Opinión del Editor
SOCORRO...DESPUÉS DE BACHELET VIENE EL MEO...¿SOBREVIVIRÁ CHILE?
Por Walter Krohne
Parece que al Meo ya se le pasó el cuarto de hora y pocos son lo que miran con buenos ojos un acercamiento suyo al conglomerado de la Nueva Mayoría. Especialmente en la Democracia Cristiana hay un rechazo evidente a la posibilidad de que esto ocurra. Su partido Progresista (PRO) transparentó sus intenciones de concordar con otros partidos y con la Nueva Mayoría un abanderado común, ya pensando en las municipales del próximo año. Léase esto último como Marcos Enríquez-Ominami.
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“No hay espacio para esa colectividad”, dijo la DC, que es la fuerza que se ha convertido en un obstáculo en el plano electoral. Al parecer los democristianos, al menos muchos de ellos, no se sienten muy bien en una coalición formada con los comunistas y socialistas y pepedeístas que aportan muy poco a la causa central que es la próxima elección presidencial y menos con el Movimiento Amplio Social (MAS) del senador Alejandro Navarro e Izquierda Ciudadana, de Víctor Osorio Reyes.
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La DC, con un presidente que ya no pesa y muchos dentro de su colectividad le están pidiendo que dé un paso al lado, insiste en querer llevar un candidato propio a la Presidencia, mencionándose con insistencia al senador Ignacio Walker. Pero el timonel DC Jorge Pizarro, lejos de aparecer como un líder, es en este caso una “piedra en el zapato” para muchos dirigentes que, al mismo tiempo, levantan la voz en su contra.
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El histórico personaje DC Genaro Arriagada, un diplomático que esta vez no lo fue tanto, reconoció en una entrevista con El Mercurio el sábado que “en un momento en que el tema central del país es la probidad y en que la tónica es la desconfianza, es imposible que la DC pueda participar con fuerza y credibilidad en este debate si pesa sobre su presidente (Jorge Pizarro) un manto de duda” (por la vinculación de sus hijos con las platas de Soquimich).
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Su declaración causó gran revuelo al interior del partido y también dentro de la Nueva Mayoría. Arriagada lo dijo todo de un golpe: “Plantear este asunto es, para mí, amargo; pero creo que es imposible seguir callando, al menos públicamente, pues privadamente se lo he planteado con total claridad: Jorge Pizarro debiera abandonar la presidencia del partido".
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Uno de los correligionarios de Arriagada que levantó la voz de inmediato fue el senador Andrés Zaldívar, quien brevemente señaló que lo que había dicho el histórico militante era una equivocación bárbara para no decir “metida de pata”, porque estas cosas no se pueden decir en público sino en privado y dentro del partido. “Otro que anda diciendo cosas similares es Belisario Velasco”, dijo.
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Pero el problema es mucho más de fondo y lo que ocurre nos da pena a muchos que no estamos metidos en los círculos del poder. Todos mencionan posibles candidatos y posibles nuevos grupos aliados o coaliciones, pero nadie se preocupa de los chilenos. Ya hay 7 candidatos presidenciales faltando dos años completos para la elección. A nadie le interesa que los chilenos no tengan un servicio decente de salud, que la previsión sea un desastre, que las medicinas sigan igual de caras y que los laboratorios y farmacias se enriquezcan a costa de los usuarios de todas las clases sociales por igual, que la educación siga siendo un fracaso con una reforma a medio construir y que sus estructuras se caen a pedazos.
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Para que hablar sobre lo que viene. Las cuentas que pagarán los usuarios subirán más de la cuenta porque están fijadas en UF, unidad de fomento que seguirá subiendo mes a mes por la inflación desatada que ya no parece soltarnos. Otra vez este punto nos recuerda la realidad económica que se registró durante el gobierno de Salvador Allende.
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En el fondo, esta administración ha hecho muy poco por el pueblo chileno y nos dejará igual de mal o peor cuando termine su período en 2018. Lo peor es que seguimos con la idea de “hacer experimentos” con nuevos candidatos como si fueran fórmulas “milagrosas” que al final terminan generalmente en un fracaso, además de seguir jugando con los chilenos. Y esto no pasa solamente con la centroizquierda sino también con la centroderecha, porque lo que comento en esta columna nada tiene que ver con ideologías partidos o colores políticos, se trata de nuestra propia realidad histórica, es periodismo puro.
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Nos están diciendo que ahora viene el Meo para arrasar en las urnas y comenzar a desarrollar un programa que cambiará la cara de Chile. Todo esto son puras pamplinas. Recordemos cuando llegó de vuelta a Chile Michelle Bachelet y en la comuna de El Bosque anunció su repostulación presidencial con un eufórico discurso, ni siquiera tenía un programa escrito y detallado, el que apareció sólo semanas antes de la elección, prometiendo una reforma tributaria, una reforma educacional y una nueva Constitución. De las tres no se logrará ninguna en este período presidencial, a pesar de que se “habría” conseguido el financiamiento, al menos para la educación, a través de la reforma tributaria. Todos sabemos lo que ha pasado con esta reforma, hecha a la ligera, llena de errores. Nada se nos dijo sobre el bienestar que este programa iba a significar para cada chileno. Nada, cero.
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La situación es tan grave y tratada con tanta irresponsabilidad, como es el hecho sacarle platas a las regiones para financiar la gratuidad de la educación y cumplir con una promesa política, que según se ha sabido en la discusión del presupuesto que al término de este período presidencial, el endeudamiento fiscal llegará a los 60.000 millones de dólares.
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La lista de deficiencias es larga, casi interminable, diría yo. Esto ocurre precisamente porque los políticos se dedican permanentemente a pensar en las elecciones y no en el país. Los partidos se han convertido en máquinas electorales. ¿Hace cuántos años que venimos diciendo que es una ridiculez que Chile tenga el cobre como el sueldo de Chile, sin hacer el más mínimo esfuerzo por crear otros centros de producción, y tanto gobiernos izquierdistas como derechistas sigan defendiendo el modelo del libre mercado, sin ningún control.
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Tanto es así que supermercados venden sus productos a precios irrisorios y se excusan con la tasa de inflación que sube y sube. Hoy la baja del precio del cobre y la devaluación del peso frente al dólar nos está dando más dolores de cabeza que los presupuestados o que estamos dispuestos a soportar. Y lo peor viene cuando se den datos, ojalá no maquillados, de cuánto ha avanzado la desigualdad social económica en los últimos dos años Chile. ¿Otro objetivo incumplido de Bachelet?
Hugo Enrique Latorre Fuenzalida
23 de noviembre a las 14:26
No es un manto de dudas...es más bien un manto de certezas.