NACE UN DIARIO DE AVANZADA SOCIAL Y CULTURAL
Por Ediciones Especiales de La Nación
(Publicado el viernes 12 de febrero de 2010)
En el día de la prensa, cuando recordamos a Camilo Henríquez quien un 13 de febrero de 1812 fundó La Aurora de Chile el primer periódico nacional, rescatamos de la historia del diario La Nación, que este año cumple 93 años, su inspiración inicial: ser un diario de avanzada social y cultural.
Nadie en esa época intuía lo que realmente sería de la historia de este diario que nació gracias a la iniciativa de los senadores Eliodoro Yáñez, Augusto Bruna, Abraham Gatica y Alfredo Escobar, todos adherentes al Partido Liberal. Ellos reunieron lo suficiente para comprar una vieja casona en calle Agustinas, y traer desde Alemania varias linotipias y una moderna rotativa que podía lanzar cien mil ejemplares en apenas tres horas.
Su nombre es heredado del apoyo en inversión que tuvo desde un comienzo del diario argentino del mismo nombre. Su primer director fue Ernesto Bianchi Tupper, cuñado de Eliodoro Yánez. La planta periodística desde su primera época estuvo integrada por los mejores profesionales de entonces: Enrique Tagle Moreno, que escribía con el seudónimo de Víctor Noir; Raúl Simón, conocido como César Cascabel; el destacado cronista Joaquín Edwards Bello –quien escribió desde 1917 a 1962-; Conrado Ríos, Ricardo Dávila, Inés Echeverría –Iris-, Ernesto Barros y Hugo Silva.
A poco andar la empresa fue adquirida en su totalidad por Eliodoro Yánez. Por primera vez un diario chileno le concedió amplio espacio a las noticias internacionales. A través de La Nación se pudieron seguir todas las alternativas del último año de la Primera Guerra Mundial, la irrupción de la Revolución de Octubre en Rusia y su repercusión en el mundo, atónito ante los primeros decretos de Lenin, la crisis de la postguerra y la increíble inflación en Alemania.
Asimismo, la crónica nacional fue cubierta con un estilo dinámico y un exhaustivo reporteo. El triunfo de Arturo Alessandri Palma, fue informado paso a paso, y el diario mantuvo una cierta distancia crítica del gobierno, abatido después por un golpe militar, en 1924, golpe que La Nación fustigó sin reservas.
Hacia 1928 La Nación había alcanzado la primera circulación nacional. El general Ibáñez había derrocado al Presidente Arturo Alessandri Palma y, quienes escribían en La Nación, eran fuertes opositores a su dictadura.
Argumentando cuantiosas deudas de tributación, el fisco incautó la empresa. “Ésta se hizo contra la firme voluntad del propietario, en condiciones desastrosas para la moral pública. Entonces, el diario quedó al servicio de la dictadura”, narraba Joaquín Edwards Bello, en una de sus columnas.
Cuestión de propiedad
La periodista Alejandra Matus, en su artículo “La Nación Gate”, publicado en el diario electrónico El Mostrador, señala que para salir de la crisis, el gobierno -que entonces era el único dueño de La Nación y su imprenta- propuso a los acreedores capitalizar su deuda y asociarse con el fisco en la administración de la empresa. Resignados, pues sabían que no tendrían otra forma de cobrar, los privados aceptaron el acuerdo, pero consiguieron que sus acciones fueran consideradas “preferentes”, por lo cual gozarían de ciertos privilegios frente al accionista mayoritario: el fisco.
De este modo, el 14 de mayo de 1934 se creó la Empresa Periodística La Nación Sociedad Anónima.
El capital social de la nueva empresa fue de doce millones trescientos mil pesos, dividido en 12.300 acciones, con un valor nominal de mil pesos cada una. De ese total, 4.300 acciones serían de “Clase A” o preferentes y quedaron casi totalmente en poder de los acreedores privados. El paquete más grande –dos mil acciones preferentes- fue entregado a Knut Herud, un comerciante noruego, dueño de la empresa que le vendía papel al diario. Su único hijo heredero, Eilet, se sentía orgulloso de su gestión e incluso fue gerente del diario.
Actualmente, la Empresa Periodística La Nación S. A. es propiedad en un 69% del Fisco de Chile (quienes nombran a cuatro miembros del directorio, entre ellos al presidente), en un 29, 52% de Inversiones Colliguay S.A (quienes designan a tres integrantes del directorio) y de otros 27 accionistas con el 1,27%, siendo todas estas últimas acciones de carácter preferente- en tanto el Estado tiene sólo un pequeño número de acciones tipo A dentro de su posesiones-, lo cual significa que de venderse el diario, esta sociedad de accionistas minoritarios tiene la primera opción de compra.
Sin publicar
Después del golpe militar del 11 de septiembre de 1973, el diario dejó de aparecer, en circunstancias que la circulación había caído a niveles que acercaban al diario a la bancarrota. A partir de octubre de ese mismo año, se intentó explorar un cambio de nombre con “La Patria”, cuyos directores fueron los periodistas Carlos Sepúlveda y Héctor Muñoz. La caída no se detuvo y nuevamente el diario dejó de circular. Reapareció en 1975 como tabloide, con el nuevo nombre de “El Cronista”, bajo la dirección de la periodista Silvia Pinto. No obstante los esfuerzos de modernización y de una atractiva diagramación, no logró conquistar lectores. En 1980 retornó su nombre de origen, La Nación, bajo la dirección de Luciano Vásquez, a quien sucediera Jaime Valdés, Gastón Acuña, además de los abogados Orlando Poblete y Pablo Sáenz de Santa María.
A comienzos de los años 80 aterrizaron en el gobierno los Chicago Boys. Y también lo hicieron en el diario, donde se nombró a Miguel Bejides como nuevo gerente general.
Periodo de transición
Con el retorno a la Democracia, en 1990, se transforma en un diario al servicio de la transición democrática, con un fuerte compromiso con la verdad y la defensa de los Derechos Humanos.
Su dirección estuvo a cargo del periodista Abraham Santibáñez (en la segunda foto izquierda), a quien sucede Pablo Vildósola (en la primera foto izquierda); para posteriormente asumir Jorge Fernández y luego Ignacio González Camus, con el cual “La Nación”, experimenta cambios administrativos y físicos. Se inicia así un renovado proyecto de diario que apunta al deporte, con nuevas páginas, los suplementos Triunfo-Diario y Fusta, además de modificaciones en su diagramación y logotipo.
En julio del 2002 bajo la dirección del periodista Alberto Luengo Danon nace La Nación Domingo. Un nuevo concepto en diarios dominicales, el cual abandona la idea de constituir un resumen de las noticias de la semana y se convierte en una propuesta con nuevos temas y atributos diferenciadores: investigación periodística, denuncia y variadas columnas de opinión. Al mismo tiempo se realiza un rediseño integral de la diagramación, privilegiando la facilidad de la lectura.
Al mes siguiente este semanario se anotó su primer golpe periodístico, al desnudar la “cara oculta” del dueño de las cadenas de supermercados Lider, Almac y Ekono, Nicolás Ibáñez Scott, quien mantenía prácticas laborales irregulares. Eduardo Rossel, el actual jefe de informaciones del periódico, recuerda que en esa ocasión consultó a un quiosquero dónde estaba el diario, “y me dijo que había venido un tipo y los había comprado todos, entonces me mandaron a reportear y empezamos a ver que eso había pasado en varias partes. Así fue que (Alberto) Luengo decidió reeditar ese reportaje en la siguiente edición”, señala.
En la misma época el diario incursiona en el periodismo electrónico, con primeralinea.cl. A mediados del mes de febrero de 2003 se crea el sitio www.lanacion.cl, diario en internet que entrega una amplia e interactiva oferta noticiosa, columnas de opinión y temas de debate, además del contenido completo de la edición impresa de La Nación, el que se complementa con información actualizada, minuto a minuto, de las noticias nacionales e internacionales.
En agosto de 2008 asume como director del medio el periodista Marcelo Castillo, y bajo su administración se relanza el área de ediciones especiales con la edición de los suplementos EMT dedicados al sector de las pymes, y Agenda Cul, enfocado a los panoramas gratuitos, turismo y a difundir la cultura popular. Asimismo, en octubre de 2009 se relanza el sitio del diario, ingresando a la web 2.0 con un nuevo diseño, que permite una mayor interactividad con los usuarios, integrando redes sociales.
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