La columna del periodista Fernández
Por Enrique Fernández
¿Pensaba acaso en la reforma constitucional, como integrante
de la Comisión de Constitución de la Cámara de Diputados? ¿Reflexionaba sobre
alguna fórmula para lograr la gratuidad de la educación o mayores recursos para
la salud? ¿Estaba preocupado por las tensiones con Perú y Bolivia y los
ejercicios militares en el norte?
.
.
- La verdad es que no puedo recordarlo –respondió el
parlamentario la noche del jueves, hablando en el programa “El Informante” de
Televisión Nacional.
No pudo recordarlo,
porque en aquella sesión de la Cámara al honorable diputado no le preocupaba
ningún asunto legislativo, ni político, ni internacional. Estaba “chateando” a
través de su teléfono celular.
Intercambiaba mensajes de contenido erótico, matizado con
groserías y alusiones de alto voltaje. Al otro lado de la línea su interlocutor
era un varón, aparentemente tan homosexual como el parlamentario.
Si estos devaneos sexuales hubieran ocurrido hace 15 años,
tal vez Guillermo Ceroni habría sido lapidado por la opinión pública, como le
ocurrió al juez Daniel Calvo en octubre de 2003. El magistrado fue descubierto
cuando entraba a un sauna gay por una cámara oculta del canal Chilevisión. Tan
grande fue el revuelo, que el juez debió abandonar la investigación, que tenía
bastante avanzada, sobre las aberraciones del pederasta y pedófilo Claudio
Spiniak, finalmente condenado a prisión. También la estación televisora fue
condenada por la Corte Suprema, en agosto pasado, a pagar al juez una
indemnización de 150 millones de pesos por el daño moral que sufrieron él y su
familia tras la difusión de aspectos de su vida privada.
Ése es el argumento que hoy plantea el diputado Ceroni, con
el apoyo de sus pares de la Cámara, en la querella que prepara “contra quienes
resulten responsables” por la publicación de las fotos que alguien capturó
desde su celular, que revelaron su homosexualidad. Tan privada era esta
realidad que ni siquiera su esposa lo sabía, pero también lo respaldó.
Por eso el diputado considera que no ha cometido ningún
error. “El error fue de los medios”, dijo en el programa de televisión,
refiriéndose a la agencia “Uno”, que captó las fotografías de la pantalla de su
teléfono, y las entregó al portal “El Dínamo”, que las publicó. “Tiene que
sentarse un precedente en Chile en temas de la ética”, agregó con énfasis.
Y de nuevo estamos en presencia de un problema ético, como
el financiamiento de la política por parte de grandes empresarios, la colusión
del papel, los pollos y los remedios, los pasajeros que suben sin pagar pasaje
a los buses del Transantiago y, por supuesto, los periodistas que se involucran
en la vida privada de los personajes públicos.
En una escueta declaración, el Colegio de Periodistas
también apoyó indirectamente al diputado del oficialista PPD, al reprobar –de
un modo igualmente ambiguo- la conducta ética de “El Dínamo” y la agencia
“Uno”. Los dirigentes gremiales recordaron el artículo 25 del Código de Ética
de los periodistas, que textualmente señala:
“El o la periodista respetará la dignidad y vida privada de
las personas. En esto se guiará por las definiciones y normas consignadas en la
legislación chilena y los instrumentos internacionales. La excepción a esta
norma se dará cuando la divulgación de actos privados sea necesaria por razones
de interés público”.
No es el caso de los devaneos sexuales del diputado, que
naturalmente no son de interés público.
Por su parte el portal “El Dínamo”, enfrentado a la
inminente querella, admitió que fue “un lamentable error” la publicación de los
mensajes del indiscreto celular. Pero el comunicado agrega un argumento que
nadie parece haber considerado en su real dimensión:
“El interés del medio fue difundir el hecho discutible de un
parlamentario realizando una actividad personal distinta a su trabajo en el
hemiciclo”.
Y ése es precisamente el error que el diputado y sus pares
de la Cámara no reconocen: En un lugar público como es el Parlamento y en una
sesión pública destinada a examinar un proyecto de ley, el señor Ceroni, que es
un personaje público, no estaba legislando sino entusiasmado en un juego
erótico propio de un recinto privado.
¿Qué pasaría si un funcionario del Registro Civil es
sorprendido viendo pornografía en su computador en horas de trabajo? Sería
sancionado con el Estatuto Administrativo. Hace sólo algunos días, cuando la
huelga de ese servicio se acercaba a las seis semanas, la ministra de Justicia
Javiera Blanco advirtió con energía: “¡Mes que no se trabaja no se paga!”.
Pero Guillermo Ceroni está convencido de que no incurrió en
ninguna falta y piensa ser candidato a senador por la región del Maule dentro
de dos años, porque quiere ascender en el escalafón de la política. Así lo
anunció al diario “La Segunda”, en otras de las tantas entrevistas que concedió
por estos días.
“Ya no es una opción para mí seguir siendo diputado”, admitió, con la certeza de quien ha superado
una etapa y merece un premio en las urnas electorales.
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