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domingo, 15 de noviembre de 2015

DRAMÁTICA ADVERTENCIA DESDE LA “CIUDAD LUZ”: LA TERCERA GUERRA HA COMENZADO
Por Marcel Garcés
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El mundo ha sido notificado este viernes 13 de de noviembre de 2015, de una manera brutal, pero no sorpresiva, que está viviendo una nueva forma de guerra. Se trata de una tercera guerra mundial,  sin fronteras, sin  Estados en confrontación, sin una declaración formal de hostilidades, sin  identificación de combatientes. Es una guerra total.
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El ataque en la “Ciudad Luz”, centro cultural e histórico de Occidente, según parece, confirma que   estaremos condenados a convivir con el terror, el miedo, la incertidumbre y la inseguridad. Francia, Europa en general, Occidente, tienen una bomba bajo sus pies.
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Lo de este viernes, es solo una macabra advertencia, pero también una escaramuza, de una confrontación que se inició con el colonialismo, pero que revive cada cierto tiempo, como con las agresiones y  ocupaciones recientes de Irak, Libia, y la guerra civil desatada contra el gobierno de Siria por Estados Unidos, la OTAN, apoyando y financiando con su máquina de guerra, recursos y asesores militares, a los insurrectos.
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Pero el resto del mundo no está ajeno ni a salvo de la barbarie, de una lógica  de guerra impuesta en ese escenario - el mundo islámico- por ambas partes.
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Solo que ahora, de manera dramática se ha notificado al mundo que el escenario de la confrontación se amplía al Viejo Continente. Ya antes, el 11 de septiembre de 2001, quedó claro que Estados Unidos tampoco estaba a salvo.
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Es lo menos que uno puede  pensar tras el atentado terrorista en Paris, que nos ha impactado de manera brutal,  informados  y sensibilizados a través de los medios de comunicación internacionales.
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Más de 150 muertos y un centenar de secuestrados, según balances preliminares, un país aterrado, enrejado  en una  cápsula de seguridad nacional, en Estado de Emergencia, con sus fronteras cerradas,  estricta y sumamente vigilados, con las tropas militares en la calle, rostros consternados, muerte, dolor,  grafican una situación, que sin embargo, no se agota en la crueldad  de los hechos que hoy conmueven.
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Mucho menos en el asombro o en la sorpresa
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Lo cierto es que, aunque relegadas a una breve  columna, las agencias internacionales de noticia dan cuenta de los centenares de muertos de cada día, en combates, atentados, de una guerra desatada por Occidente, como  parte de una política de agresión, intervención, ocupación y genocidio que busca imponer una dominación política , económica y militar, que los medios buscan encubrir.
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 Es obvio.
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Estamos viviendo en una emergencia que amenaza no solo una forma de vida, un estilo de vida, sino una manera de entender la convivencia humana. Se trata de un atentado a la democracia, 
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Hay una tercera  guerra mundial en marcha
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Hay gente que no ha encontrado otro camino que el de la violencia, como respuesta a agresiones brutales a sus culturas, sus religiones, sus maneras de vivir,  su soberanía e independencia y en reacción a su miseria, su marginalidad y su falta de horizontes.
Al intento de una hegemonía colonial del siglo 21, de la proclamación de un supuesto derecho mesiánico a intervenir política, militarmente, culturalmente en regiones  del mundo, el mundo musulmán, la cultura islámica, se responde con las clásicas  armas y métodos de lucha de los  subyugados, de los oprimidos.
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Pero el terror brutal no es  exclusivo de fedayines
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Bien lo saben los franceses, que han dado incluso teóricos destacados de la teoría y practica del terrorismo  con el que enfrentaron la lucha de liberación  anticolonialista en Indochina (el actual Vietnam) y sobre todo en Argelia,  como el coronel Roger Trinquier, cuyas “enseñanzas”, llegaron a Chile  con Pinochet, a través de la formación y entrenamiento recibido por los esbirros locales de la Escuela de las Américas de Estados Unidos y de los servicios represivos de Brasil.
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El drama de las muertes inocentes vivido en Francia este viernes 13 viene a ser,  desde el punto de vista bélico,  un cálculo de bajas previsibles desde que la doctrina militar e hipótesis de conflicto global del Pentágono, y en consecuencia de la OTAN,  apuntando al mundo musulmán, como “enemigos”,  post Guerra Fría, luego de armar, entrenar,  estimular y financiar  a los combatientes  de Al Qaeda y Osama Ben Laden,  para desestabilizar y atacar a la Unión Soviética.
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Para los estrategas de Occidente, las víctimas de los aviones de pasajeros o trenes saboteados, de los atentados contra mercados, restaurantes  o lugares de concentración de personas como mercados o estadios, templos o salas de concierto,  no son más que victimas colaterales,  que  a lo sumo se utilizan para  estremecer  o emocionar a una opinión pública mundial ya domesticada con la lógica maniqueísta  del “amigo- enemigo”, o la demonización del otro.
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En todo caso, la historia ha demostrado que, además de ser un costo inútil para las causas que se asumen como justificadoras o la demagogia que se esgrime para fundamentarlo, el terrorismo  se instala como discurso y practica cuando no se logra convencer de los argumentos a las mayorías, ni a los que se considera propios beneficiarios de esa lucha.
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Es obvio que en el mundo hay muchos motivos para luchar, de convencer, de enojarse. Sobre todo en el Oriente Medio, pero no solo allí.
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En el mundo musulmán hay injusticia social, miseria, explotación, represión brutal,  pero sobre todo inequidad, brutal diferencia entre ricos y pobres, oligarquías corruptas.
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La guerra contra Occidente, de la manera con que algunos  pretenden contra los “infieles”, puede  ofrecer un camino de sacrificio  de muchos pobres  y desamparados,  pero no los libera de sus jeques  que adoran los petrodólares, de los que llevan su harem en aviones privados a las playas del Mediterráneo español, o de la Riviera francesa.
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Pero además hay intereses en Occidente, en los servicios secretos de Estados Unidos y de la OTAN,  y en el Complejo Militar Industrial y los barones del Petroleo o de la Banca Internacional, interesados en  promover la convulsión en el mundo musulmán, aunque sea a costa de víctimas fatales occidentales, aunque lo cierto es la estricta verdad que el mundo árabe, los musulmanes, los que se inspiran en el Islam, en sus distintas expresiones han pagado solo en estos últimos años de la nueva agresión imperial contra ese mundo, con centenares de miles de victimas.
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Lo claro es que los atentados terroristas de este viernes 13, en Paris, solo confirma una vez más que hay una tercera guerra mundial en marcha, donde no valen las fronteras, y según parece, ni siquiera las ideologías o religiones. Ni menos las consideraciones humanitarias: la guerra como en la guerra.
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Es una guerra donde no valen las consideraciones, ni las legislaciones que la humanidad ha ido instalando para “humanizar” los conflictos, que por otro lado, nunca han sido consideradas ni respetadas por los colonialistas  y agresores de ayer y de hoy.
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Una maligna estrategia bélica  de dominación global ha sido puesta en marcha por Occidente y es obvio que los actos terroristas de este viernes 13 en Paris, no son sino respuestas desesperadas, también de una estrategia que apunta  a las “vulnerabilidades”  de Occidente.
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Claramente no se puede justificar el balance, quizás aun preliminar e incompleto de esta  acción terrorista, ni las víctimas inocentes. Definitivamente no hay concordancia entre los fines y los métodos. Y las consecuencias de este acto puede que las tengan que pagar además millones de emigrantes musulmanes que viven en Europa, por lo menos  en racismo, discriminación e inequidad.
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Pero, a no ser hipócritas o ingenuos. El terrorismo no lo inventaron los fedayines, ni Al Qaeda, ni el llamado Estado Islámico. Lo instalaron  otros y hace mucho tiempo, en la historia del mundo musulmán, de Europa y en el mundo.

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