COLUMNA DE ENGEL-KRADIARIO
.
A CUATRO MESES DEL INFORME ENGEL
Por Eduardo Engel (*)
Quien haya bautizado la comisión que me tocó presidir como
el Consejo Asesor Presidencial contra los Conflictos de Interés, el Tráfico de
Influencias y la Corrupción podrá postular al nombre más largo que jamás haya
tenido una comisión, pero reprobaría, sin apelación, un curso introductorio de
comunicaciones por poner todo en negativo y por su escasa capacidad de
síntesis. Más parece el primer párrafo de un decreto presidencial que el nombre
de una comisión. Es por eso que al cumplirse cuatro meses desde que concluyera
nuestra labor me uno, no sin rubor, al selecto grupo de políticos que se
refieren a sí mismos en tercera persona y hablo del Informe Engel.
¿En qué van las 21 iniciativas legales y las 14 medidas
administrativas que tienen su origen en el Informe Engel?
Comencemos por convenir que la parte comunicacional está al
debe. Nadie es capaz de seguir 35 iniciativas que corren por carriles
distintos, y el gobierno ha hecho poco para facilitar dicha labor. En lugar de
usar una o dos ideas-fuerza que capturen la esencia de todas las iniciativas,
por ejemplo “más y mejor democracia”, durante mayo y junio tuvimos semanas con
múltiples ceremonias, cada una para anunciar una iniciativa distinta, donde
hasta los más motivados fueron perdiendo el interés.
Tampoco es posible que el Congreso procese un número tan
abultado de iniciativas legislativas. Aquí ha habido avances y recientemente se
anunció que seis proyectos serán aprobados durante lo que queda de 2015 y otros
seis durante el primer trimestre de 2016.
Las propuestas del Informe Engel se agrupan en 21 áreas
temáticas. Hay áreas con claros avances y otras donde no ha pasado
prácticamente nada. Sin embargo, durante las últimas semanas el foco de la
atención pública ha estado en la reforma de los partidos políticos y su
financiamiento público.
Democracia interna en los partidos
.
El Informe Engel condicionaba la entrega de platas públicas
a los partidos a que éstos asumieran estándares de democracia interna ausentes
en la actualidad. Ni un peso para los partidos que funcionan como lo hacen hoy,
pero acuerdo unánime del consejo para darles recursos públicos a partidos con
una sólida democracia interna, transparentes y programáticos. Es preocupante,
entonces, que los temas de democracia interna y financiamiento público estén en
proyectos de ley distintos, lo cual dificulta negociar el condicionamiento y
puede llevar al escenario impresentable en que se apruebe el financiamiento
público sin que se aprueben las exigencias de democracia interna.
La situación es peor, sin embargo. Aun si se aprueban las
exigencias de democracia interna, en la versión actual del proyecto estas son
sumamente débiles, por lo cual no justificarían la entrega de recursos públicos
a los partidos. Es por eso, probablemente, que el gobierno está considerando
una serie de indicaciones para aumentar las exigencias de democracia interna.
La reacción de los partidos, de gobierno y de oposición, ha sido negativa.
¿Por qué importa tanto tener partidos con democracias
internas sólidas? ¿Por qué es poco satisfactoria la situación actual? El tema
es clave y desconocido por la inmensa mayoría de las personas que no militamos
en un partido.
Los problemas de los partidos comienzan con los padrones
electorales que no son confiables y que permiten la existencia de los llamados
caciques o caudillos. Los caudillos inscriben a decenas (a veces centenares) de
militantes con direcciones falsas, de modo que sólo ellos pueden contactarlos.
De esta manera, para ganar una elección interna, importa más obtener el apoyo
de los caudillos, típicamente a cambio de favores, que proponer políticas que
representen mejor la doctrina, ideología, programa y necesidades de los
afiliados al partido.
.
Se privilegia a los incondicionales por sobre los
ciudadanos bien formados y con inserción social, bajando la calidad del
reclutamiento partidario. Además, normalmente a estos incondicionales no se les
ofrece cursos de formación ni de capacitación. También hay problemas con el
proceso de ingreso de nuevos afiliados que no responden a caudillos, pues se
acepta a algunos y se extravían las solicitudes de otros, probablemente
dependiendo de la cercanía del postulante a la directiva partidaria.
A los problemas anteriores se agregan procesos electorales
poco transparentes para elegir las directivas de los partidos, donde el Servel
no garantiza que las preferencias de quienes votan se vean reflejadas en los
resultados que se reportan y donde frecuentemente hay acusaciones de fraude. Y
por si todo lo anterior no bastara, los tribunales de disciplina de los
partidos a veces son controlados por las mayorías y se usan para acallar a las
minorías, sin debido proceso y sin acceso a instancias externas en caso de
abusos.
Así son nuestros partidos. De estas instituciones emanan
nuestros presidentes, senadores, diputados, alcaldes y demás autoridades
elegidas. De estas instituciones también viene la mayoría de quienes ocupan
altos cargos en el Ejecutivo. El proceso viene viciado en su origen.
La ley de partidos debiera considerar un rol clave para el
Servel en las elecciones internas y del Tricel como ente externo al cual pueden
apelar los militantes y quienes no son aceptados en el partido. El proyecto que
tramita el Congreso incluye muy poco en esta línea, los partidos reclaman que
no quieren la “injerencia del Estado”, aunque no les molesta acceder a las
“platas del Estado”. Si las elecciones en que participan todos los chilenos son
supervisadas por el Servel, ¿por qué no se puede tener al Servel supervisando
las elecciones internas de los partidos?
Ni el proyecto de ley ni las eventuales indicaciones del
Ejecutivo llevan a una solución satisfactoria en el tema del padrón de los
partidos. Ambas consideran reinscribir sólo una fracción del padrón, lo cual no
resuelve el problema de los caudillos. No hay vuelta que darle, si queremos
partidos con democracia interna efectiva debemos exigir la reinscripción de
todos los militantes, sin excepción.
Los partidos dan una serie de argumentos técnicos de por qué
no es conveniente reinscribir a todos sus afiliados, ninguno de ellos
convincente. Más bien parece ser que las directivas actuales tienen temor a
perder cuotas de poder y verse obligados a sincerar que sus afiliados efectivos
son menos de lo que indican sus registros.
.
Un nuevo Servel
.
A comienzos de abril envié una carta a la Presidenta, en
calidad de presidente del Consejo Asesor, solicitando que retrasara unas
semanas el envío del proyecto de ley para fortalecer al Servel, con más
recursos y una nueva organización interna. La Presidenta acogió la petición. La
carta fue motivada porque la ministra de la Segpres había comprometido dicho
envío para el 15 de abril. Pues bien, han transcurrido más de cuatro meses y
todavía no ingresa el proyecto de ley con la nueva orgánica del Servel. El tema
es urgente.
El nuevo Servel debe estar funcionando en 10 meses, cuando
comiencen las campañas para las primarias de las municipales del próximo año,
con la capacidad de fiscalizar en terreno al menos una fracción importante de
las elecciones. Tomará varios meses reestructurar el Servel, contratar a los
nuevos funcionarios, echar a andar los nuevos procesos. Se trata de un desafío
de gestión mayor. Si el Servel no tiene la capacidad de fiscalizar debidamente
en las próximas elecciones municipales, cualquier posibilidad de recuperar la
confianza ciudadana se puede terminar esfumando de manera definitiva.
Se necesitan tres para bailar este tango
.
Los desafíos están planteados, la pregunta es quién tiene el
liderazgo para enfrentar estos desafíos. La respuesta es que se necesita de
tres actores. En primer lugar está el Ejecutivo, partiendo por la Presidenta y
los ministros claves. Aunque han dado muestras claras de compromiso con esta
agenda, ellos no bastan. Porque requieren de los votos de los parlamentarios,
porque los niveles de apoyo que tienen son bajos. Aunque todavía minoritarios,
en semanas recientes han emergido liderazgos interesantes en el Congreso, entre
ellos el presidente del Senado, Patricio Walker, quien se ha comprometido a
apoyar la reinscripción de todos los afiliados a los partidos.
Para convencer a los parlamentarios se necesita también un
rol más activo de las organizaciones sociales y la sociedad civil. Lo sucedido
hace poco más de un mes, luego de la denuncia de una indicación que permitía el
financiamiento de los partidos por parte de empresas es interesante. Más allá
de que los legisladores y el Ejecutivo se culparon mutuamente, lo relevante es
que una vez que la opinión pública se enteró del “error” y puso presión, éste
fue corregido rápidamente.
Se necesita de actores de la sociedad civil, del Ejecutivo y
del Legislativo para introducir y aprobar los cambios que requiere el proyecto
de ley de partidos políticos. No será fácil, pero tampoco es imposible. Es el
momento para que emerjan y se potencien liderazgos claves que se jueguen por
una mejor democracia.
.
(*) Blog de Engel quien publica en La Tercera
No hay comentarios.:
Publicar un comentario