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miércoles, 30 de marzo de 2016

ELECCIONES EN PERÚ

UN PROCESO ELECTORAL QUE SERIAMENTE HACE REÍR

 Por Roberto Mejía Alarcón

Son tres que se las traen. Esto en un país en donde la escasez de buen humor es visible, ellos se encargan de darle a gran número de peruanos, el milagro de sonreír. Aunque sea por algunos minutos. Algo es algo. Con frecuencia no hablan en serio de la política nativa, pero eso no quita la “seriedad” con que dicen sus verdades. Para uno de ellos, el actual proceso electoral está muy cochino, huele a feo. Hay tachas por aquí, hay tachas por allá, tanto que hasta nos podríamos quedar sin candidatos. Para otro del mismo grupo, el barro cae por toneladas. Se inventan en tal volumen que no hay quien pueda mostrar una imagen de honestidad y rectitud. El tercero no se queda atrás y, en aparente solemnidad, señala lo que todos saben: los políticos y en este caso los candidatos, son unos mentirosos. Con el agravante, agrega, que convivimos con esos fulanos, como si no fuera suficiente escuchar sus embustes.
Quienes se etiquetan como analistas “humorísticos serios” no están descaminados en este andar. El país es testigo de un proceso que falta poco para que los ciudadanos a la hora de votar, más por obligación que por deber, suelten una carcajada de decibeles muy sonoros. Rossini, Rojas y Vidaurre, se llevarían las palmas por su antelado acierto. Es que no hay postulante alguno que goce de credibilidad y si se tiene que depositar la cédula en el ánfora respectiva, bueno pues, no queda otra alternativa. Como si fuera eso poco, dándole la razón a la sinrazón, los propios encargados del proceso de marras, han puesto en marcha una serie de dudas respecto a la limpia aplicación de la ley electoral, con una interpretación abusiva para unos y parcializada para otros. Los casos de los candidatos Acuña y Guzmán, entre los primeros, y el de los hermanos Fujimori, entre los segundos, resultan emblemáticos. Esta realidad, nunca antes vista en la política nuestra, ha hecho que intelectuales de la talla de Martín Tanaka, se animen a señalar que “somos un caso único… en donde la legitimidad electoral no es puesta en cuestión por un poder que pretende perpetuarse, ni por la acción de mafias que tuercen la voluntad de los electores, sino por cambios contraproducentes y de última hora a las reglas electorales aprobadas por el Congreso, prácticamente por unanimidad, y por un Jurado Nacional de Elecciones que siguió un criterio “maximilista” de aplicación de la ley”.
Que la casi totalidad de los candidatos tienen su cuota de aportes a esta suerte de patraña electoral, no está lejos de la verdad. Con tantas promesas y falsedades que hacen en público y con sus ataques personales, que van en uno y otro sentido, da la impresión que actúan llevados por el recuerdo de Juvenal, aquel emperador romano que acuñó la frase “pan y circo”. Inspirada expresión con que explicó la perversa costumbre puesta en práctica por Julio César y Aureliano, de regalar a los pobres trigo y entradas para que acudieran a lo juegos del circo (carreras y luchas de gladiadores), evitando de esa manera que se olvidaran de asuntos más importantes para los intereses populares. No es igual sí, pero se acerca en mucho, si se toma en cuenta las diferentes modalidades de hacer entrega de dádivas, directa o indirectamente, con tal de ganarse las simpatías y hasta la voluntad de electores de estos tiempos. ¿Acaso no es eso lo que hace “Factor K” organización financiada por el fujimorismo, que realiza concursos de bailes y premio con dinero a los ganadores?.
Es mucho lo que callan la mayoría de los candidatos, de manera especial los de la derecha. Uno de los temas que ocultan tiene que ver con el manejo de la economía neoliberal, política endiosada por los medios de comunicación al servicio de los poderosos del dinero y que no se cansan de afirmar que la pobreza ya no es tanto en el país, cuando en realidad las propias cifras que manejan, apoyados por organismos internacionales que siguen la misma corriente, dan cuentan que se mantiene el tercio de pobres en el Perú, con su secuela de pobreza extrema sobre todo en las zonas rurales de la Sierra y de la Selva. A este propósito hay, felizmente, expertos en la materia que permiten afirmar que “la profundidad de la crisis económica y sus características ponen en cuestión todas las justificaciones del modelo neoliberal. No solo ha fracasado en su pretensión de ofrecer una sustancial mejora del bienestar social sino que resulta ineficiente en los limitados términos del funcionamiento normal de los mercados. Algo que ya sabíamos que se había producido en anteriores crisis (la rusa, la del sudeste asiático, la de las punto.com, la de Enron), pero que ahora alcanza al núcleo central del modelo”.
Hemos mencionado lo analizado por Albert Recio Andreau, a propósito de lo que se siente en nuestro país y en otros, con sensibles dificultades, por ejemplo, en las inversiones y la explotación de recursos mineros, más allá de las entendibles protestas de los pueblos afectados por una explotación que no toma en cuenta y en su verdadera dimensión, el mal que acarrea para la vida y la salud de los pobladores. Da la impresión que los ejecutores de las recetas neoliberales, no encontraran salida a un problema que en el futuro inmediato, tendrá serias repercusiones. Y es que una cosa es que el Rey esté desnudo y otra que sus cortesanos lo admitan. Hay demasiados intereses en juego y grupos de poder organizados en poderosos “lobbys” que tienden sus tentáculos en muchas direcciones: en sus conexiones con las élites políticas con las que mantienen estrechas relaciones, en la nutrida tropa de individuos que tienen cubierto su “modus vivendi” y su prestigio social en la promoción de este modelo, en la propia inercia que impone el pasado. La forma cómo se están produciendo las respuestas políticas en casi todas partes es una buena muestra del peso muerto del pasado.
Concluyo preguntando y con seguridad muchos otros ciudadanos de a pie: ¿por qué callan al respecto quienes según las encuestas son los virtuales ganadores de la primera vuelta electoral? ¿O es que no tienen nada que decir, salvando así su situación de cortesanos del Rey?

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