POLÍTICA-COLUMNA-LATORRE-KRADIARIO
¿Y AHORA..QUIÉN PODRÁ RESCATARNOS?
Por Hugo Latorre Fuenzalida
Todos hablan y comentan del desprestigio de la política.
Todos plantean que en esta mesa ya no hay pan que rebanar; pero lo peor es que
tampoco hay tartas para reemplazar al pan; es decir, estamos flotando en la
ingravidez. Porque si usted pregunta por un candidato o un partido para las
próximas elecciones, se encontrará con que el terreno se presenta eriazo e
infértil.
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Entonces ¿quién tomara el relevo?
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En estas situaciones, como decía el anterior Nuncio
apostólico en Chile, lo preocupante es que en el país no se visualiza un grupo
político alternativo a los ya existentes. Y como estos agentes del Vaticano ven debajo del agua – la
experiencia milenaria en tratativas políticas-, más temprano que todos se
percató de las falencias del entramado político nacional y sus riesgos.
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Si se mira hacia atrás, no hay ni ex presidentes ni ex
candidatos que puedan subirse al rescate. Si mira hacia adelante, tampoco se ve
muy auspicioso. Ya sabemos que Henriquez Ominami también está con las manos en
la masa, y entre los nuevos, más nuevos,
podrían darse prospectos, pero están muy tiernos todavía.
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La derecha tiene puros retoños cultivados en la abundancia
corrompida, así es que nada bueno puede venir de ese lado. Del lado del oficialismo, los Peñailillo de la vida, que soñaron con
cambiar esta sociedad encharcada, no cayeron en cuenta que quien a espada mata,
no puede venir con la espada manchada de
la misma sangre, pues con la misma espada le matan, como de hecho sucedió; que
no se puede limpiar la sala con trapos sucios; que no se puede borrar con el codo lo que se escribe con la mano; que
no se puede hacer pactos con el diablo si se pretende cantar loas al cielo. En
fin, que no se puede pretender incendiar el poder si se tiene rabo de paja.
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Sin embargo, lo meritorio de este grupo fue que quisieron
sacar a la Concertación de su inmovilismo, de su conformidad de oligofrénico,
de su mortecina luz, de su grisura espesa, de su “güavinoso”estilo, de su
pesadez obesa. Pero lo que no podían hacer era, justamente, imitarles en sus
gansteriles métodos. Si se hubiesen ahorrado ese mal hábito, no los para nadie.
Pero ahí están, buscando a cuál círculo del infierno los destinaría el Dante,
pues la estolidez no la juzgó Alighieri entre las penas merecedoras del
averno.
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Es indudable que estos muchachos de la G-90 estaban bien
inspirados, respecto a lo que se debe hacer y en lo que la Concertación no
hizo, pero les faltó grandeza, les faltó oficio; les sobró simpleza y les
arrebató la soberbia tecnocrática y voluntarista, eso que los griegos llamaron hybris
o prepotencia, más desmesura. Porque en
una sociedad oligárquica, donde los poderes fácticos roncan de verdad, no se
puede pretender tirar del mantel sin romper la losa. Más cuando la democracia
es casi una alegoría, donde el voto es un rito inconsecuente, un hábito de
ciudadanos portadores de una memoria antigua, pero no una fuerza propulsora,
no un aliento que empuje energías progresistas. Esos electores son, más bien,
de paso cansino y ánimo apoltronado; votan porque les quedó en la memoria que
antes de la dictadura siempre era oficioso votar.
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En consecuencias, los
arrebatos reformadores de estos “parvenu”, de estos aprendices de
revolucionarios, de estos acólitos imitadores de curas, pero sin estola, no
tenían soporte suficiente; como dijo Arquímedes: denme un punto de apoyo y
moveré a la Tierra. Pero eso es lo que
les faltó: el punto de apoyo, porque si no hay soporte moral, como advertía
Péguy, se rompe la palanca o se dobla, incluso antes del esfuerzo…, que fue lo
que pasó.
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Así es que estamos en pampa, sin nada en el horizonte.
Porque no me diga usted que Piñera puede ofrecer algo decente, apoyado por una
derecha que todos sabemos cómo y cuánto roba…y cuánto ha hecho perder del
patrimonio de todos los chilenos, pero a beneficio particular de ellos.
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Tampoco me proponga a un Lagos, que ya sabemos cuánto lo ama
la derecha, por los servicios prestados, a cuenta de relegitimar al socialismo
ante los patrones del país.
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Los democristianos, sabemos que son cadáveres insepultos,
así que ninguna esperanza por ese lado.
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Entonces ¿quién oficiará de Chapulín colorado?
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No se sabe. Lo que sabemos es que la Nueva Mayoría llegará
dividida al final del período y arrastrándose en su incompetencia. La derecha
vendrá con los aires de que “aquí no ha pasado nada” (como siempre), y
presentará un candidato que no esté tan
salpicado con el barro de la corrupción, cosa que es siempre, en ese sector,
presumible pero no asegurable. Claro que con toda la podredumbre histórica que
rodea a la derecha, quien vote por ellos, o es de su misma calaña moral o es un
chiita acérrimo, de otra manera no se entiende. Quien vote por un candidato de
la Nueva Mayoría (o como se llame la nueva conjunción), es un lunático
extemporáneo o un perseverante feligrés del cuoteo laboral a cargo del erario
nacional.
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Los alternativos (que forman legión), si no se ponen de
acuerdo para llevar un solo candidato mejor se quedan donde están, es decir
masticando sus frustraciones, pues si repiten lo de las elecciones pasadas, lo
que obtendrán será una rechifla nacional, por repetir un mal chiste.
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