15-11-13-KRADIARIO-878
EL FENÓMENO DE
BACHELET PONE EN JAQUE A LA DERECHA CHILENA (*)
Las elecciones presidenciales chilenas del domingo impactan anticipadamente en la prensa internacional
Basta leer los titulares de las columnas de opinión más respetadas de la
prensa chilena para comprender la encrucijada en que se encuentra la derecha
tradicional en la antesala de las elecciones presidenciales del domingo.
"La derecha hoy: sálvese quien pueda", titula uno de los
analistas principales del respetado diario La Tercera. "La derecha
moribunda", resume el columnista central de El Mercurio, el decano de la
prensa nacional.
Aunque quizá exageradas, son muestras de lo enrarecido de una campaña con
un número de candidatos inusualmente alto para el país –nueve-, en la que Chile
parece haberse sacudido de la moderación y el virtual empate político que
mantiene desde la recuperación de la democracia hace 23 años.
Esas columnas de opinión son secuelas de la más prestigiosa encuesta de
opinión preelectoral, difundida hace dos semanas por el Centro de Estudios
Públicos (CEP), un instituto ligado a la derecha, que abrió las puertas a una
posibilidad que hasta entonces no se había barajado: que los comicios se
definan en primera vuelta y por primera vez desde la elección de Eduardo Frei
en 1993 no haya balotaje.
El sondeo de CEP le dio a Michelle Bachelet, socialista, expresidenta y
actual líder de la coalición Nueva Mayoría, un 47 % (a tres puntos del 50 % más
1 que necesita para imponerse), versus un magro 14 % para la candidata que le
sigue, la representante de la alianza gobernante, Evelyn Matthei.
De confirmarse este pronóstico en las urnas, se trataría de la mayor
derrota política de la centro derecha tradicional desde el regreso de la
democracia a Chile, en 1989, tras 17 años del férreo régimen del general
Augusto Pinochet.
Todas las encuestas, y no sólo las electorales, dan cuenta de un profundo
cambio en la sociedad chilena, tras 25 años de sólido crecimiento
macroeconómico y una transición pacífica desde el gobierno militar.
La de hoy es una sociedad más informada, más abierta a los cambios y más
dispuesta a hacer escuchar su voz, como lo vienen demostrando no sólo los
estudiantes, sino otros sectores que han participado en marchas y
paralizaciones.
Las tres promesas centrales de la campaña Michelle Bachelet, una médico
pediatra que salió del gobierno en 2010 con 80% de popularidad, son una reforma
constitucional, para eliminar de ella todas las trazas de autoritarismo
pinochetista, una profunda reforma educacional que elimine el lucro con fondos
públicos y una reforma tributaria para introducir más equidad y financiar los
cambios que propone.
De acuerdo a la encuesta CEP, un 74% quiere la reforma educacional de
Bachelet y un 67% está de acuerdo con la reforma tributaria, mientras que casi
la mitad del país está a favor de una asamblea constituyente, para rediseñar a
fondo la Constitución.
Y lo más relevante, un 85% está de acuerdo en que se deben reducir las
diferencias de ingreso, un problema que muchos identifican como la raíz de los
problemas sociales del país.
El resultado es que casi ocho de cada diez chilenos hoy piensa que Michelle
Bachelet será la próxima presidenta, un porcentaje abrumador que ha quitado
algo de emoción a la elecciones y que ha centrado las incógnitas en si
finalmente habrá o no segunda vuelta electoral y quién llegará segundo.
Muy cerca de Matthei, la sigue en las encuestas Franco Parisi, un
economista sin credenciales políticas previas y que ha capturado votos de
derecha descontentos con el gobierno de actual presidente Sebastián Piñera,
prometiendo jubilar a toda una generación de dirigentes a su juicio
desgastados.
Autodefinido como "socioliberal", se hizo conocido a través de un
programa de televisión en que junto a su hermano Antonino, también economista,
criticaba los abusos de las grandes tiendas. Calificado como populista por sus
adversarios, logró juntar 50 mil firmas para inscribirse como independiente y
convertirse en la primera gran sorpresa de la campaña.
Pero pese a lo brutal de las cifras, los líderes de los partidos que apoyan
a Matthei apuestan a un repunte de su candidata.
"Tenemos la convicción de que va a haber segunda vuelta. Y la segunda
vuelta entre Bachelet y Matthei va a ser una elección completamente distinta.
Será un escenario competitivo y se enfrentarán dos proyectos de país",
dice Patricio Melero, presidente de la UDI, uno de los dos partidos que conforman
la coalición de derecha Alianza por Chile.
"Percibo que la gente se ha ido dando cuenta de lo que hace tiempo
denunciamos: el giro a la izquierda de Bachelet", dijo Melero en una
reciente entrevista con El Mercurio.
La campaña de Matthei también confía –para evitar una derrota en primera
vuelta- en que habrá una mayor dispersión de votos hacia alguno de los otros
siete candidatos que compiten en la elección presidencial con mayor cantidad de
postulantes de la historia moderna de Chile.
Todos representan diversos matices de la izquierda extraparlamentaria.
El principal es Marco Enriquez-Ominami, quien obtuvo un 20% en las
presidenciales de hace cuatro años y ahora marca menos de 10 puntos en las
encuestas.
Los demás son Marcel Claude, un economista anticapitalista que postula la
nacionalización de todas las riquezas básicas del país; Tomás Jocelyn-Holt, un
ex diputado democratacristiano que quiere reformar la manera en que se hace
política; Alfredo Sfeir, un exfuncionario del Banco Mundial postulado por los
grupos ecologistas; Ricardo Israel, profesor universitario a favor de una mayor
descentralización del país, y Roxana Miranda, una dirigente social de los sin
casa que intenta capturar el voto de los más pobres.
Si el fenómeno electoral de Bachelet que predicen las encuestas se concreta
y la derecha no logra retener suficientes escaños parlamentarios que le permita
vetar las principales reformas, se abrirá un escenario inédito en Chile.
Para sus partidarios, será la oportunidad de iniciar verdaderos cambios al
modelo legado por Pinochet, mientras que para sus críticos, el país podría
entrar en una dinámica desequilibrada potencialmente perversa para la
estabilidad y el crecimiento económico.
En ese contexto, los titulares del "sálvese quién pueda" y la
"derecha moribunda" podrían ser vistos como una señal de alarma que
se dispara a menos de dos semanas de las elecciones.
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