PRESIDENTE AYLWIN
¿QUÉ MUERE
CON PATRICIO AYLWIN?
Por Hugo Latorre
Fuenzalida
“Muerto yo,
muerto todo”, enseñaba Sancho Panza en una postura existencial y subjetivista,
que marca el gran comienzo del espíritu renacentista.
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Con Patricio
Aylwin mueren también muchas cosas importantes del existir político nacional,
como la concepción pulcra (en lo económico) de la política. Sabido es su
rechazo a mezclarse en asuntos de dinero y la forma austera en que llevó su
tránsito existencial. En esto se suma a la tradición de los viejos líderes falangistas, que también separaron lo que era
del César (el dinero) de lo que era de Dios (el servicio público).
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Con Patricio
Aylwin muere también el sentido afable de la personalidad en la acción
política. Su sonrisa permanente, su trato considerado con los humildes y su
respeto incluso a los rivales, impone una valla alta a los políticos de hoy
como expresión humana del servicio y el liderazgo.
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Lo cierto
también es que en política, cuando se muere-al contrario de lo señalado por
Sancho- no todo muere: pues queda el legado que se expresa en el juicio
público.
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Todo
político es necesariamente controversial, pues la política es administración
del poder y en esa arena siempre hay favorecidos y perjudicados. Pero la
política es también el ejercicio de tomar decisiones delicadas, es decir que al
tomarse producen consecuencias inmediatas o de mediano y largo plazo.
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Pero lo que
más complica el legado de los políticos destacados, es que la diversidad de
opiniones puede extenderse desde la discrepancia moderada o parcial hasta la
impugnación más feroz y extremosa. Todo es parte del juego y quien participa en
este juego debe proveerse con una epidermis resistente.
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En la acción
política siempre se exhiben realizaciones y también carencias, vacíos, faltas,
falencias, ausencias o inhibiciones; se dan énfasis y sesgos positivos y
negativos; eso es inevitable, más en tiempos conflictivos y en sociedades de alta precariedad institucional, respecto
del Estado, y económica, respecto de los recursos disponibles para la acción
efectiva.
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Cuando el
tiempo de vida del político ha sido largo, mayores son las oportunidades de
sumar eventos criticables.
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Lo más que
se ha dicho de Aylwin, como crítica a su actuar, es su condición conservadora y
su postura proclive a la intervención de
los militares al final del gobierno de la Unidad Popular.
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Conociendo
al hombre, creo que la primera acusación
puede ser más acertada para su última
etapa como político, es decir al momento de asumir la presidencia y el tiempo
de su retiro posterior, pero no a la etapa en que actuó como parlamentario y
presidente del PDC, porque, de ser así, tendríamos que considerar que toda la
obra de Frei Montalva también fue conservadora, ya que Aylwin fue un soporte
permanente del gran líder desarrollista, como también lo fueron Leighton,
Valdés, Tomic y tantos que acompañaron el proceso de la “Revolución en
libertad”.
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La segunda
acusación, también requiere ser ubicada en el contexto exacto, pues como
presidente del PDC en la etapa final del gobierno UP, llevó a cabo
negociaciones directas con Allende, con el aval del cardenal Silva Henriquez,
logrando acuerdos preliminares en más de una ronda, acuerdos que fueron
desechados-no por Allende- sino por los partidos de la UP (recordemos el reiterado slogan de “avanzar sin transar”),
ante lo cual mucha gente de la DC sintió inviable el camino del diálogo. El
mismo Carlos Altamirano ha reconocido, en los funerales de Aylwin, que él era
una persona “peleadora”, es decir que era un aguerrido y obcecado
revolucionario a ultranza.
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Desde la izquierda se hizo lo posible por desbaratar
todo intento de salvataje del sistema democrático y de violentar el lenguaje
con amenazas de todo orden, eso debe quedar bien establecido para calibrar el
estado anímico que reinaba para entonces. Esto lo terminó reconociendo el
liderazgo más preclaro del mismo Partido Comunista.
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El aceptar
lo inevitable de la “intervención” de los militares, dada la inviabilidad del
diálogo político, no transforma a la DC ni a Aylwin en golpistas, cuando mucho
en errar el juicio sobre la fatalidad de esa intervención, la cual se
pensó apenas arbitral y restauradora de
un orden institucional normalizado, sin ponderar las
fuerzas malignas que se forjaron en la institucionalidad armada en su paso por
las escuelas de la “Guerra Fría”, administradas por los norteamericanos, ni en
la fascistización de la derecha chilena, luego de recibir los golpes de los dos
procesos revolucionarios: de Frei Montalva y de Allende.
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Entonces, el
juicio que queda es sobre su presidencia y eso es más complejo, por lo que
requiere de otro artículo.
aje
ResponderBorrarDe: "Jorge Cisternas Z."
Asunto: Re: artículo KRADIARIO
Fecha: Fri, 22 Apr 2016 01:55:13 +0000 (UTC)
Para: Rodolfo M Vega , Enrique Latorre Fuenzalida , Magaly Alegría , Marcelo Claude , soledad mella , Jorge Lavandero , Pablo Latorre , Walter Krohne , Felipe Portales , Ernesto Artigas , María Cekalovic , Chichí Latorre , Carlos Tomic , Eugenia Zambrano , Sergio Sanchez , "jorgescuti@yahoo.es" , "jorgegarreaud@gmail.com" , "defensadelcobre@gruposyahoo.com" , Edison Barría , Johannes Jensen , Héctor ToledoUsach , "Ernesto.Burgos@smtp01.srv.cs.cmu.edu"
Comparto el comentario de Rodolfo
El Jueves 21 de abril de 2016 14:49, Rodolfo M Vega escribió:
Estimado Hugo,
Excelente análisis, ponderado y ecuánime. Me tomé la libertad de compartirlo en Facebook.
Gracias
Rodolfo VEGA
On April 21, 2016 12:27:53 PM EDT, Enrique Latorre Fuenzalida wrote:
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