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miércoles, 20 de abril de 2016

OPINIÓN POLÍTICA
EL LLAMADO ES “A INVOLUCRARSE Y ACTUAR” EN PROCESO CONSTITUYENTE
Por Marcel Gárces Muñoz

Los ciudadanos hemos sido convocados a participar en la formulación colectiva, participativa, de las grandes ideas que marcarán el futuro político e institucional del país y que quedarán grabadas en la nueva Constitución Política del Estado.

La presidenta Michelle Bachelet enfatizó al país, el martes 12 del presente mes de abril: “quiero invitarles a que tomen parte activa”, a que “aporten con sus ideas, su experiencia y puntos de vista”.
El llamado y el desafío planteado por la Mandataria es “involucrarse y actuar”.
“Queremos que sean miles los jóvenes, adultos, hombres y mujeres, campesinos, emprendedores, mineros, pescadores, profesionales, del Norte, del Sur, del campo y la ciudad y los pueblos indígenas, quienes, además, tendrán una participación y consulta específica”, dijo Bachelet en cadena nacional.“En nuestro país, la inmensa mayoría quiere una Constitución moderna, que refleje mejor lo que somos y que responda adecuadamente a nuestras necesidades de hoy”, apuntó.
Y finalmente, junto con apuntar los diversos mecanismos dispuestos para garantizar la participación, las etapas y fechas de la nueva fase proceso constitucional en marcha, enfatizó:
“Como nunca antes en nuestra historia, hoy tenemos la capacidad para definir entre todos, el marco de nuestra vida en común.“Es un derecho, pero también una responsabilidad. Quienes quieren un Chileb mejor, tienen que levantar su mano y opinar. Es hora, pues, de involucrarse y de actuar, porque el futuro depende de todos nosotros. Ahora te toca a ti ser parte de la historia de la nueva democracia”, explicitó la Jefa de Estado.
El sentido de la participación ciudadana, es decir del protagonismo social esta delineado, pero lo importante pasará a ser ahora, el contenido, las demandas que la historia pone sobre la mesa, y los intereses ideológicos, políticos y económicos que entrarán objetivamente en colisión en torno al proyecto.
La discusión nacional y ciudadana de la nueva Carta Magna- no hay que llamarse a engaño- será una seria y trascendente confrontación ya iniciada en torno a lo que los diversos sectores sociales del escenario nacional, consideran sustanciales para sus intereses y demandas de futuro.
Y no hay que temerle si se da en el campo de las ideas, en la proposición de objetivos y sentidos, con los métodos y fórmulas de la democracia.
Llevar la confrontación al encono, al terrorismo verbal y mediático, a una lógica de trincheras o de guerra sicológica, a la conspiración y al boicot, al intento de chantaje o de falsos dilemas valóricos, como está siendo orquestado desde la derecha política, ideológica y económica, es una trampa ideada para impedir, frustrar o desnaturalizar la materialización de un derecho democrático, y de una necesidad histórica de Chile y los chilenos.
La discusión por cierto ya se ha iniciado, y ya se delinean las trincheras.
Algunos directamente sostienen que no es necesario ninguna reforma a la Carta Magna, redactada e implantada por la dictadura de Pinochet y sus “constitucionalistas” designados manu militari, sin representatividad alguna (una “camarilla constitucional”, es bueno recordarle los que hoy razgan vestiduras por el concepto de “Asamblea Constitucional”).
En fin, para estos personajes que se pueden encontrar en el campo académico conservador décimonónico, en los políticos derechistas y en editorialistas neoliberales o filofascistas, el orden actual es adecuado a su visión del mundo.
Otros, consideran que –dado que ya no se puede eludir el cambio de ciclo histórico y que las reformas son inevitables, hay que salvar aquello que consideran esencial: la propiedad privada, la familia concebida en sus términos tradicionales, las libertades entendidas como el derecho de los poderes (económico, de clase o fácticos) a imponer sus términos, condiciones y limitaciones, y sobre todo la protección de sus negocios, de sus “colusiones” y cohechos.
Frente a estos se posicionan los que entienden que la actual Constitución es una camisa de fuerza hecha de acuerdo a intereses conservadores, tradicionales, y con una visión militarista de la sociedad, y cuyo origen es ilegítimo, además de antidemocrático. En definitiva redactada, impuesta y defendida bajo una sangrienta dictadura militar-derechista para impedir la expresión democrática, la participación de los ciudadanos, la defensa de los derechos humanos,
Es decir, lo que ahora viene es la discusión de fondo.
Como lo señaló la presidenta Michelle Bachelet. “Están todos invitados a expresar sus sueños de país; están invitados a plantear cómo imaginan el Chile del futuro, en temas como ¿cuáles son los valores y principios que deben inspirar nuestra Constitución? ¿Cuáles son los derechos, deberes y responsabilidades que la Constitución debe establecer para todas las personas? O, ¿cuáles y cómo deben ser las instituciones del Estado que contemple la Constitución?“También, por cierto, se podrán debatir otros contenidos y procedimientos que los grupos estimen importantes para nuestra Carta Fundamental”, agregó.
Y en ella los ciudadanos no deben ser meros observadores. Tienen- tenemos- el derecho el deber y la responsabilidad de ser protagonistas.
Debemos hacer presente nuestra opinión y hay diversos medios, formas para hacerlo.
El gobierno ha propuesto y garantizado algunos caminos para ejercer la participación.
Pero los ciudadanos pueden darse otros: la única condición es que sean realmente democráticos, representativos, que reflejen las ideas colectivas. Es posible que surjan propuestas originales, a lo mejor, precursoras, a lo mejor utópicas, pero es la oportunidad para contrastarlas, discutirlas, votarlas, proponerlas.
Lo peor sería que quede la sensación de que no fueron respetadas las opiniones, que no pudieron expresarse, que alguien se sintió avasallado.
Lo importante es tener resultados en este proceso. Tenemos una oportunidad para “echar fuera” lo que sentimos, lo que hemos aprendido, lo que soñamos, para que sintamos que la Constitución que surja de este proceso histórico, sea nuestra.
La audacia, la originalidad, la creatividad va a residir también en su efectividad, en la autoridad que reside en la voluntad expresada por los ciudadanos, por la inmensa mayoría de ellos, como es la regla fundacional de una democracia.
Hoy por hoy uno de los objetivos de los enemigos del proceso constitucional es impedir que el gobierno ejerza su derecho de comunicar, desarrolle el proceso, genere los mecanismos de participación democrática,
Otra línea de acción puesta en marcha, al percibir que la demanda de una nueva constitución es mayoritaria en los ciudadanos y por lo mismo un proceso ineludible, es la deslegitimación de los cabildos, de los diálogos ciudadanos, o cualquier otra instancia de discusión colectiva,
Ediorialmente el matutino “La Tercera” sostiene el 14 de abril, que ls iniciativas comunicacionales del Gobierno respecto al proceso constituyente serían “ilegales”, y que solo cabe una reforma constitucional por parte del Congreso, “única fase realmente contemplada en nuestro ordenamiento”.
Pocas veces en la prensa chilena se había ido tan lejos, ya no en el desconocimiento de la filosofía y la práctica del Derecho Constitucional en la historia universal, sino en el desprecio de los ciudadanos y de la democracia, asignándole el carácter de “nuestro ordenamiento” al implantado por la dictadura militar-derechista de Pinochet, aconsejado por sus “generales civiles”, que provenían del pensamiento integrista conservador estilo Opus Dei o “gremialistas”, de triste recuerdo.
Las trincheras, dijimos, sobre todo en las líneas de los enemigos del proceso constituyente, ya están levantadas.
Por lo tanto, corresponde al Gobierno, a la Nueva Mayoría- todos, sin excepción, los militantes leales y aquellos que buscan diferenciarse a través de sus “sensibilidades” o reticencias, cerrar filas, participar sin complejos en el proceso constituyente, jugársela.
No hay otra tarea de mayor significación y proyección estratégica más importante en el escenario de hoy, que avanzar en el proceso constituyente.
El Gobierno, la Nueva Mayoría, sus partidos y líderes, no son neutrales y mucho menos ingenuos ante los ataques y confabulaciones de la oposición.
Para los ciudadanos todos, para las organizaciones sociales, los grupos de interés, también es un momento de pasar a la acción democrática.
A todos nos corresponde responder a este deber ciudadano histórico.
El qué hacer, cómo hacerlo, cuándo hacerlo, cómo aportar y participar, y defender el proceso está en la orden del día.

(*) -El autor es Director de Crónica Digital. 

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