VIOLACIONES DE LA DICTADURA-KRADIARIO
LOS PRINCIPALES ENCUBRIDORES DE LOS CRÍMENES DE LA DICTADURA
Por Rafael Luis Gumucio Rivas
Al fin, en este país de hipócritas – y a veces cínicos – alguien se atreve a decir la verdad: la madre de Rodrigo Rojas Denegri, Verónica, expresó, sin pelos en la lengua, aquello que la casta política y algunos “lameculos” entre los periodistas - que estos últimos no se han atrevido a decir, bien porque los canales de radio y televisión pertenecen a los que otrora fueron partidarios del golpe militar, o a los ambiciosos y corruptos, marionetas de los empresarios de la Concertación, o de tanto esconder la verdad, se acostumbraron a creer que los ex Presidentes de la Concertación eran personas honorables y que merecían todo su respeto – no querían dar a conocer la violación flagrante a los derechos humanos, bien por intereses personales o por miedo a perder su puesto de trabajo todavía en Chile hay despistados que confunden libertad de empresa periodística con libertad de prensa, como también hay tontos que votarían de nuevo por los traidores de la Concertación o por el frívolo y ricachón, Sebastián Piñera.
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Al fin, en este país de hipócritas – y a veces cínicos – alguien se atreve a decir la verdad: la madre de Rodrigo Rojas Denegri, Verónica, expresó, sin pelos en la lengua, aquello que la casta política y algunos “lameculos” entre los periodistas - que estos últimos no se han atrevido a decir, bien porque los canales de radio y televisión pertenecen a los que otrora fueron partidarios del golpe militar, o a los ambiciosos y corruptos, marionetas de los empresarios de la Concertación, o de tanto esconder la verdad, se acostumbraron a creer que los ex Presidentes de la Concertación eran personas honorables y que merecían todo su respeto – no querían dar a conocer la violación flagrante a los derechos humanos, bien por intereses personales o por miedo a perder su puesto de trabajo todavía en Chile hay despistados que confunden libertad de empresa periodística con libertad de prensa, como también hay tontos que votarían de nuevo por los traidores de la Concertación o por el frívolo y ricachón, Sebastián Piñera.
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La
señora Verónica Denegri zarandeó, a su
gusto al periodista entrevistador de CNN Chile, y lo trató de ignorante y desinformado al
afirmar que ella se había entrevistado con Enrique Correa - en ese entonces
Secretario General de Gobierno – diálogo que dio pié a una seguidilla de verdades, por ejemplo,
que “Patricio Aylwin había sido un golpista”; que “Eduardo Frei Ruiz-Tagle
había sido muy cobarde, a diferencia de su hermana Carmen, en defensa de su
padre, contra sus asesinos”, en la clínica Santa María; a José Miguel Insulza,
lo acusa de “haber traído al dictador de vuelta”, cuan
do estaba preso en Londres. “Algunos de ellos son candidatos a la presidencia, no voten por ellos”. También para la Presidenta Bachelet hubo un mensaje: que “cerrara, de una vez por todas, Punta Peuco” y que además, “quitara a los condenados por crímenes de lesa humanidad los privilegios de que aún gozan”.
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La madre de Rodrigo Rojas Denegri no usa el lenguaje hipócrita de muchos chilenos, sino que va directo al objeto: sostiene que no perdona, que al ejército chileno hay que cambiarlo radicalmente y que hemos avanzado muy poco en el respeto a los derechos humanos; también reconoce la valentía del juez Mario Carroza, quien está cargo de la investigación del caso “quemados”.
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Los famosos “pactos de silencio”, que no tiene ninguna característica de voluntaria, sino una coacción del mando jerárquico del ejército, se han mantenido desde el comienzo de la transición democracia hasta hoy, y muchos del número de víctimas han sido de soldados conscriptos que, en los años de la represión, tenían menos de 20 años. Con la declaración de uno de ellos, Fernando Guzmán, se ha destapado una faceta de la forma en que la División del ejército desarrollaba la estrategia de coacción para evitar ser enjuiciados por crímenes de lesa humanidad – les obligaban a aprender de memoria las declaraciones ante el fiscal o el juez, así como se les aseguraba algunos beneficios, como salud, ascenso y mejores sueldos y, a su vez, se les amenazaba de muerte no sólo a ellos, sino también a sus familias -.
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El arrepentimiento y denuncia pública del conscripto Fernando Guzmán está permitiendo conocer a fondo quiénes eran los oficiales culpables del hecho brutal de quemar vivos a los jóvenes Carmen Gloria Quintana y Rodrigo Rojas Denegri, el de julio de 1986, durante una de las protestas contra la dictadura fascista de Augusto Pinochet.
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El oficial de inteligencia del ejército, Julio Castañer, en ese entonces teniente, fue el autor del inicio del incendio que quemó vivos a los jóvenes, luego abandonados a su suerte en una zanja de Quilicura, quien en vez de ser juzgado y condenado como correspondía, ascendió en el ejército, incluso fue becado por la institución para cursar estudios de ciencia política, convirtiéndose luego en profesor de la Universidad de Magallanes.
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Por suerte aún en Chile restan personas que denuncian las traiciones de los personajillos de la Concertación respecto de los derechos humanos. Desde hace tiempo, Chile está podrido moralmente y de no mediar una refundación republicana, vamos derecho al marasmo.
do estaba preso en Londres. “Algunos de ellos son candidatos a la presidencia, no voten por ellos”. También para la Presidenta Bachelet hubo un mensaje: que “cerrara, de una vez por todas, Punta Peuco” y que además, “quitara a los condenados por crímenes de lesa humanidad los privilegios de que aún gozan”.
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La madre de Rodrigo Rojas Denegri no usa el lenguaje hipócrita de muchos chilenos, sino que va directo al objeto: sostiene que no perdona, que al ejército chileno hay que cambiarlo radicalmente y que hemos avanzado muy poco en el respeto a los derechos humanos; también reconoce la valentía del juez Mario Carroza, quien está cargo de la investigación del caso “quemados”.
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Los famosos “pactos de silencio”, que no tiene ninguna característica de voluntaria, sino una coacción del mando jerárquico del ejército, se han mantenido desde el comienzo de la transición democracia hasta hoy, y muchos del número de víctimas han sido de soldados conscriptos que, en los años de la represión, tenían menos de 20 años. Con la declaración de uno de ellos, Fernando Guzmán, se ha destapado una faceta de la forma en que la División del ejército desarrollaba la estrategia de coacción para evitar ser enjuiciados por crímenes de lesa humanidad – les obligaban a aprender de memoria las declaraciones ante el fiscal o el juez, así como se les aseguraba algunos beneficios, como salud, ascenso y mejores sueldos y, a su vez, se les amenazaba de muerte no sólo a ellos, sino también a sus familias -.
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El arrepentimiento y denuncia pública del conscripto Fernando Guzmán está permitiendo conocer a fondo quiénes eran los oficiales culpables del hecho brutal de quemar vivos a los jóvenes Carmen Gloria Quintana y Rodrigo Rojas Denegri, el de julio de 1986, durante una de las protestas contra la dictadura fascista de Augusto Pinochet.
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El oficial de inteligencia del ejército, Julio Castañer, en ese entonces teniente, fue el autor del inicio del incendio que quemó vivos a los jóvenes, luego abandonados a su suerte en una zanja de Quilicura, quien en vez de ser juzgado y condenado como correspondía, ascendió en el ejército, incluso fue becado por la institución para cursar estudios de ciencia política, convirtiéndose luego en profesor de la Universidad de Magallanes.
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Por suerte aún en Chile restan personas que denuncian las traiciones de los personajillos de la Concertación respecto de los derechos humanos. Desde hace tiempo, Chile está podrido moralmente y de no mediar una refundación republicana, vamos derecho al marasmo.
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