Por KrohneArchiv
Desde hace un par de semanas, el terror ha vuelto a Rusia. Los ataques del 29 de marzo en el metro de Moscú, sumados a las subsecuentes explosiones en Daguestán e Ingushetia han hecho saltar las alarmas en el coloso euroasiático.
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Atribuídos a separatistas chechenos, todos los atentados han seguido el mismo patrón: dos explosiones separadas por un intervalo de tiempo, llevadas a cabo por mujeres suicidas, o 'viudas negras'. Cuestionando la versión oficial, muchos se preguntan quién es el verdadero responsable.
Las piezas del rompecabezas, puestas en su lugar, parecen sugerir un camino que va desde Moscú hasta el Hindu Kush, pasando por el Cáucaso Norte. El dilema geopolítico ruso“Rusia”, dijo Winston Churchill, “es un acertijo envuelto en un misterio dentro de un enigma”.
Para empezar a entender el enigma, hay que mirar el mapa. El corazón de Rusia va desde Moscú hasta las regiones del sur del río Volga. Debido a la falta de accidentes geográficos, su defensa ha sido siempre complicada y, a través de su historia, Rusia ha sufrido invasión tras invasión, desde los mongoles hasta los alemanes.
“Para Rusia, la mejor manera de protegerse ha sido manteniendo una gran distancia con respecto a las potencias a su alrededor. Siberia y Asia Central la protegen de China y Japón; el Cáucaso de Turquía; y Europa Central y Oriental de Alemania. Estas regiones son claves para la seguridad rusa”, explicó Lauren Goodrich, de la agencia global de inteligencia Stratfor. Pero eso también significa la inclusión de territorios que no comparten la identidad e idiosincrasia rusas. El Cáucaso es una de esas áreas, y siempre ha sido un dolor de cabeza para Moscú.
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Viudas negras: seña de identidad chechena.
En este contexto, ante una Rusia subyugadora, los rebeldes chechenos responden con terrorismo. Y si hay algo que distingue el terrorismo checheno de otros es el uso de mujeres suicidas.
En junio de 2000, dos mujeres chechenas, Khava Barayeva y Luiza Magomadova, se convirtieron en las primeras 'viudas negras' al estrellar un camión lleno de explosivos contra un edificio en Alkhan-Yurt, Chechenia. De esta manera inauguraron un fenómeno escalofriantemente efectivo: de los diez ataques suicidas ocurridos en Moscú, ocho han sido protagonizados por 'viudas negras'.
Curiosamente, el islamismo radical –con el que se identifica la nueva ola de separatistas chechenos—no es muy dado a utilizar mujeres mártires.
Ayman al-Zawahiri, número dos de Al Qaeda, ha dicho que las mujeres no deberían unirse al jihad (Guerra Santa). Su mujer, Oumayna, dijo en una carta que, de hacerlo, debía ser necesariamente para “asistir a un acompañante masculino”.
El atentado de Moscú del 29 de marzo último, causó la muerte de 40 personas y dejó heridas a otrasa 121. Dos mujeres musulmanas hicieron estallar cargas explosivas que llevaban adheridas a sus cuerpos: Maryam Sharipova, una profesora universitaria de informática de 28 años, y Dzhanet Abdurakhmanova, una joven de 17 años presuntamente viuda de un militante separatista abatido por las fuerzas rusas.
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La prensa insiste en que las dos eran viudas, aunque el padre de Sharipova dijo que eso no tenía sentido, que su hija siempre había vivido en la casa paterna y que iba desde allí a la universidad, que era toda su vida.
Es que las versiones más difundidas, que llaman a estas atacantes “Viudas Negras” las describen como movidas por el deseo de vengar a sus familiares muertos o por la desesperación en que cayeron tras ser violadas o humilladas por las tropas rusas. Otro apunte frecuente es que son dirigidas por terroristas varones que las controlan a su entera voluntad.
Los chechenos parecen haber volteado la tortilla: los hombres fabrican, transportan y detonan los explosivos. Las 'viudas', drogadas y motivadas por la frustración y el dolor (todas han perdido a sus maridos y/o a su familia a manos de los rusos), se enfundan los chalecos.
En junio de 2000, dos mujeres chechenas, Khava Barayeva y Luiza Magomadova, se convirtieron en las primeras 'viudas negras' al estrellar un camión lleno de explosivos contra un edificio en Alkhan-Yurt, Chechenia. De esta manera inauguraron un fenómeno escalofriantemente efectivo: de los diez ataques suicidas ocurridos en Moscú, ocho han sido protagonizados por 'viudas negras'.
Curiosamente, el islamismo radical –con el que se identifica la nueva ola de separatistas chechenos—no es muy dado a utilizar mujeres mártires.
Ayman al-Zawahiri, número dos de Al Qaeda, ha dicho que las mujeres no deberían unirse al jihad (Guerra Santa). Su mujer, Oumayna, dijo en una carta que, de hacerlo, debía ser necesariamente para “asistir a un acompañante masculino”.
El atentado de Moscú del 29 de marzo último, causó la muerte de 40 personas y dejó heridas a otrasa 121. Dos mujeres musulmanas hicieron estallar cargas explosivas que llevaban adheridas a sus cuerpos: Maryam Sharipova, una profesora universitaria de informática de 28 años, y Dzhanet Abdurakhmanova, una joven de 17 años presuntamente viuda de un militante separatista abatido por las fuerzas rusas.
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La prensa insiste en que las dos eran viudas, aunque el padre de Sharipova dijo que eso no tenía sentido, que su hija siempre había vivido en la casa paterna y que iba desde allí a la universidad, que era toda su vida.
Es que las versiones más difundidas, que llaman a estas atacantes “Viudas Negras” las describen como movidas por el deseo de vengar a sus familiares muertos o por la desesperación en que cayeron tras ser violadas o humilladas por las tropas rusas. Otro apunte frecuente es que son dirigidas por terroristas varones que las controlan a su entera voluntad.
Los chechenos parecen haber volteado la tortilla: los hombres fabrican, transportan y detonan los explosivos. Las 'viudas', drogadas y motivadas por la frustración y el dolor (todas han perdido a sus maridos y/o a su familia a manos de los rusos), se enfundan los chalecos.
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Los 'acompañantes masculinos', entonces, detonan la carga por control remoto. La desesperación, y no Alá, es lo que motivó a Dzhennet Abdurakhmanova y Mariam Sharipova. Ambas son sólo los últimos productos de una reserva inagotable de mujeres mártires.
Los 'acompañantes masculinos', entonces, detonan la carga por control remoto. La desesperación, y no Alá, es lo que motivó a Dzhennet Abdurakhmanova y Mariam Sharipova. Ambas son sólo los últimos productos de una reserva inagotable de mujeres mártires.
Las campañas rusas en Chechenia se dirigieron hacia hombres jóvenes. La idea de mujeres combatientes estuvo al margen del pensamiento estratégico ruso. Ahora son ellas las protagonistas de los ataques terroristas contra objetivos rusos.
Origen de las viudas negras
Las llamadas “viudas negras” se dieron a conocer en el asalto al teatro ruso de Dubrovka en 2002. 19 de los 41 secuestradores eran mujeres y fueron las primeras en morir bajo las balas de los servicios de seguridad. Las imágenes mostrándolas con velos islámicos y cinturones con explosivos provocaron una verdadera conmoción. Pero estas mujeres suicidas no eran las primeras.
La primera "viuda negra" fue una joven chechena llamada Luiza Gazuveva, quien en noviembre de 2001 mató a un general ruso en Chechenia porque le creía responsable de la muerte de su marido. Los rebeldes del Norte del Cáucaso no reclamaron la autoría del ataque, pero actuaron rápidamente para aprovechar la conmoción pública que despertó el hecho de que hubiera mujeres dispuestas a matar y morir por su causa.
Antes de finalizar ese año, el señor de la guerra rebelde Shamil Basayev creó una unidad especial de suicidas, el Riyadus as Salahin o el Jardín de los Píos, formada igualmente por hombres y mujeres.
Desde entonces, las féminas suicidas han participado, según estima The Moscow Times, en dos tercios de los atentados protagonizados por chechenios.
¿Por qué “viudas negras"?
Origen de las viudas negras
Las llamadas “viudas negras” se dieron a conocer en el asalto al teatro ruso de Dubrovka en 2002. 19 de los 41 secuestradores eran mujeres y fueron las primeras en morir bajo las balas de los servicios de seguridad. Las imágenes mostrándolas con velos islámicos y cinturones con explosivos provocaron una verdadera conmoción. Pero estas mujeres suicidas no eran las primeras.
La primera "viuda negra" fue una joven chechena llamada Luiza Gazuveva, quien en noviembre de 2001 mató a un general ruso en Chechenia porque le creía responsable de la muerte de su marido. Los rebeldes del Norte del Cáucaso no reclamaron la autoría del ataque, pero actuaron rápidamente para aprovechar la conmoción pública que despertó el hecho de que hubiera mujeres dispuestas a matar y morir por su causa.
Antes de finalizar ese año, el señor de la guerra rebelde Shamil Basayev creó una unidad especial de suicidas, el Riyadus as Salahin o el Jardín de los Píos, formada igualmente por hombres y mujeres.
Desde entonces, las féminas suicidas han participado, según estima The Moscow Times, en dos tercios de los atentados protagonizados por chechenios.
¿Por qué “viudas negras"?
El nombre de "viudas negras" hace referencia al hecho de que muchas de esas mujeres son esposas, hermanas o hijas de hombres muertos en operaciones de las fuerzas de seguridad en las repúblicas rusas del Cáucaso norte, y al traje negro que visten.
Para algunos, el islamismo fanático es el principal motivo por el que estas mujeres deciden convertirse en bombas humanas. Para otros, la decisión es consecuencia de numerosos factores como la muerte de un ser cercano, una violación o el trauma de la guerra, sumados a las dificultades para sacar a sus familias adelante en el contexto del conflicto.
Lo mismo ocurre en Palestina, Irak o Sri Lanka. Hay que entender que, en la sociedad musulmana y sobre todo en tiempo de guerra, las viudas no tienen fácil volver a casarse y mucho menos encontrar un trabajo que les permita alimentar a sus familias.
Para la historiadora rusa y académica de la Universidad de Santiago, Olga Ulianova, por un lado está el sentido de igualdad soviético, que durante años promulgó que las mujeres podían hacer las mismas cosas que los hombres, incluso participar en guerras.
Al mismo tiempo, las sociedades del Cáucaso son muy tradicionales y en ellas la "ley de la sangre", la venganza ante la muerte de un pariente es prácticamente una obligación. También habría que sumar la dureza de la guerra y el fundamentalismo islámico.
Para algunos, el islamismo fanático es el principal motivo por el que estas mujeres deciden convertirse en bombas humanas. Para otros, la decisión es consecuencia de numerosos factores como la muerte de un ser cercano, una violación o el trauma de la guerra, sumados a las dificultades para sacar a sus familias adelante en el contexto del conflicto.
Lo mismo ocurre en Palestina, Irak o Sri Lanka. Hay que entender que, en la sociedad musulmana y sobre todo en tiempo de guerra, las viudas no tienen fácil volver a casarse y mucho menos encontrar un trabajo que les permita alimentar a sus familias.
Para la historiadora rusa y académica de la Universidad de Santiago, Olga Ulianova, por un lado está el sentido de igualdad soviético, que durante años promulgó que las mujeres podían hacer las mismas cosas que los hombres, incluso participar en guerras.
Al mismo tiempo, las sociedades del Cáucaso son muy tradicionales y en ellas la "ley de la sangre", la venganza ante la muerte de un pariente es prácticamente una obligación. También habría que sumar la dureza de la guerra y el fundamentalismo islámico.
Sergei Arutyunov, jefe del Departamento del Cáucaso de la Academia de las Ciencias Rusas declaró que “probablemente se trate de la respuesta a alguna injusticia o atrocidad cometida contra sus padres o hermanos, pero eso es sólo el final de un tentáculo. Y todos los tentáculos convergen en un enorme e inconexo cuerpo de separatismo y fanatismo pseudoislámico”.
Alexandre Tcherkassov, un especialista del Cáucaso de la ONG Memorial piensa que "lo que más a menudo las lleva a morir es la venganza".
Mañana sigue la segunda parte de este informe periodístico preparado por KrohneArchiv especialmente para sus lectores.
es muy interesante esto k kuentas.
ResponderBorrarPodeis meteros tambien mi blos,no es de geografía
su enlace es:
http://midiabetesmivida.blogspot.com.es/