad.
La
transmisión automática de información sobre los activos financieros,
oficialmente aceptado por Suiza y siempre rechazada por Panamá, son supuestos
para arreglar el problema a futuro. Salvo que ellas no comenzaran a ser
aplicadas más que tímidamente a contar de 2018. Con excepciones también, por
ejemplo, para los títulos mantenidos por intermedio de los trust y las
fundaciones, y todo aquello sin ninguna penalidad prevista por los países más liberales.
Es decir, se continúa viviendo la ilusión de que el problema se va resolver de
manera voluntaria, pidiendo cortésmente a los paraísos fiscales
que terminen con el mal comportamiento.
Se continúa viviendo la ilusión de que el problema
se va a resolver de manera voluntaria, pidiendo cortésmente a los paraísos
fiscales que terminen con el mal comportamiento.
Es urgente poner fuertes sanciones comerciales y
financieras para los países que no respetaran reglas estrictas. No nos
engañemos: solo la aplicación reiterada de tales sanciones, a la menor falta
constatada (lógicamente incluyendo a nuestros estimados vecinos suizos y
luxemburgueses), permitirá restablecer la credibilidad del sistema y salir del
clima de opacidad e impunidad generalizada vigentes desde hace una década.
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Al mismo tiempo es necesario crear un registro
unificado de los títulos financieros, lo cual pasa por la toma del control
público de los depositarios centrales (Clearstream y Eurostream en Europa,
Depository Trust Corporation en los Estados Unidos) como lo ha mostrado bien
Gabriel Zucman. Para darle credibilidad al sistema, se puede crear también un
derecho de registro común sobre estos activos, cuyos ingresos podrían financiar
un bien público mundial (como el clima).
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Bancos centrales
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Pero nos
queda un problema: ¿por qué los gobiernos han hecho tan poco después de (la
crisis mundial) de 2008, para luchar contra la opacidad financiera y los
paraísos fiscales?
La
respuesta corta es que ellos se han hecho la ilusión que no tenían necesidad de
actuar. Sus bancos centrales han emitido bastante dinero para impedir el
desplome completo del sistema financiero, evitando así los errores que, después
de 1929, habían conducido al mundo al borde del precipicio. Resultado:
efectivamente se ha evitado la depresión generalizada, pero no se han hecho las
reformas estructurales, reglamentarias y fiscales indispensables.
Se podría
estar tranquilo observando que el balance de los grandes bancos centrales (que
ha pasado del 10% al 25% del PIB) son aún débiles, con respecto al conjunto de
los activos financieros que los sectores públicos y privados mantienen
(alrededor de 1.000% del PIB, hasta 2.000% en el Reino Unido) y podría aumentar
en caso de necesidad.
En
verdad, aquello muestra sobre todo la hipertrofia persistente de los balances
privados y la fragilidad extrema del conjunto del sistema. Esperemos que el
mundo sepa entender las lecciones de los “Panamá papers” y se proponga, de una
vez por todas, poner fin a la opacidad financiera, sin esperar una nueva crisis.
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NOTA DEL Editor
Política & Economía
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Este
artículo de Thomas Piketty (investigador de la Escuela de Altos Estudios
en Ciencias Sociales, Escuela de Economía de París) fue publicado en la edición
del 9 de abril de 2016, en Le Monde. Traducción de Alexis Guardia B.
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