20-11-2013-KRADIARIO-879
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LA HORA DE LAS INTERPRETACIONES
Por Martín Poblete (*)
Comencemos con algunas cifras. Contados todos los votos, la Democracia Cristiana terminó con 23 diputados, la bancada mas grande entre los partidos de la Nueva Mayoría; asimismo, la DC eligió 47 consejeros regionales, el mayor número entre los partidos de la coalición de centroizquierda. Contando los sufragios para diputados, la DC obtuvo el 15,8% de los votos válidamente emitidos, 1.032.679 votos, lejos el partido mas votado entre los de la coalición triunfante.
Esto quiere decir que la DC tiene capacidad de maniobra y el legítimo derecho a exigir razonablemente atención a sus intereses. Ese millón y tanto de votos parecieran indicar que las bases democristianas se sienten confortables con su actual ubicación en el espectro político, los fantasmas del pasado seguirían en el closet, si bien la prueba definitiva vendrá con un eventual gobierno de Michelle Bachelet.
Sin embargo, la Nueva Mayoría no es la Concertación, incluye al Partido Comunista y a otras fuerzas menores que unidas al Partido Socialista, al PPD y al PRSD, inclinan la coalición claramente hacia la izquierda, dejando a la DC sola con la tarea de levantar el estandarte del centro, balanceando las legítimas prioridades democristianas con la necesidad de articular consensos dentro de la coalición, teniendo en cuenta las tendencias izquierdizantes de sus socios.
La dirigencia DC deberá evitar, en cuanto le sea posible, aparecer obstruccionista respecto de los criterios de los demás integrantes del eventual futuro gobierno, sin por ello dejar de afirmar el fundamental rol estabilizador y moderador del centro en la nueva ecuación de poder, una operación política fascinante y exigente en su ejecución.
Algunos recién elegidos senadores socialistas, Carlos Montes y Rabindranath Quinteros, se han preocupado de anunciar el fin del entendimiento conocido como "eje DC-PS"; considerando la pérdida de Soledad Alvear y Camilo Escalona, dos de sus conspicuos articuladores, ese entendimiento debe darse por terminado, surgirán otros acuerdos y otros equilibrios.
En último término, la coalición de centroizquierda enfrentará el desafío de dar estabilidad, crecimiento y desarrollo en el marco de importantes reformas institucionales y políticas, al menos por dos gobiernos consecutivos; la elevada abstención de la primera vuelta, probablemente a repetirse en la segunda, podría obligar a buscar acuerdos amplios para la implementación de las reformas consideradas prioritarias, si en verdad se les quiere dar sentido de permanencia en la institucionalidad del país.
La candidatura de la derecha, con su partida once puntos porcentuales debajo de la marca de su coalición en la elección de diputados y senadores, y veintiún puntos de distancia respecto de Michelle Bachelet, necesita reinventarse, lo que explica los cambios producidos ayer en el comando de Evelyn Matthei con la llegada de Felipe Kast con la flamante bandera de EVOPOLI y de otros personajes también del ala liberal de la alianza (Leer en Kradiario). Difícil truco en opción muy remota.
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