OPINIÓN POLÍTICA
EL LLAMADO ES “A INVOLUCRARSE Y ACTUAR” EN PROCESO CONSTITUYENTE
Por Marcel Gárces Muñoz
Los ciudadanos hemos sido convocados a participar en la
formulación colectiva, participativa, de las grandes ideas que marcarán el
futuro político e institucional del país y que quedarán grabadas en la nueva
Constitución Política del Estado.
La presidenta Michelle Bachelet enfatizó al país, el
martes 12 del presente mes de abril: “quiero invitarles a que tomen parte
activa”, a que “aporten con sus ideas, su experiencia y puntos de vista”.
El llamado y el desafío planteado por la Mandataria es
“involucrarse y actuar”.
“Queremos que sean miles los jóvenes, adultos, hombres y
mujeres, campesinos, emprendedores, mineros, pescadores, profesionales, del
Norte, del Sur, del campo y la ciudad y los pueblos indígenas, quienes, además,
tendrán una participación y consulta específica”, dijo Bachelet en cadena
nacional.“En nuestro país, la inmensa mayoría quiere una Constitución moderna,
que refleje mejor lo que somos y que responda adecuadamente a nuestras
necesidades de hoy”, apuntó.
Y finalmente, junto con apuntar los diversos mecanismos
dispuestos para garantizar la participación, las etapas y fechas de la nueva
fase proceso constitucional en marcha, enfatizó:
“Como nunca antes en nuestra historia, hoy tenemos la
capacidad para definir entre todos, el marco de nuestra vida en común.“Es un
derecho, pero también una responsabilidad. Quienes quieren un Chileb mejor, tienen
que levantar su mano y opinar. Es hora, pues, de involucrarse y de actuar,
porque el futuro depende de todos nosotros. Ahora te toca a ti ser parte de la
historia de la nueva democracia”, explicitó la Jefa de Estado.
El sentido de la participación ciudadana, es decir del
protagonismo social esta delineado, pero lo importante pasará a ser ahora, el
contenido, las demandas que la historia pone sobre la mesa, y los intereses
ideológicos, políticos y económicos que entrarán objetivamente en colisión en
torno al proyecto.
La discusión nacional y ciudadana de la nueva Carta
Magna- no hay que llamarse a engaño- será una seria y trascendente
confrontación ya iniciada en torno a lo que los diversos sectores sociales del
escenario nacional, consideran sustanciales para sus intereses y demandas de
futuro.
Y no hay que temerle si se da en el campo de las ideas,
en la proposición de objetivos y sentidos, con los métodos y fórmulas de la
democracia.
Llevar la confrontación al encono, al terrorismo verbal y
mediático, a una lógica de trincheras o de guerra sicológica, a la conspiración
y al boicot, al intento de chantaje o de falsos dilemas valóricos, como está
siendo orquestado desde la derecha política, ideológica y económica, es una
trampa ideada para impedir, frustrar o desnaturalizar la materialización de un
derecho democrático, y de una necesidad histórica de Chile y los chilenos.
La discusión por cierto ya se ha iniciado, y ya se
delinean las trincheras.
Algunos directamente sostienen que no es necesario
ninguna reforma a la Carta Magna, redactada e implantada por la dictadura de
Pinochet y sus “constitucionalistas” designados manu militari, sin
representatividad alguna (una “camarilla constitucional”, es bueno recordarle
los que hoy razgan vestiduras por el concepto de “Asamblea Constitucional”).
En fin, para estos personajes que se pueden encontrar en
el campo académico conservador décimonónico, en los políticos derechistas y en
editorialistas neoliberales o filofascistas, el orden actual es adecuado a su
visión del mundo.
Otros, consideran que –dado que ya no se puede eludir el
cambio de ciclo histórico y que las reformas son inevitables, hay que salvar
aquello que consideran esencial: la propiedad privada, la familia concebida en
sus términos tradicionales, las libertades entendidas como el derecho de los
poderes (económico, de clase o fácticos) a imponer sus términos, condiciones y
limitaciones, y sobre todo la protección de sus negocios, de sus “colusiones” y
cohechos.
Frente a estos se posicionan los que entienden que la
actual Constitución es una camisa de fuerza hecha de acuerdo a intereses
conservadores, tradicionales, y con una visión militarista de la sociedad, y
cuyo origen es ilegítimo, además de antidemocrático. En definitiva redactada,
impuesta y defendida bajo una sangrienta dictadura militar-derechista para
impedir la expresión democrática, la participación de los ciudadanos, la
defensa de los derechos humanos,
Es decir, lo que ahora viene es la discusión de fondo.
Como lo señaló la presidenta Michelle Bachelet. “Están
todos invitados a expresar sus sueños de país; están invitados a plantear cómo
imaginan el Chile del futuro, en temas como ¿cuáles son los valores y
principios que deben inspirar nuestra Constitución? ¿Cuáles son los derechos,
deberes y responsabilidades que la Constitución debe establecer para todas las
personas? O, ¿cuáles y cómo deben ser las instituciones del Estado que
contemple la Constitución?“También, por cierto, se podrán debatir otros
contenidos y procedimientos que los grupos estimen importantes para nuestra
Carta Fundamental”, agregó.
Y en ella los ciudadanos no deben ser meros observadores.
Tienen- tenemos- el derecho el deber y la responsabilidad de ser protagonistas.
Debemos hacer presente nuestra opinión y hay diversos
medios, formas para hacerlo.
El gobierno ha propuesto y garantizado algunos caminos
para ejercer la participación.
Pero los ciudadanos pueden darse otros: la única
condición es que sean realmente democráticos, representativos, que reflejen las
ideas colectivas. Es posible que surjan propuestas originales, a lo mejor,
precursoras, a lo mejor utópicas, pero es la oportunidad para contrastarlas,
discutirlas, votarlas, proponerlas.
Lo peor sería que quede la sensación de que no fueron
respetadas las opiniones, que no pudieron expresarse, que alguien se sintió
avasallado.
Lo importante es tener resultados en este proceso.
Tenemos una oportunidad para “echar fuera” lo que sentimos, lo que hemos
aprendido, lo que soñamos, para que sintamos que la Constitución que surja de
este proceso histórico, sea nuestra.
La audacia, la originalidad, la creatividad va a residir
también en su efectividad, en la autoridad que reside en la voluntad expresada
por los ciudadanos, por la inmensa mayoría de ellos, como es la regla
fundacional de una democracia.
Hoy por hoy uno de los objetivos de los enemigos del
proceso constitucional es impedir que el gobierno ejerza su derecho de
comunicar, desarrolle el proceso, genere los mecanismos de participación
democrática,
Otra línea de acción puesta en marcha, al percibir que la
demanda de una nueva constitución es mayoritaria en los ciudadanos y por lo
mismo un proceso ineludible, es la deslegitimación de los cabildos, de los
diálogos ciudadanos, o cualquier otra instancia de discusión colectiva,
Ediorialmente el matutino “La Tercera” sostiene el 14 de
abril, que ls iniciativas comunicacionales del Gobierno respecto al proceso
constituyente serían “ilegales”, y que solo cabe una reforma constitucional por
parte del Congreso, “única fase realmente contemplada en nuestro ordenamiento”.
Pocas veces en la prensa chilena se había ido tan lejos,
ya no en el desconocimiento de la filosofía y la práctica del Derecho
Constitucional en la historia universal, sino en el desprecio de los ciudadanos
y de la democracia, asignándole el carácter de “nuestro ordenamiento” al
implantado por la dictadura militar-derechista de Pinochet, aconsejado por sus
“generales civiles”, que provenían del pensamiento integrista conservador
estilo Opus Dei o “gremialistas”, de triste recuerdo.
Las trincheras, dijimos, sobre todo en las líneas de los
enemigos del proceso constituyente, ya están levantadas.
Por lo tanto, corresponde al Gobierno, a la Nueva
Mayoría- todos, sin excepción, los militantes leales y aquellos que buscan
diferenciarse a través de sus “sensibilidades” o reticencias, cerrar filas,
participar sin complejos en el proceso constituyente, jugársela.
No hay otra tarea de mayor significación y proyección
estratégica más importante en el escenario de hoy, que avanzar en el proceso
constituyente.
El Gobierno, la Nueva Mayoría, sus partidos y líderes, no
son neutrales y mucho menos ingenuos ante los ataques y confabulaciones de la
oposición.
Para los ciudadanos todos, para las organizaciones
sociales, los grupos de interés, también es un momento de pasar a la acción
democrática.
A todos nos corresponde responder a este deber ciudadano
histórico.
El qué hacer, cómo hacerlo, cuándo hacerlo, cómo aportar
y participar, y defender el proceso está en la orden del día.
(*) -El autor es Director de Crónica Digital.
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