kradiario.cl

viernes, 13 de noviembre de 2015

La columna del periodista Fernández

INDISCRECIONES DE UN CELULAR


Por Enrique Fernández


¿En qué estaba pensando el honorable diputado Guillermo Ceroni cuando participaba en aquella sesión de la Cámara para estudiar un proyecto de ley en favor de los adultos mayores? ¿Pensaba en la gente de la Tercera Edad? ¿O en los compromisos incumplidos del Gobierno? ¿O en los conflictos de interés de la oposición…?

¿Pensaba acaso en la reforma constitucional, como integrante de la Comisión de Constitución de la Cámara de Diputados? ¿Reflexionaba sobre alguna fórmula para lograr la gratuidad de la educación o mayores recursos para la salud? ¿Estaba preocupado por las tensiones con Perú y Bolivia y los ejercicios militares en el norte?
.
- La verdad es que no puedo recordarlo –respondió el parlamentario la noche del jueves, hablando en el programa “El Informante” de Televisión Nacional.

No pudo  recordarlo, porque en aquella sesión de la Cámara al honorable diputado no le preocupaba ningún asunto legislativo, ni político, ni internacional. Estaba “chateando” a través de su teléfono celular.

Intercambiaba mensajes de contenido erótico, matizado con groserías y alusiones de alto voltaje. Al otro lado de la línea su interlocutor era un varón, aparentemente tan homosexual como el parlamentario.

Si estos devaneos sexuales hubieran ocurrido hace 15 años, tal vez Guillermo Ceroni habría sido lapidado por la opinión pública, como le ocurrió al juez Daniel Calvo en octubre de 2003. El magistrado fue descubierto cuando entraba a un sauna gay por una cámara oculta del canal Chilevisión. Tan grande fue el revuelo, que el juez debió abandonar la investigación, que tenía bastante avanzada, sobre las aberraciones del pederasta y pedófilo Claudio Spiniak, finalmente condenado a prisión. También la estación televisora fue condenada por la Corte Suprema, en agosto pasado, a pagar al juez una indemnización de 150 millones de pesos por el daño moral que sufrieron él y su familia tras la difusión de aspectos de su vida privada.

Ése es el argumento que hoy plantea el diputado Ceroni, con el apoyo de sus pares de la Cámara, en la querella que prepara “contra quienes resulten responsables” por la publicación de las fotos que alguien capturó desde su celular, que revelaron su homosexualidad. Tan privada era esta realidad que ni siquiera su esposa lo sabía, pero también lo respaldó.

Por eso el diputado considera que no ha cometido ningún error. “El error fue de los medios”, dijo en el programa de televisión, refiriéndose a la agencia “Uno”, que captó las fotografías de la pantalla de su teléfono, y las entregó al portal “El Dínamo”, que las publicó. “Tiene que sentarse un precedente en Chile en temas de la ética”, agregó con énfasis.

Y de nuevo estamos en presencia de un problema ético, como el financiamiento de la política por parte de grandes empresarios, la colusión del papel, los pollos y los remedios, los pasajeros que suben sin pagar pasaje a los buses del Transantiago y, por supuesto, los periodistas que se involucran en la vida privada de los personajes públicos.

En una escueta declaración, el Colegio de Periodistas también apoyó indirectamente al diputado del oficialista PPD, al reprobar –de un modo igualmente ambiguo- la conducta ética de “El Dínamo” y la agencia “Uno”. Los dirigentes gremiales recordaron el artículo 25 del Código de Ética de los periodistas, que textualmente señala:

“El o la periodista respetará la dignidad y vida privada de las personas. En esto se guiará por las definiciones y normas consignadas en la legislación chilena y los instrumentos internacionales. La excepción a esta norma se dará cuando la divulgación de actos privados sea necesaria por razones de interés público”.

No es el caso de los devaneos sexuales del diputado, que naturalmente no son de interés público.

Por su parte el portal “El Dínamo”, enfrentado a la inminente querella, admitió que fue “un lamentable error” la publicación de los mensajes del indiscreto celular. Pero el comunicado agrega un argumento que nadie parece haber considerado en su real dimensión:

“El interés del medio fue difundir el hecho discutible de un parlamentario realizando una actividad personal distinta a su trabajo en el hemiciclo”.

Y ése es precisamente el error que el diputado y sus pares de la Cámara no reconocen: En un lugar público como es el Parlamento y en una sesión pública destinada a examinar un proyecto de ley, el señor Ceroni, que es un personaje público, no estaba legislando sino entusiasmado en un juego erótico propio de un recinto privado.

¿Qué pasaría si un funcionario del Registro Civil es sorprendido viendo pornografía en su computador en horas de trabajo? Sería sancionado con el Estatuto Administrativo. Hace sólo algunos días, cuando la huelga de ese servicio se acercaba a las seis semanas, la ministra de Justicia Javiera Blanco advirtió con energía: “¡Mes que no se trabaja no se paga!”.

Pero Guillermo Ceroni está convencido de que no incurrió en ninguna falta y piensa ser candidato a senador por la región del Maule dentro de dos años, porque quiere ascender en el escalafón de la política. Así lo anunció al diario “La Segunda”, en otras de las tantas entrevistas que concedió por estos días.

“Ya no es una opción para mí seguir siendo diputado”,  admitió, con la certeza de quien ha superado una etapa y merece un premio en las urnas electorales.


No hay comentarios.:

Publicar un comentario