22-11-2013-KRADIARIO-879
JUVENTUD, DIVINO
TESORO: O LA BANALIZACIÓN COMO ACTITUD
Por Hugo Latorre Fuenzalida
.
Se decía de los Dandy, que eran revolucionarios del espejo,
pues si bien estaban insatisfechos de una sociedad decadente, no tenían las
energías morales ni físicas para cambiarlo.
Entonces su revolución era de “posturas”, de poses, una pura parodia que se
definía en los atuendos que reflejaban esa separación de la norma; eran unos
extravagantes, unos discursivos ácrimos, contestatarios, pero unos inoperantes e
inefectivos.
Algo así estamos
viendo en nuestra juventud. Son estudiantes “reguleques”, que se “preparan” en
universidades irregulares, y su postura frente al mundo-como buenos jóvenes- es
de descontento e inconformidad, por eso salen a la calle y en una especie de carnaval
dilapidan energías y buen talante, pero llegada la hora en que se debe ser coherente con esa actitud
díscola, simplemente se quedan cómodamente en la cama reponiéndose de alguna
juerga madrugadora. Su filosofía es de la “gaya”(despreocupada) política
(Nietzsche), es decir lúdica, ligera y de la “alborada”.
Nietzsche decía que a
las universidades se les pedía ser las almas feraces para fertilizar a las nuevas ideas que generan nuevos mundos,
pero por los resultados que se observan (hablaba en el último tercio del siglo XIX),
parecen ser tan estériles como
solteronas.
Podría decir alguien que lo que se da en los jóvenes es una
especie de inocencia, pero como reconocía el sabio Montaigne, es esa inocencia
boba, con nada de vigor y un poco de arte….,algo así como un prurito
gozoso que busca la aventura furtiva,
pero no se responsabiliza por la creatura. Eso explica que sean campeones de
las calles y también fantasmas
electorales.
Guattari, explicaba a
los movimientos sociales posmodernos;
decía que son como lluvias tropicales, que arrasan y luego desaparecen.
Repudian las estrategias orgánicas del
poder…Sólo empapan pero no ayudan a
germinar nada.
Esta fobia al poder es lo que viene caracterizando la “gaya”
(alegre) irreverencia de los estudiantes, por tanto cuestionan, problematizan,
caotizan y llegan a exponer los puntos de sus demandas, pero no arman nada por
viabilizarlos. Eso quedó palmariamente demostrado en estas elecciones. Si
no, no se entiende que hayan dado vuelta
al país con sus movilizaciones el 2006 y el 2011, y se resten a la hora de
elegir a quienes pueden representar políticamente sus demandas en los poderes
del Estado.
Cuesta creer que sea por flojera de ir a votar…Eso hablaría
de una anomia peligrosa en nuestra sociedad joven. Más parece acercarse como
argumento, que de cuenta de la situación, el hecho de que no se tiene
presente ni internalizado el paradigma
del poder como lucha sistemática ni de
la organización como herramienta.
Su postura debe tener algo de rebelde decadente, de esos que
se aproximan a una pose existencialista individualista, ácrata y descreída (sin
dioses y sin doctrinas); una especie de nihilismo que disuelve la historia en
los puros sucesos (el transcurrir) pero que no crea “acontecimientos” que encarnen
instalaciones históricas o al menos procesos en la historia.
Falta de clases de Educación Cívica, señalan unos o contagio
cultural con la sociedad de masas.
Yo diría que las dos
cosas están presentes: esta juventud no sabe mucho de historia ni de política;
no tiene práctica (no tendría por qué tenerla a estas edades), por tanto no
entiende que los procesos sociales requieren esfuerzo organizativo,
perseverancia y acogida amable al tiempo que ha de llegar, con ilusión y
firmeza.
Ortega i Gasset decía que el hombre masa es alguien que se
cree con todos los derechos que antes gozaban las élites, pero no asume ninguno
de los deberes que sí se exigían a las élites. Su pasotismo y malcriadez es su
signo característico y pareciera que algo de eso tenemos en nuestros jóvenes de
hoy.
Claro que no han tenido ejemplos a imitar en la política nacional: una
centro-izquierda que renunció tempranamente a su ideario y se cambió de bando
por más de 20 años, y una izquierda
incapaz de levantar procesos unitarios de competencia efectiva. Es decir,
dos malos ejemplos, dos experiencias que
desorientan y degradan a la política en serio.
En un país donde se debate poco o nada en los medios
públicos, donde los jóvenes no tienen parámetros ni líderes a los cuales
imitar; un país en que la grandeza se
exilió hace tantos años y los que ingresan a la política son factores contaminantes, de los más
peligrosos vicios y corruptelas.
Es hora de forjar una sociedad de ciudadanos, de lo contrario-aunque sobren
millones de dólares en el ingreso- seguiremos siendo subdesarrollados. Pero
ciudadano no es quien se disciplina a las exigencias coercitivas de un régimen,
sino que es un portador de autonomía libertaria, de tal calidad, que hace imposible el abuso, la explotación,
o la inequidad.
Esa es la principal tarea de la política del futuro, de lo
contrario el nihilismo y la anomia serán nuestras siete plagas, multiplicadas por
siete.
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