LA IRRESPONSABILIDAD DE DIVIDIRSE
Por Camilo Escalona
En días recientes, a propósito de los Pactos electorales se
generó un debate nada de fraterno, sino que indebidamente agrio y áspero,
dentro de los partidos y corrientes de opinión, que hoy configuran la Nueva
Mayoría, base de sustentación política del gobierno, encabezado por la
Presidenta Bachelet.
Atravesar esta etapa del periodo presidencial, con un
quiebre del bloque político formado para apoyar este cuatrienio gubernativo,
sería actuar con un apresuramiento que generaría un escenario de negativos
efectos para las fuerzas que asumieron el compromiso de trabajar conjuntamente
en la tarea de conducir el Estado, desde el gobierno, en nuestro país. En nada
se avanzaría en la superación de la
crisis de legitimidad que afecta a la política.
Ante la desunión, la ciudadanía no podría aceptar que por
las diferencias para conformar las nóminas de las candidaturas a los
municipios, se deje de lado una acción de gobierno que lleva adelante reformas
estructurales, que se han explicado como centrales para lograr un país mejor y
una comunidad nacional inclusiva y solidaria; significaría que lo que se dijo y
expuso no era tan sincero o no era tan esencial. Es evidente que la legitimidad
política se vería aún más dañada. Entonces, hay que mirar por encima del día a
día y reafirmar que la unidad es lo fundamental.
En el PS he propuesto e insistido en la idea que se presente
una lista única del bloque de gobierno en las postulaciones a los Consejos municipales,
la fortaleza de esta opción es que logra la participación de todos sin que las
fuerzas se dividan en diferentes pactos, que siembran roces y desunión. Por
eso, la alternativa de más de un pacto, hasta el presente, sólo consigue agriar
o enturbiar el escenario, pues obliga a establecer agrupamientos que subdividen
y polarizan, en lugar de fortalecer a la Nueva Mayoría.
Me permito advertir, solemnemente, que así comenzó, el año
2008, con estos roces y divisiones, la ruta que concluyó con la derrota presidencial
del 2009 y el triunfo de Piñera.
Lo extraño es que se rechaza la idea de la lista única, con
el argumento que no hay “cupos” para todas las candidaturas. Ante ello, para
evitar el descontento hay que dividirse, sin que a nadie le guste y sin que
tampoco haya quien lo postule como deseable, sino como el imperio de lo
inevitable. Es claro que esta opción tiene como sustento satisfacer las
presiones internas que se produce en cada formación partidaria.
Pareciera que eso es lo que se va a imponer finalmente, pero
es una lógica paradojal, en el fondo, no tiene coherencia. Es el vértigo de
peleas sin sentido, o porque las directivas no quieren o no pueden hacerse
cargo de los reclamos de quienes quedarían sin cupo. Hacer las cosas para que
quienes piden cupos lo tengan, me parece que es la renuncia a la
responsabilidad de conducir.
Ante esta muestra del debilitamiento del rol conductor de
los Partidos, me permito insistir en aquello que planteé en el seno del PS, que lo que debiese guiar
esta decisión es el bien común de todas las fuerzas y no la rendición a un mal
entendido “basismo”; o sea, una traducción errada del respeto a las bases de
cada conglomerado, la creencia que todo lo que se comenta o circula es
valedero, sin reparar si es bueno o malo, y si expresa o no una mayoría capaz
de enfrentar los retos de cada etapa de la lucha política.
Tengo la convicción que lo que las bases están pidiendo es
algo muy diferente al culto de la improvisación y la espontaneidad; la clave es
muy diversa y requiere que sus
organizaciones políticas se sitúen a la altura de las exigencias y decidan con
convicción, mirando el futuro, aquel que aconseja velar por la unidad y la
proyección de la Nueva Mayoría.
Si no hay argumentos para rebatir que una lista única a
concejales es lo más conveniente, aunque tenga desventajas, es lo que debiera
hacerse, ahora.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario