CRIMINALIDAD-KRADIARIO
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EL “CACEROLAZO RETRO”
QUE HACE MEDITAR
Los delitos contra la propiedad constituyen la verdadera
delincuencia en nuestro país y en cuanto a sus efectos hay una disociación
entre la victimización y la percepción de temor.
Por Hernán Ávalos Narváez
La organización del “cacerolazo” ya no para reclamar por
escasez de alimentos sino por mayor seguridad ciudadana y la supuesta “huelga
de camioneros” para crear un aumento explosivo en la demanda de combustibles en
los barrios acomodados del Gran Santiago, tienen demasiada similitud con las
actividades propagandísticas efectuadas por la derecha fascista en los años
previos al Golpe de Estado que derrocó al Presidente Allende.
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No darle el significado político que tuvieron ambas
acciones, ahora planificadas por las redes sociales, es un error de análisis
sobre la contingencia, o una candorosa ingenuidad. Hasta podría aventurarse que
fueron verdaderos ensayos de los opositores a las reformas del programa de
Gobierno, para disminuir la brecha en los ingresos y en la distribución de la
riqueza, por lo demás algunas de las causas estructurales que fomentan los delitos contra la propiedad.
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En evidente que los organizadores del “cacerolazo” de la noche
del 30 de junio último privilegiaron sus objetivos políticos a la propia
realidad. Porque cuando llamaron a protestar contra una delincuencia
incontrolada, en realidad lo hicieron reclamando contra los robos y los
asaltos. Pero ocurre que no son las comunas de Las Condes, Vitacura y Barnechea
donde ocurrió la protesta, las más amagadas por esta criminalidad, sino Puente
Alto, La Florida y Maipú, las cuales son también las más populosas.
Frente al “cacerolazo” el Ministro del Interior Jorge Burgos
dio una respuesta simplista, reconociendo el derecho a la protesta ciudadana,
aunque ironizó sobre si golpeando cacerolas era posible controlar la
delincuencia. A las horas siguientes relanzó el Plan Cuadrante de Seguridad
Preventiva 2.0 de Carabineros, el cual
persevera en la asociación con la comunidad organizada, para lograr una
coproducción de seguridad y la disminución del temor a la victimización. Y
respecto a la supuesta “huelga de camioneros” distribuidores de combustible,
anunció querella criminal.
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El Plan Cuadrante lleva 17 años de aplicación sin los
objetivos esperados. Y aunque fue instaurado paulatinamente en el país, hoy
está vigente en las 52 comunas del Gran Santiago. Con un costo anual que ya
bordea los $1.800 millones, las autoridades esperan superar sus falencias
mediante la contratación de profesionales especializados para analizar los
delitos por barrio, capacitando y evaluando a los carabineros y haciendo
relaciones efectivas con la comunidad con el doble propósito de seguir bajando
los índices de robos y la percepción de temor frente a la posibilidad de ser
víctimas de estos delitos.
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Sobre la eficiencia de los carabineros, causó sorpresa la
declaración del alcalde de Las Condes, Francisco de la Maza, quien en el último
programa de Tolerancia Cero de Chile Visión al fundamentar sobre la necesidad
de una acción más resuelta de la autoridad para controlar la delincuencia, es
decir los robos, señaló refiriéndose a su Servicio de Seguridad Ciudadana que
“la mayor cantidad de detenidos los hacemos nosotros y se los entregamos a
Carabineros”. Es decir sus guardias municipales desprovistos de armas,
uniformes, equipo y leyes de protección son más eficientes que la policía
uniformada. ¿Por qué ocurre esto? Los
carabineros cautelando los derechos de las personas tienen facultades para
detener por flagrancia, o ante indicios que se cometió un delito, o se aprestan
a cometerlo y luego informar al fiscal de turno para recibir instrucciones
sobre el procedimiento a seguir para ir al tribunal correspondiente. ¿Quién
responde de la eficacia de los carabineros?
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La Encuesta Nacional Urbana de Seguridad Ciudadana, ENUSC,
la más rigurosa en su tipo, reveló en abril último que entre 2003 y 2014, es
decir en los últimos 12 años, la victimización general disminuyó el 42%. No
obstante, la percepción general de temor sólo bajó el 06% en igual período.
Asimismo, reveló una estabilización de la victimización general en 25% de un
año a otro. Es decir, en 2014 de 100 encuestados, 25 respondieron
afirmativamente que él o alguien de su hogar fueron víctimas de algún delito en
los últimos 12 meses. Y la percepción de temor subió de 71% a 79,9%, entre 2013
y 2014, ratificando que victimización objetiva y percepción de temor marchan
por cuerdas separadas.
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Sin ser expertos, los mismos encuestados entregan luces para
entender la comisión de los delitos contra la propiedad, que son los de mayor
connotación social. Respecto de sus causas estructurales mencionan la pobreza,
la marginalidad, la educación, la salud, el desempleo, los bajos sueldos, entre
otros. Y desde una perspectiva macro habría que agregar la desigualdad en los ingresos
de los chilenos y en la distribución de la riqueza del país. Tratándose de los
robos en los barrios, los encuestados mencionan la escasa vigilancia policial
(Plan Cuadrante), la acción de las pandillas antisociales, la ausencia de
acción municipal, la despreocupación de los padres con sus hijos, entre otras
causas.
Respecto de la inseguridad, las cifras son decidoras y
llaman a un estudio sociológico especializado, puesto que el 43,8% de los
10.015 encuestados en 2014 respondió que sentía temor ante la posibilidad de
llegar a ser víctima de robo o hurto en los próximos 12 meses, el 90% de los
cuales no fue victimizado él ni nadie en su hogar. Por cierto que sus causas
son subjetivas. Cada persona siente grados de miedo frente a su entorno o sus
circunstancias. Pero es indudable que los medios de comunicación masivos,
especialmente, la televisión, introducen la
criminalidad en el hogar, incluso en tiempo real. Y programas tipo
“reality show” como “En la Mira” o “Alarma” u otros causan inseguridad en personas
vulnerables. También los abusos de las empresas o servicios crean inseguridad
en las personas e influyen al momento de responder una encuesta.
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Y el intento por crear una gran demanda de combustible el
lunes 06 de julio último tuvo cierto eco y largas filas de automovilistas y
dueñas de casa que requieren parafina para sus estufas llegaron hasta las
gasolineras. Es decir, sus organizadores tuvieron éxito. Aunque su acción
publicitaria estuvo sustentada en una falsedad, una ignorancia y una tontera. La
primera fue que los camiones cisternas que abastecen las bencineras irían a huelga. Luego el
desconocimiento que los depósitos de las bencineras tienen capacidad para
atender por un mes o más. Y que de ser cierto el desabastecimiento, los
vehículos quedarían inactivos al agotar
sus propios estanques.
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