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jueves, 7 de abril de 2016


ELECCIONES EN PERÚ

UN GOBIERNO AL SERVICIO DE TODOS Y NO PARA UNOS POCOS

 Por Roberto Mejía Alarcón


En las vísperas de la fiesta democrática que tendremos el domingo entrante, los electores fueron observadores de una noche divertida, cargada de verborrea a manera de fuegos artificiales. La mayoría de los diez candidatos a la presidencia de la república, hizo lo posible para que así fuera. Gastaron saliva con generosidad, hicieron promesas muchas de ellas irrealizables, las dádivas verbales fueron pródigas como en los tiempos pretéritos del pisco y la butifarra, el ofrecimiento del moro y el oro fue general. Todo con tal de convencer al electorado. Cómo habrá sido la cosa que hasta uno de ellos, desprovisto de todo sentido de ecuanimidad, equivocó el escenario y en lugar de ideas políticas, que ese era el cometido de la contienda cívica, embadurno el debate con improperios que no venían al caso. Todo un payaso.
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Así las cosas, puede afirmarse que si en semanas anteriores un gran porcentaje de ciudadanos tenía dudas respecto a la futura gobernanza del país, ahora la preocupación debe haberse profundizado. Por lo pronto a puertas de ir a las urnas, las encuestas revelan la existencia de un bolsón cercano al treinta por ciento de votantes que no saben a quién dar su confianza o en todo caso es posible que opten por viciar su cédula. La situación se registra en un escenario que cuenta con 22 millones 901 mil, 954 peruanos hábiles para ejercer el derecho al voto, según registro del Jurado Nacional de Elecciones.
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Las tendencias no hablan de un posible ganador absoluto. Al contrario existe el convencimiento que el domingo 10 servirá para saber quiénes serán los dos candidatos que irán a una segunda vuelta. Los nombres de Keiko Sofía Fujimori, Pedro Pablo Kuczynski y Verónica Mendoza son los más voceados. Al parecer, los demás, serán meros acompañantes de una contienda que no se ha caracterizado por una presencia efectiva de partidos con historia ni tampoco por la fuerza avasalladora de agrupaciones nuevas en verdad. En más de una de estas últimas colectividades se observa la presencia de rostros desvergonzados y hasta deshonestos, de gente que sin rubor alguno, ha pasado de una tienda a otra. Y no precisamente por convicción ideológica o doctrinaria. El arribismo y el oportunismo han estado a la orden del día.
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Lo que sucederá en esta ocasión es evidentemente un asunto de mujeres y hombres. Y no me estoy refiriendo a la nómina de candidatos, donde en la suma de diez, solamente figuran dos damas. Ocurre que este año irán a las urnas 11 millones 537 mil 364 del mal llamado “sexo débil”, cifra que representa el 50,38 por ciento del electorado. Los varones en edad de elegir llegan a la cantidad de 11 millones 364 mil 590, o sea el 49,62 por ciento. Si de números se trata, habría que tomar nota de lo siguiente: 7 millones 580 mil 758 son los votantes de Lima; con más de un millón, figuran Piura, La Libertad, Arequipa y Cajamarca. Con menos de un millón están Madre de Dios, Moquegua, Tumbes, Pasco y Tacna. Estas son algunas de las cifras.
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Si se toma en serio el llamado aquel de emitir un “voto responsable”, entonces habría que enfocar las luces hacia la juventud ciudadana. Hoy por hoy gran parte de esa responsabilidad recae en los que tienen menos de 30 años de edad. Suman 6 millones 927 mil 437 electores. Se trata del 30,25 por ciento del total de votantes. En segundo lugar y con un 18,21 por ciento se ubican aquellos que tienen entre 40 a 49 por ciento; con 13,29 por ciento , quienes están en el grupo de 50 a 59 por ciento; y con 8,55 por ciento los que integran el conjunto de 60 a 69 años de edad. Todos ellos están en el deber obligatorio de concurrir a los comicios. También hay un contingente de 1 millón 700 mil 150 ciudadanos de más de 70 años que lo pueden hacer en forma voluntaria.
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Para formarse una idea de lo ocurrido en estas vísperas electorales, podría tomarse en cuenta lo manifestado en primera plana por el diario ultraconservador, que a la letra señaló al día siguiente del debate que “los candidatos se centraron en sus principales promesas de campaña, aunque no todos explicaron cómo las podrán alcanzar”. Cierto en parte. Tal lo ocurrido con Keiko Fujimori, la heredera del pensamiento y acción política de su progenitor. Ella en un acto de desesperación y ante el aumento de su falta de credibilidad, mostró ante las cámaras de televisión un papel donde escribió su compromiso de respetar el orden democrático, los derechos humanos, las libertades de prensa y de expresión y la de no reelección inmediata presidencial. Vale decir los pecados de su padre, quien años atrás dijo a su vez “honradez, tecnología y trabajo”. 
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Por supuesto que después se zurró en tal promesa. En lo que se refiere a Pedro Pablo Kuczynski, éste mencionó algunas pinceladas de lo que mejor conoce: la economía. Sí de la economía neoliberal, que apareció en el mundo como la panacea de la solución de problemas como la pobreza y el desempleo y hoy ocurre todo lo contrario. Y si al respecto el grupo concentrado de medios, que encabeza el diario ultraconservador, persiste en andar con anteojeras, que se los quite, abra los ojos y relate lo que sucede en España, Portugal, Italia, Grecia, etcétera, etcétera. Entonces sabrá lo que es informar con independencia y veracidad.
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No todo fue equivocado o falso en lo visto y oído en estas vísperas. Sí hay algo de rescatable, eso le corresponde a una figura realmente nueva en contiendas presidenciales. Se trata de Verónika Mendoza, quien ha tenido el mérito de poner sobre la agenda política la disyuntiva de un gobierno al servicio de todos los ciudadanos y no de unos pocos.
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El hecho mismo de haber citado ello, la presenta como una candidata diferente, que comprende que una sociedad justa puede ser realizada en la medida en que se respete la dignidad trascendente de la persona humana. Esta representa el fin último de la sociedad. Lo dice la carta magna vigente, pero no se cumple. Las desigualdades, las diferencias, las exclusiones son cada vez más escandalosas. Y ya estamos en el año 2016 distante de aquel lejano 1993, cuando fue promulgada. Ahora son millones de voces que denuncian tal estado de cosas. 
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Lo ocurrido el reciente martes, con una juventud vigorosa y entregada a la causa de una auténtica democracia, diciéndole ¡no! a quien encarna la autocracia de los años noventa, es una manifestación elocuente de lo que afirmamos. No hay duda que existe pueblo responsable y consciente del futuro de la nación. Ese pueblo es aquel que reclama dignidad como derecho que pertenece a todo ser humano. Ese es el pueblo que sabe que esto es posible. Claro que sí, siempre que se elija un gobierno al servicio de todos los ciudadanos y no de unos pocos.

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