18-11-13-KRADIARIO-879
AMARGA VICTORIA DE BACHELET Y DULCE DERROTA DE MATTHEI
Por Walter Krohne
Es el titular que mejor resume lo ocurrido en las elecciones chilenas de ayer, como publica hoy La República de Lima. Y esto es así, porque no existió ese arrollador triunfo que pronosticó la Nueva Mayoría
ni tampoco una derrota denigrante para la Alianza de la derecha que ha pasado
al balotage evitando que el segundo lugar lo ocupara una fuerza ajena a los
grandes bloques, como era el peligro que existía.
Bachelet obtuvo con el 46,6% casi la misma votación que en la primera
vuelta suya el 2005 (45,9%) y muy similar también al resultado de la primera
vuelta de Ricardo Lagos (47,9%) el 1999. Todo esto a pesar del desvío de votos causado
por Marco Enríquez Ominami (10,9%) y Franco Parisi (10,1%) que afectaron tanto a la Nueva Mayoría como a la Alianza, pero especialmente a esta última que logró captar sólo un 25 por ciento de los votos. El
resto de los candidatos obtuvo un porcentaje mucho más reducido del que
esperaban algunos analistas, que fue de sólo 7,15 por ciento, aunque también afectaron a los bloques.
Al analizar estas
cifras nos permite apreciar que en la mente de los chilenos no existiría una
convicción clara y potente de querer cambiar a fondo todas las cosas o las más fundamentales
dentro del Estado como se expresa a viva voz en las manifestaciones callejeras
de los movimientos sociales. Es decir existe una actitud o ambiente de “medias
tintas” con tres tipos de grupos de ciudadanos:
En el primero están los que no creen en la política y no confían
en que los cambios que requeriría Chile puedan hacerse a través del actual sistema
de partidos políticos o las actuales estructurales institucionales estatales.
Este grupo está compuesto principalmente por jóvenes que no están dispuestos a
ir a votar y que son responsables en parte del 44% de electores que no se aparecieron
ayer por los locales de votación.
El segundo grupo está formado por los que quieren cambios
concretos ahora y que desean abandonar de una vez por todas la era pinochetista
que dejó amarrada una Constitución y numerosas otras disposiciones “moldeadoras” del actual sistema de libre mercado y
neoliberal. El grupo de las llamadas candidaturas
alternativas –siete en total- acumularon un 28,23 por ciento de los sufragios,
lo que no es menor si todos hubiesen estado en una sola línea y detrás de una candidatura única y con un solo programa y no con ideas diversas que a la larga son difíciles de aplicar. Así y
todo, este porcentaje nos permite ver que
casi un 30% de electores reales están desconformes con el actual sistema, aunque
también sabían ellos que ninguno
de estas candidaturas alternativas iba a alcanzar el triunfo, lo que el 28,23% solo
se puede entender como una protesta silenciosa sin riesgos mayores.
El tercer grupo está detrás de la candidatura de Michelle Bachelet aunque no crea que la candidata podrá llegar
a cumplir todas las ofertas que hace, especialmente por la falta de las
necesarias mayorías parlamentarias que requeriría y no las obtuvo ayer, como por
ejemplo frente a los temas de las reformas constitucionales, que la llevará necesariamente a tratar de negociar
con la derecha, que desde ya ha dicho que no quiere cambios, o con los
independientes que en el próximo período legislativo serán escasos.
Entretanto, Evelyn Matthei representa a los más
conservadores de este país que están "felices" con el actual modelo y que van a
volver a votar por ella en la segunda vuelta, siempre y cuando estén dispuestos
a concurrir por segunda vez a las urnas en estas elecciones.
Aquí está precisamente el punto difícil para la Alianza porque
no le será fácil ni posible juntar los votos que necesita para superar a Bachelet, especialmente cuando el electorado de Nueva Mayoría es mucho más
disciplinado que el de la derecha, además que una gran parte de éste está como “hipnotizado” con la carismática ex Presidenta, que trata a sus partidarios de
chiquillas y chiquillos integrándolos de “una vez y para siempre” en las
actividades de su comando.
Evelyn Matthei habría tenido la posibilidad de captar al
menos la votación de Parisi, pero la ruptura anticipada de relaciones políticas
entre ambos durante la campaña arruinó
totalmente esta posibilidad, aunque seguramente varios “parisinos” podrían de
todas maneras apoyar a la candidata de la derecha en la segunda vuelta, especialmente después que el mismo Parisi dijo que no iría a votar el 15 de diciembre. El caso
de Bachelet es mucho más simple, aunque en política nunca se sabe, porque podría
contar de partida otra vez con la
votación abierta de ayer, más lo que
pueda captar del 10,96% de Enríquez aunque él no parece muy
dispuesto a que esto ocurra. Sin
embargo, anoche en un discurso el líder del PRO ya pronosticó el triunfo si o si de Bachelet al mismo tiempo de presentarse como la tercera fuerza política del país.
El gran peligro de la segunda vuelta será otra vez la
abstención que podrá seguir creciendo más allá del 50,7% registrada ayer, que formó parte
del electorado que prefirió quedarse en
casa o salir a pasear sin concurrir a las urnas. Esta vez puede ser mucho peor
porque los días de sol en diciembre y los preparativos navideños mantienen las
mentes humanas en lugares totalmente
diferentes a los aburridos locales de votación. Puede ser el desenlace real de las amargas victorias o las dulces derrotas vividas anoche por las dos presidenciables.
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