Por Mónica Nanjari
En promedio son dos mil millones de dólares los que
se reparten en una serie de programas estatales que buscan desarticular las
redes del tráfico de drogas.
Colombia era hasta ahora el país
latinoamericano que recibía la mayor cantidad de dinero destinada solo al
control de estupefacientes con 150 millones de dólares.
La
influencia económica de Estados Unidos en América Latina y el Caribe se remonta
a siglos atrás, pero sus objetivos de interés han variado con los años, así
como los fines políticos detrás del apoyo monetario. Desde la lucha contra el
influjo de la Unión Soviética hasta la lucha contra el narcotráfico,
el dinero de Estados Unidos en la región tiene una importancia destacada.
Es en la
administración de Bill Clinton (1993-2001) cuando se registra un aumento en el
financiamiento de programas antinarcóticos y de seguridad, dirigido en especial
hacia Colombia y los países andinos
vecinos. Mientras que en el año 2008 se observó un nuevo impulso en este tipo
de gasto fiscal en Estados Unidos, cuando el presidente George W. Bush se unió
a su homólogo mexicano Felipe Calderón en la Iniciativa Mérida destinada a la
lucha contra el tráfico de drogas dentro del país centroamericano.
El
analista político David Saucedo, señala a la influyente Deutsche Welle (DW) que
"la lucha de EE.UU. contra el tráfico de drogas se inicia con la guerra
contra los grandes carteles en la década de los 90, cuando se empeñan en
desarticular, por ejemplo, al cartel de Medellín, de Pablo Escobar. También se
crean mecanismos como el de la certificación, para que países de América Latina
se acrediten como receptores de fondos para combatir el narco. Eso se amplió a
otras naciones, sobre todo del Caribe, donde había una ruta abierta para el
narcotráfico proveniente de Colombia hasta la costa de Florida. Después, cuando
los carteles mexicanos y colombianos crean acuerdos, esos recursos se
canalizaron hacia México, lo que se suma
a una serie de inversiones que también buscaban mejorar la capacidad y eficacia
de las fuerzas policiales”.
En los
últimos diez años Estados Unidos ha concentrado su apoyo financiero en los
países de Latinoamérica para combatir las causas de la migración desde
Centroamérica, frenar la producción de drogas y apoyar la implementación del
acuerdo de paz en Colombia, además de fortalecer la seguridad y el estado de
derecho en México. Otros aspectos de interés han sido la inestabilidad en
Haití y la crisis
política en Venezuela. Dichas
preocupaciones se reflejan en los programas a los que se destinan los más de
2.000 millones de dólares que recibe la región en promedio cada año.
Los
millones de dólares destinados a América Latina y el Caribe se reparten en una
serie de programas, que en su conjunto tienen como propósito desarticular a las
organizaciones criminales del narcotráfico combatiendo aspectos más profundos,
como la pobreza, la desigualdad social y el acceso a servicios básicos. Aunque
también existe un apartado específico dedicado al control de narcóticos llamado
INCLE, por sus siglas en inglés.
Los
países que reciben dinero estadounidense para el control de estupefacientes y
seguridad en particular han cambiado según el contexto y el paso de los años.
Evan
Ellis, investigador de estudios latinoamericanos en el Instituto de Estudios
Estratégicos de la Escuela de Guerra del Ejército de los Estados Unidos,
detalla a DW que "Colombia, Ecuador, Perú, México y ¿Venezuela? son
los países que
reciben en este momento la ayuda financiera de Estados Unidos para el control de drogas, aunque hace
algún tiempo también figuraba Bolivia”.
La
llegada de Donald Trump al
Gobierno de Estados Unidos cambió el escenario de reparto y cantidades de
dólares que se destinan a América Latina en la lucha contra el narcotráfico y
el crimen organizado. Aunque el monto solicitado por la administración de Joe
Biden para el año 2025 llega a los 2.205 millones de dólares para América
Latina y el Caribe, aún no se ha publicado cuánto de ese monto fue aprobado
finalmente por el Congreso.
El
gobierno de Trump ha frenado la entrega de dólares porque "tiene una gran
desconfianza hacia América Latina por sus altos índices de corrupción, que
permean la Justicia y la Policía, y porque los estadounidenses consideran que
no hay mejor sistema penitenciario que el que ellos tienen para encerrar a los
altos cargos del narcotráfico. Estos son factores que han llevado a
que la actual administración haya reducido notablemente la asistencia
financiera en la región”, dice el también experto en seguridad, David Saucedo.
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