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lunes, 11 de abril de 2016

ELECCIONES EN PERÚ

LA MONA, ASÍ SE VISTA DE SEDA, MONA SE QUEDA
Por Roberto Mejía Alarcón
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Los resultados de las elecciones generales realizadas este domingo último dicen, muy a las claras, que la mayoría ciudadana no ha olvidado las perversidades de la autocracia fujimorista. El pueblo no se ha dejado engañar, no ha aceptado que le pasen gato por liebre. La multimillonaria inversión realizada, desde mucho antes de la convocatoria del proceso, no logró el éxito esperado y, ahora, no le queda otro camino que hacer un mayor derroche dinerario, para tentar suerte en una segunda vuelta. Aquel recurso mentiroso presentado a última hora, prometiendo respetar el orden democrático, los derechos humanos, las libertades de prensa y de expresión y la no reelección presidencial, no pasó de un predicamento vano, inútil. Pareciera que quienes no se dejaron impresionar por el embuste, tenían presente que “así la mona se vista de seda, mona se queda”.
Es cierto que plata no le hará falta a Keiko Fujimori. Si antes no le escaseó, recorriendo de punta a punta todo el territorio nacional, sufragando a manos llenas los gastos de comitivas muy bien alimentadas, menos le ocurrirá ahora. Cuenta para eso con bóvedas puestas a su disposición por “generosos” colaboradores, familiares y gente con poder económico que, coincidentemente, son en su totalidad, los mismos que estuvieron al lado de su progenitor, Alberto Fujimori, en aquellos tiempos de la década no muy lejana de los noventa, cuando los bienes del Estado, eran manejados, con alta dosis de corrupción, como hacienda propia. Tal “desprendimiento”, por lo demás, se ha fortalecido en los últimos años. Hay nuevos cooperantes cuyos rostros cada vez son más visibles, pero que, lamentablemente, en más de un caso, tienen un presente y un pasado no muy santo. Los de antes y los de ahora, en estas horas preocupantes es posible que se pongan a sacar cuentas, para decidir si vale la pena seguir con el despilfarro.
También es verdad que en esta campaña ha tenido a su favor una poderosa maquinaria mediática. Esta pudo caminar muy bien aceitada, no faltaron los oportunos y constantes comentarios en prensa, radio y televisión de personajes que se suponen, a sí mismos, como líderes de opinión. En paralelo, la maquinaria periodística fujimorista, anduvo de la mano con la creativa participación de publicistas que pusieron, no creo que gratis o por convicción, lo mejor de su talento, con la producción y difusión de impactantes “spots” orales y visuales. Estos deben estar más que contentos, porque de aquí a junio, mes de una segunda vuelta, hay un buen trecho por recorrer y, consiguientemente, más chamba. Al fin y al cabo negocios son negocios. Tengo la sensación que para estos expertos, los principios, los valores, pasaron de época. Para ellos, lo que manda ahora es el billete de alta denominación.
Existe un tercer ingrediente que manejó con destreza la candidata heredera de la autocracia. El activismo de grupos organizados en todas las regiones del país, con elementos que tuvieron durante el régimen fujimorista presencia visible, estuvo bien motorizado. Nada se dejó para último momento. Como ella misma ha revelado en sus discursos y declaraciones a la prensa, tal labor se ha venido realizando desde hace veinte años. Desde aquellos días cuando moza aún, era la primera dama de la nación. Cuando, entonces, disfrutaba de las mieles del gobierno dictatorial de su padre y utilizaba los servicios de transporte y apoyo logístico del Estado, para movilizarse en plan proselitista. ¡Que aprendió las mañas de ese régimen corrompedor! ¡no cabe la menor duda! Una demostración de eso, está dada por la organización denominada “Factor K” que en este último proceso, salió a las calles para aglutinar gente con espectáculos y concursos de bailes y repartir dinero con presencia de la candidata “K”. Las dádivas se entregaron a diestra y siniestra, pero el Jurado Nacional de Elecciones pasó por alto esto por decisión mayoritaria de cinco votos. Tal conducta no prevaleció así cuando se sacó de carrera al candidato César Acuña.
Ya viene la segunda vuelta. La suma de los votos de Verónica Mendoza y de Pedro Pablo Kuczynski superan a los alcanzados por Keiko Fujimori. Con ellos bastaría para que la presidencia de la República sea asumida por un régimen que sea capaz de gobernar para la gente, para toda la gente, que tenga el coraje de conducir los destinos de la nación con un cambio profundo en democracia, que destierre la palabra exclusión, olvido, marginación. O bien que tenga la firme decisión, no con maquillajes, de combatir la inseguridad ciudadana, acabar con la corrupción desde arriba y desde abajo, que ponga los cimientos de un país moderno, unido. La gran mayoría ciudadana les ha entregado su confianza y eso debe ser interpretado con serenidad, con inteligencia y pensando en que el Perú, su pueblo, especialmente el mayoritario, el de los más discriminados, merece un destino mejor.
Claro que es menester afrontar la difícil tarea de encontrar el mejor camino. Y aquí la palabra la tiene el pueblo ciudadano. El mismo que en la primera vuelta, también dio la cara y enfrentó, con la camiseta de otras agrupaciones políticas, al fujimorismo. No cayó en la celada, no se dejó maltratar con el engaño. Ese pueblo unido, y nadie más, tiene ahora en sus manos su propio futuro, de alcanzar una verdadera democracia, de convivir en paz, justicia social y dignidad humana.



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