INTERNET
LOS EDITORES DIGITALES ESTÁN PERDIENDO EL CONTROL DE SUS MERCADOS
Por Miguel Ángel Ossorio Vega
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Facebook, Google, Twitter, Amazon, YouTube, BuzzFeed, Spotify… Una interminable lista de compañías tecnológicas nacidas en garages a manos de adolescentes gobierna el cambio y deja fuera de juego a actores consolidados con años de experiencia. Es el fin del statu quo que ha regido durante las últimas décadas. Y no tiene vuelta atrás: ya son demasiado poderosas.
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Hace 20 años comenzaron a llegar las primeras noticias: estaba surgiendo un movimiento de personas que, sin recursos de ninguna clase (sólo ganas, algunos conocimientos y un cierto idealismo) comenzaba a explorar Internet, un invento que sonaba demasiado técnico para la mayoría y que nadie imaginó que terminaría utilizando a diario y para todo. Como tampoco imaginaron que aquellos frikis serían los hombres más ricos y poderosos del mundo.
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Hace 20 años comenzaron a llegar las primeras noticias: estaba surgiendo un movimiento de personas que, sin recursos de ninguna clase (sólo ganas, algunos conocimientos y un cierto idealismo) comenzaba a explorar Internet, un invento que sonaba demasiado técnico para la mayoría y que nadie imaginó que terminaría utilizando a diario y para todo. Como tampoco imaginaron que aquellos frikis serían los hombres más ricos y poderosos del mundo.
Hoy, 20 años después, aquel estadounidense que dejó su trabajo en Nueva York y se jugó 300.000 dólares para vender libros por Internet cuando la gente ni siquiera tenía Internet es el dueño de Amazon (Jeff Bezos). Aquellos jóvenes que plantearon un servicio digital que ordenase todo el contenido que circula por Internetpara que la gente pudiera encontrarlo a golpe de clic son los dueños de Google (Sergey Brin y Larry Page). Aquellos chavales que subieron el vídeo de una fiesta a Internet para compartirlo con sus amigos vendieron su plataforma por más de 1.000 millones de dólares a Google: habían fundado YouTube. Y aquel chico de poco más de 20 años y escasas habilidades sociales que se recluyó durante semanas en la habitación de su colegio mayor es hoy el rey de las redes sociales: Mark Zuckerberg fundó Facebook.
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Hay muchos más ejemplos: el chino rechazado por Harvard que ahora es el dueño de la mayor tienda del planeta (Alibaba), los suecos que cambiaron para siempre la forma de consumir música, los que inventaron una plataforma que todo el mundo usa pero nadie sabe cómo rentabilizar… e incluso los que han fundado medios de comunicación desde su casa y hoy compiten cara a cara con cabeceras con siglos de experiencia marcando el rumbo de lo que debe hacer la industria (aunque a veces ellos también estén aprendiendo sobre la marcha). Por no hablar de aquel visionario que soñó con poner un ordenador en cada hogar y terminó dotando de un móvil a cada bolsillo.
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A los frikis de los primeros años nadie los tomaba en serio: ¿qué amenaza suponía un chaval de 20 años que hace una web desde su casa? ¿En serio aquel señor iba a triunfar vendiendo libros por Internet cuando nadie compraba por Internet – y ni siquiera tenía conexión? La arrogancia, la inexperiencia ante cambios radicales e instantáneos y el desconocimiento absoluto de la magnitud real del asunto llevaron a muchos (a casi todos) a seguir navegando cómodamente en las barcas de la rutina, a pesar de que la mar anunciaba marejada. Tal vez no todos los marineros estén hechos para todas las aguas. Y estas aguas eran nuevas.
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Aquellos “frikis” cambiaron el mundo. Nadie apostó por ellos salvo ellos. Y hoy, Facebook vale alrededor de 300.000 millones de dólares, Google más de 176.000 millones, Apple supera los 300.000 millones, Amazon está en torno a los 260.000 millones… Son enormes, son globales, son ágiles y son poderosas. Vinieron para romper con lo establecido y para cambiar el mundo. Lo consiguieron. Pero a diferencia de otros actores, ellos entienden el cambio como una constante: no se limitaron a crear un buscador, una tienda de libros o diseñar un reproductor de música. Siempre quieren más, algo nuevo, algo disruptivo, algo que no exista. Quieren volver a inventar el futuro, una y otra vez. Y el resto somos meros espectadores de su show de innovaciones que asumimos con conformismo, ganas y un punto de emoción.
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Facebook: una nueva puerta de entrada a Internet
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Hay muchos más ejemplos: el chino rechazado por Harvard que ahora es el dueño de la mayor tienda del planeta (Alibaba), los suecos que cambiaron para siempre la forma de consumir música, los que inventaron una plataforma que todo el mundo usa pero nadie sabe cómo rentabilizar… e incluso los que han fundado medios de comunicación desde su casa y hoy compiten cara a cara con cabeceras con siglos de experiencia marcando el rumbo de lo que debe hacer la industria (aunque a veces ellos también estén aprendiendo sobre la marcha). Por no hablar de aquel visionario que soñó con poner un ordenador en cada hogar y terminó dotando de un móvil a cada bolsillo.
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A los frikis de los primeros años nadie los tomaba en serio: ¿qué amenaza suponía un chaval de 20 años que hace una web desde su casa? ¿En serio aquel señor iba a triunfar vendiendo libros por Internet cuando nadie compraba por Internet – y ni siquiera tenía conexión? La arrogancia, la inexperiencia ante cambios radicales e instantáneos y el desconocimiento absoluto de la magnitud real del asunto llevaron a muchos (a casi todos) a seguir navegando cómodamente en las barcas de la rutina, a pesar de que la mar anunciaba marejada. Tal vez no todos los marineros estén hechos para todas las aguas. Y estas aguas eran nuevas.
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Aquellos “frikis” cambiaron el mundo. Nadie apostó por ellos salvo ellos. Y hoy, Facebook vale alrededor de 300.000 millones de dólares, Google más de 176.000 millones, Apple supera los 300.000 millones, Amazon está en torno a los 260.000 millones… Son enormes, son globales, son ágiles y son poderosas. Vinieron para romper con lo establecido y para cambiar el mundo. Lo consiguieron. Pero a diferencia de otros actores, ellos entienden el cambio como una constante: no se limitaron a crear un buscador, una tienda de libros o diseñar un reproductor de música. Siempre quieren más, algo nuevo, algo disruptivo, algo que no exista. Quieren volver a inventar el futuro, una y otra vez. Y el resto somos meros espectadores de su show de innovaciones que asumimos con conformismo, ganas y un punto de emoción.
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Facebook: una nueva puerta de entrada a Internet
Esta semana, Facebook ha reorganizado de nuevo el funcionamiento de Internet. Ha sentado las bases del futuro de su empresa, y de paso de las empresas de muchos otros sectores. Para empezar, quiere que todo el mundo (literal) tenga acceso a Internet. Y Mark Zuckerberg está dispuesto a no dejar que sea cada gobierno y cada empresa local la que supere las barreras que puedan existir: ha tomado la iniciativa y usará desde drones hasta puntos de acceso wifi colocados en farolas, pasando por nuevas tecnologías como las ondas milimétricas. Terragraph y Aries son los nombres que tienen estos dos programas pensados para dotar de Internet a ciudades y áreas rurales de cualquier parte del mundo, uno de los objetivos prioritarios de una compañía que gana alrededor de 1 dólar mensual por cada perfil: actualmente supera los 1.500 millones de usuarios, pero la Tierra tiene muchos más habitantes…
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Una vez seamos capaces de acceder a Facebook, la compañía quiere proporcionar un amplio abanico de posibilidades de comunicación. Entre ellas la realidad virtual. “La proximidad ya no determinará con quién pasas tu tiempo”, explicó durante el F8 Yaser Sheikh, profesor de la Universidad Carnegie Mellon y uno de los investigadores de Oculus, el visor de realidad virtual de la compañía de Zuckerberg. ¿Qué pretende exactamente con esto? Muy sencillo (y muy complejo): Facebook es el canal de comunicación que mantiene unidas a muchas familias separadas por la distancia. Y ellos quieren aliviar esa separación permitiendo a la gente interactuar con sus seres queridos gracias a unas gafas de realidad virtual que les permitan sentirse más cerca gracias a la magia de la tecnología. Quien ahora no se lo crea, que vuelva al segundo párrafo: estos “frikis” ya cambiaron el mundo una vez.
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Además, Facebook complementará estos servicios con una cámara que capta imágenes en 360 grados (la Surround 360, con 17 cámaras integradas para no dejar de lado ningún ángulo). Su prohibitivo precio (sólo sus materiales cuestan 30.000 dólares) no será un problema en el futuro. Recordemos: en 1995 la gente no tenía Internet, y en el año 2000 las televisiones de pantalla plana rozaban los 6.000 euros. Es cuestión de tiempo. Además, Facebook no prevé vender la cámara: dejará que tú hagas la tuya. Y para ello publicará en Internet los planos y el software necesario.
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El vídeo seguirá cobrando importancia para la compañía de Zuckerberg: al vídeo en directo recientemente añadido (y que compite directamente con el Periscope de Twitter) se unirá en el futuro el vídeo en directo… en 360 grados. Recuerda el segundo párrafo si lo crees imposible.
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Facebook quiere fomentar aún más (y mejor) la comunicación interpersonal. Pero también está dispuesto a que las máquinas interactúen con las personas. De ahí que una de sus apuestas sean los “chatbots”, software que incluirán en Messenger para que interactúe con las personas. Estos programas reconocen el lenguaje natural y son capaces de responder cuando se les pregunta algo. ¿Para qué quiere Facebook que hablemos con máquinas? Principalmente, para que las empresas puedan usar Messenger y ofrezcan a sus clientes la posibilidad de solventar dudas de manera automatizada. Ya hay más de 25 empresas utilizando los chatbots de Facebook Messenger. Durante la F8, donde la compañía presenta sus novedades, demostraron cómo será posible comprar flores o zapatos a través de Messenger… y con un chatbot como vendedor.
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¿Y qué pinta la prensa en todo esto?
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La cuestión no es “qué pinta” sino… ¿pintará algo? Estas poderosas compañías alargan sus tentáculos hacia todas las industrias. Cuando Facebook era una red social para que los adolescentes subieran sus fotos nadie se alarmaba. Pero hoy Facebook no es una red social, como tampoco Google es un buscador, Apple un fabricante de dispositivos tecnológicos o YouTube una plataforma para subir vídeos de gatos. Estas empresas son las gestoras del cambio, los pilotos del progreso y los dueños de la evolución del mundo tecnológico, que de manera irremediable e irreversible es el mundo real, como ha quedado demostrado durante la Conferencia Multimedia Digital del Financial Times, que ha reunido en Londres durante dos días a expertos del mundo digital y los medios de comunicación para valorar el impacto de las nuevas empresas tecnológicas en la prensa tradicional. Allí, como explicó Adam Bird, de la consultora McKinsey, se puso de manifiesto el cambio de modelo: los medios nacionales han quedado superados por las plataformas tecnológicas globales.
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El sector de la prensa, como el resto de las industrias, tendrá que pasar necesariamente por estas nuevas autopistas y asumir desde este mismo instante que ya no son los dueños de prácticamente nada: no son dueños de sus contenidos (que circulan y circularán libremente por el ciberespacio a pesar de muros de pago y planes de suscripción), no son dueños de sus lectores (que rebotan de un medio a otro según el criterio que marque su timeline), no son dueños de sus seguidores en redes sociales (pues esos seguidores no son sino clientes de esa red social, aunque casualmente sigan tu perfil – de cliente en esa misma red social-), no son dueños de su publicidad (porque ahora hay empresas centradas en determinar qué publicidad es la adecuada y qué publicidad será bloqueada), no son dueños de los canales de distribución de su producto (si acaso, los proveedores de conexión a Internet, los dueños de los sistemas operativos de cada smartphone o… sí, Google y Facebook, donde la gente busca y encuentra las noticias que quiere leer, a pesar del cierre de Google News)… Ni siquiera son dueños de los grandes temas de los últimos años, conseguidos por nuevos actores que ni siquiera necesitan ser periodistas para hacer periodismo de investigación. El cuarto poder se ha visto superado, rebasado, sobrepasado y adelantado por el Quinto Poder. Y precisamente por eso será más necesario que nunca, aunque ya no haya vuelta atrás y ya no se pueda reaccionar o recalcular, sólo asumir y aceptar (y a lo sumo adaptar).
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Sigan navegando: el futuro es apasionante, aunque no nos pertenezca.
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Una vez seamos capaces de acceder a Facebook, la compañía quiere proporcionar un amplio abanico de posibilidades de comunicación. Entre ellas la realidad virtual. “La proximidad ya no determinará con quién pasas tu tiempo”, explicó durante el F8 Yaser Sheikh, profesor de la Universidad Carnegie Mellon y uno de los investigadores de Oculus, el visor de realidad virtual de la compañía de Zuckerberg. ¿Qué pretende exactamente con esto? Muy sencillo (y muy complejo): Facebook es el canal de comunicación que mantiene unidas a muchas familias separadas por la distancia. Y ellos quieren aliviar esa separación permitiendo a la gente interactuar con sus seres queridos gracias a unas gafas de realidad virtual que les permitan sentirse más cerca gracias a la magia de la tecnología. Quien ahora no se lo crea, que vuelva al segundo párrafo: estos “frikis” ya cambiaron el mundo una vez.
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Además, Facebook complementará estos servicios con una cámara que capta imágenes en 360 grados (la Surround 360, con 17 cámaras integradas para no dejar de lado ningún ángulo). Su prohibitivo precio (sólo sus materiales cuestan 30.000 dólares) no será un problema en el futuro. Recordemos: en 1995 la gente no tenía Internet, y en el año 2000 las televisiones de pantalla plana rozaban los 6.000 euros. Es cuestión de tiempo. Además, Facebook no prevé vender la cámara: dejará que tú hagas la tuya. Y para ello publicará en Internet los planos y el software necesario.
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El vídeo seguirá cobrando importancia para la compañía de Zuckerberg: al vídeo en directo recientemente añadido (y que compite directamente con el Periscope de Twitter) se unirá en el futuro el vídeo en directo… en 360 grados. Recuerda el segundo párrafo si lo crees imposible.
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Facebook quiere fomentar aún más (y mejor) la comunicación interpersonal. Pero también está dispuesto a que las máquinas interactúen con las personas. De ahí que una de sus apuestas sean los “chatbots”, software que incluirán en Messenger para que interactúe con las personas. Estos programas reconocen el lenguaje natural y son capaces de responder cuando se les pregunta algo. ¿Para qué quiere Facebook que hablemos con máquinas? Principalmente, para que las empresas puedan usar Messenger y ofrezcan a sus clientes la posibilidad de solventar dudas de manera automatizada. Ya hay más de 25 empresas utilizando los chatbots de Facebook Messenger. Durante la F8, donde la compañía presenta sus novedades, demostraron cómo será posible comprar flores o zapatos a través de Messenger… y con un chatbot como vendedor.
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¿Y qué pinta la prensa en todo esto?
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La cuestión no es “qué pinta” sino… ¿pintará algo? Estas poderosas compañías alargan sus tentáculos hacia todas las industrias. Cuando Facebook era una red social para que los adolescentes subieran sus fotos nadie se alarmaba. Pero hoy Facebook no es una red social, como tampoco Google es un buscador, Apple un fabricante de dispositivos tecnológicos o YouTube una plataforma para subir vídeos de gatos. Estas empresas son las gestoras del cambio, los pilotos del progreso y los dueños de la evolución del mundo tecnológico, que de manera irremediable e irreversible es el mundo real, como ha quedado demostrado durante la Conferencia Multimedia Digital del Financial Times, que ha reunido en Londres durante dos días a expertos del mundo digital y los medios de comunicación para valorar el impacto de las nuevas empresas tecnológicas en la prensa tradicional. Allí, como explicó Adam Bird, de la consultora McKinsey, se puso de manifiesto el cambio de modelo: los medios nacionales han quedado superados por las plataformas tecnológicas globales.
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El sector de la prensa, como el resto de las industrias, tendrá que pasar necesariamente por estas nuevas autopistas y asumir desde este mismo instante que ya no son los dueños de prácticamente nada: no son dueños de sus contenidos (que circulan y circularán libremente por el ciberespacio a pesar de muros de pago y planes de suscripción), no son dueños de sus lectores (que rebotan de un medio a otro según el criterio que marque su timeline), no son dueños de sus seguidores en redes sociales (pues esos seguidores no son sino clientes de esa red social, aunque casualmente sigan tu perfil – de cliente en esa misma red social-), no son dueños de su publicidad (porque ahora hay empresas centradas en determinar qué publicidad es la adecuada y qué publicidad será bloqueada), no son dueños de los canales de distribución de su producto (si acaso, los proveedores de conexión a Internet, los dueños de los sistemas operativos de cada smartphone o… sí, Google y Facebook, donde la gente busca y encuentra las noticias que quiere leer, a pesar del cierre de Google News)… Ni siquiera son dueños de los grandes temas de los últimos años, conseguidos por nuevos actores que ni siquiera necesitan ser periodistas para hacer periodismo de investigación. El cuarto poder se ha visto superado, rebasado, sobrepasado y adelantado por el Quinto Poder. Y precisamente por eso será más necesario que nunca, aunque ya no haya vuelta atrás y ya no se pueda reaccionar o recalcular, sólo asumir y aceptar (y a lo sumo adaptar).
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Sigan navegando: el futuro es apasionante, aunque no nos pertenezca.
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