VENEZUELA 1984 - CHILE 2015-KRADIARIO
CHIVO QUE SE
DEVUELVE, SE DESNUCA
Por Hugo Latorre Fuenzalida
En los decires venezolanos, el presidente Luis Herrera
Campins (1979–1984) era hombre llanero y versado en
estas sentencias populares. Una vez, cuando el presidente Jaime Ramón Lusinchi (1984-1989) reconoció
ante el país con su declaración de que: “La banca internacional me engañó”
(sucedió cuando Lusinchi se niega a firmar la negociación conjunta de la deuda
latinoamericana en el encuentro de Montevideo, con lo cual echa por tierra una
gran oportunidad para aliviar los escuálidos fondos de América Latina, y todo
bajo la promesa de los banqueros internacionales de que darían trato
preferencial a Venezuela, cosa que ciertamente no ocurrió). El expresidente
Herrera le responde por los medios: “Tarde piaste pajarito”.
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Y creo que fue al presidente Carlos Andrés Pérez, cuando en
su segundo gobierno comienza a aplicar
políticas de ajuste, de claro tinte neoliberal, lo que ocasiona el
“levantamiento de Caracas”, que el presidente Herrera Campins sale con otra de
sus célebres sentencias: “Chivo que se devuelve, se desnuca”. Esto, haciendo
alusión a una política populista y derrochadora del primer gobierno de Carlos
Andrés Pérez.
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Pues bien, esto es aplicable al gobierno de la Nueva Mayoría
que luego de lanzar la más audaz de las reformas que ha vivido Chile desde la
dictadura, de pronto, sin mediar una crisis de proporciones, se echa pie atrás,
se retracta el gobierno de sus recientes decires y se aventura en una
recomposición conservadora dominada por los viejos estandartes de la
Concertación y del camino de “lo posible”, de “los acuerdos”, de “los pactos”,
que en el fondo no es más que la reinstalación de la vieja “Concertación” con
su inmovilismo pasivo, retardatario y diletante.
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Cuando uno se propone hacer reformas de la magnitud que
propuso la Nueva Mayoría, no debe andar con medias tintas en el objetivo de
recaudar fondos. Por el contrario, debe asegurarse una cartera holgada, para lo
cual no puede ni debe instalar reformas tributarias que dependan de los niveles
de ganancias, solamente, pues sabemos que esas ganancias son cíclicas en las
economías que dependen fuertemente de las materias primas. Para cualquier
planificador económico debe existir un plan de recaudación (a) otro (b) y
también un (c), pero siempre dejando en cada uno un margen de variabilidad
excedentario sobre los ingresos.
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Lo que no se podía hacer era esto de calcular sobre el
mínimo atendible y luego quedar cortos
en un 30% antes de partir con las reformas.
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Entonces, ante este desaguisado de planificación, el chivo
se devuelve y pretende bajarse de la ladera empinada donde se había encaramado.
Esta vergüenza, este fracaso, esta humillación se veía venir, con un ataque
feroz desde el lado de los poderes instalados en el sector de la economía oligárquica
y de sus servidores en el Congreso. Las voces agoreras se lanzaron como jauría
a atacar las reformas y ahora comienza
la poda de lo poco o nada que se había anticipado.
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Esto significará la ruina política de la Nueva Mayoría, que
no alcanzó a ser más que un estandarte electoralista, levantado y echado por
tierra ante el primer cañonazo proveniente de los poderes fácticos y de las
quintas columnas al interior de sus propias filas.
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Gutember Martínez y la derecha, Allamand y otros, vocean que
se ha perdido la mayoría en las encuestas, y por lo tanto la ventaja obtenida
en las presidenciales ya no existe, por lo que se debe anular el plan de
reformas prometido. Esa interpretación sesgada de las encuestas conviene
enormemente a los sectores conservadores de la Nueva Mayoría y a la derecha
empresarial y política.
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Pero esa interpretación es esencialmente falsa, por cuanto si usted
pregunta informadamente a la gente y de manera selectiva y no a bulto, si tales
o cuales reformas son aceptables, el 70% le dirá que sí. Lo contrario sería
pensar que los chilenos que votaron a favor de las reformas, apenas un año
atrás, son unos irresponsables o unos veletas, faltos de consistencia y de
consecuencia.
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Porque lo que la
gente rechaza a bulto en las encuestas es a toda la clase política, con
reformas o sin ellas; la rechaza de manera transversal. Lo que la gente está
expresando es un enojo e incredulidad ante cualquier acción de estos políticos,
luego que se ha conocido la forma de actuar desvergonzada, corrupta, lenitiva y
desprolija de todos ellos.
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La caída de la presidenta Bachelet comienza con el caso
Caval y no con las reformas; juntamente con ella caen los de la derecha, por el
caso Penta. Es decir, lo que hay es una impugnación a la clase política y no a
las reformas, como pretende Martínez, Walker y la derecha empresarial y
política. De ser las reformas la causa de la caída en las encuestas, se daría
necesariamente una subida del lado de quienes se oponen a las reformas, es
decir del lado de la derecha. Pero eso no acontece, por el contrario, cae tanto
o más que la Nueva Mayoría.
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Eso quiere decir que no es imputable la caída en las medidas
de opinión a las reformas, por mal implementadas que vayan, sino a la crisis
moral del sistema político, a la crisis económica que enoja a la gente y opina
con desdén y rechazo, sin diferenciar quién es culpable.
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La derecha argumenta sobre la crisis, como si esta se
debiera a las reformas. Cualquiera con algo de luces sabe que esa es otra
engañifa derechista, pues la crisis se viene desatando desde el gobierno de
Piñera y sólo se continúa en esta etapa; se sabe que Piñera tuvo la fortuna de
tomar la fase reconstructiva del terremoto del 2010 y la fase en curso de las
últimas grandes inversiones mineras y de la expansión del consumo interno, lo
que le proporcionó una aureola de eficiencia que su gobierno no merecía. Basta
recordar el primer año y medio del gobierno de Piñera, donde el crecimiento era
lento, al igual que su última etapa.
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Bien sabemos que la economía chilena funciona al vaivén de
los precios de las materias primas y de los movimientos telúricos y bursátiles
financieros del mundo, y también de nuestra movediza geografía.
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Pero los viejos estandartes del conservadorismo
transaccionista siguen pretendiendo que en Chile siga todo igual que antes,
pues todo estaba bien, a su juicio cómodo, apoltronado y bizco. Pero sabemos que si el chivo quiere devolverse, lo más
probable es que se desnuque.
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