La columna semanal de psicología familiar y social
¿EL AMOR NO ES ETERNO?
¿EL AMOR NO ES ETERNO?
Por Jessika Krohne
www.psicologiaglobal.cl
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El
amor entre dos personas va cambiando y presenta distintas etapas en una
relación de pareja. Hace mucho tiempo escribí una columna, donde mencioné la
hormona del amor, denominada feniletilamina, un compuesto
orgánico que es la causante del amor. Esta hormona, perteneciente a las
anfetaminas, es la responsable de que nos enamoremos y que finalmente se
trataría de una hormona de supervivencia, ya que sería la causante también de
que los seres humanos se emparejen y finalmente tengan hijos y así se mantenga
la especie humana.
Ese es el efecto de los
primeros meses de una pareja. Un enamoramiento absoluto, donde uno parece estar
como "ciego de amor" y solo percibe las cosas positivas de la pareja.
Es una pasión total, donde uno solo tiene ojos y tiempo para el otro. Esa
sensación dura tres meses aproximadamente y es muy necesaria para que las
personas se emparejen.
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El verdadero enamoramiento parece ser que
sobreviene entonces cuando se produce en el cerebro la feniletilamina.
Este amor descontrolado, tal vez un poco absurdo
no es duradero en el tiempo, ya que si fuera así, el ser humano no sería muy
eficiente en mantener otras relaciones con otras personas como amigos,
parientes o compañeros de trabajo ni tampoco podría realizar otras actividades
de una manera muy prolija, ya que en esos meses descontrolados del amor es
habitual que la persona enamorada solo tenga ojos para el otro y no sea muy
eficiente en sus quehaceres diarios. Es por eso y como la naturaleza es sabia,
ese amor se va acomodando a un sentimiento mucho más medido.
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Según la
Psicología Evolutiva, para poder sobrevivir como especie, los humanos
desarrollamos la capacidad de permanecer juntos como pareja, al menos el tiempo
necesario como para criar a un hijo (período de gestación y lactancia).
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En términos
biológicos lo que sucede, es que cuando una pareja se estabiliza en el tiempo,
va desarrollando una suerte de acostumbramiento a la presencia del otro. Aunque
la unión sea muy satisfactoria, se irá generando una tolerancia similar a la
que experimentan los drogadictos, haciéndonos resistentes a los estímulos
repetidos. Nos habituamos a esta situación. Por lo tanto, cuando las parejas
monógamas desarrollan dicha tolerancia mutua y se pierde la euforia romántica,
no significa que nos hayamos equivocado de persona ni que la relación sea
aburrida, sino que nuestros cerebros plásticos se han adaptado tan bien el uno
al otro que nos resulta mucho más difícil estimular los centros del placer,
para lo cual ayuda el realizar juntos nuevas actividades. No obstante, esto no
significa que sea imposible mantener un tipo de amor con componentes pasionales
y románticos, eventualmente, durante toda la vida.
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Pero eso depende mucho de un
trabajo muy profundo de ambos miembros de la pareja. "Regar la flor cada
día" no es un dicho absurdo. Es una pura realidad para mantener viva una
relación. Mandarse cartitas, mensajes, hacerse pequeños presentes o aparecer en
la vida del otro cuando menos lo piense, son bálsamos para una relación.
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Se podría
decir que el amor no se va acabando con el tiempo, si una pareja se encarga que
eso no ocurra, sino que las emociones y sentimientos van cambiando con el
tiempo. La pasión va cediendo espacio a otras manifestaciones tales como el
afecto, ternura, apego, pertenencia, seguridad, compañerismo y aceptación. Ello
no supone la desaparición del amor, sino que comienza una nueva fase de la
relación, más consolidada y más responsable. Se trata de un amor más sereno y
calmado, donde la comunicación es más fluida y de mayor complicidad.
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