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jueves, 6 de noviembre de 2014

OPINIÓN POLÍTICA

EL FUTURO DE LAS REFORMAS
Por Manuel Acuña Asenjo

El triunfo político del pacto Nueva Mayoría


El gobierno de ‘Nueva Mayoría’ pudo constituirse como tal, luego que dicho pacto político alcanzara la victoria electoral en diciembre del pasado año merced a dos circunstancias: fue la primera, contar con la presencia de un líder carismático como lo es Michelle Bachelet que, para la generalidad de la población votante, a pesar de haber sido su pasada administración la que puso fin a la era de Gobiernos de la Concertación de Partidos Por la Democracia, parece representar la ‘reginae mater’; la segunda, haber podido alcanzar a redactar, poco antes de dichas elecciones, un programa de Gobierno que recogía gran parte de las demandas ciudadanas pendientes de realizar hasta el momento de dicha elección.
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Como señala una analista, “la retórica de la Reforma de Bachelet ha sido completamente copiada de las demandas estudiantiles, y diría, hasta mejorada, si analizamos los artilugios argumentativos del ministro de Educación. Esa retórica sin embargo, queda vacía si se analizan los contenidos totalmente minimalistas que promueven desde La Moneda en Educación".
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Simultáneamente, empeñó dicha coalición ante la ciudadanía la promesa  de una nueva forma de gobernar en el sentido que no repetiría los vicios del pasado, especialmente en materia de acuerdos alcanzados a espaldas de los habitantes de la nación. Para el cumplimiento del programa se urgió al electorado a dar ‘un parlamento para Michelle’; en cuanto a lo segundo, se ofreció una administración ejercida por una nueva generación de políticos que comprometían su palabra en torno a actuar con plena independencia de los partidos. Dentro de la escena política nacional sembró, por consiguiente, grandes expectativas de cambios y transformaciones.
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Con esas armas electorales, Michelle Bachelet no sólo casi dobló la votación de su rival, Evelyn Matthei, sino que obtuvo, además, una aplastante mayoría parlamentaria cuyo número debería haberle permitido llevar adelante todos los cambios propuestos en ese programa. Sin embargo, no ha sucedido de esa manera.
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Por el contrario: todo lo que se suponía realizable comenzó a malograrse en los meses posteriores a poco de asumir el pacto ‘Nueva Mayoría’ el mando de la nación. Incluso, a medida que pasa el tiempo, se desdibuja el perfil de las transformaciones sociales que dicha coalición parecía estar decidida a emprender, al extremo de desconocerse su propio impulso transformador que parecía identificarla en sus inicios. Y no es que la naturaleza de dichas reformas sea intrínsecamente ‘perversa’ o lleve ineluctablemente al ‘comunismo’ como más de alguien podría suponer.
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Por el contrario: su contenido primitivo era bastante poco atrevido siendo, en algunos casos, incluso, hasta conservador. La propia Reforma Tributaria que recientemente ha promulgado la presidenta no es ni la sombra de aquella que primitivamente había propuesto el ministro Arenas; tampoco la actual Reforma Educacional que en breve se tramitará en el Senado. Para qué hablar de la Reforma Constitucional o de una Asamblea Constituyente.
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Y es tan evidente una manifiesta ‘marcha atrás’ dentro de esta época de transformaciones que, cuando dos de las personas que integraban la llamada Comisión Presidencial de Expertos para la Reforma de la Salud Privada —a saber, Gonzalo de la Carrera, presidente del grupo de empresas Colmena Salud, y Ana María Albornoz, gerenta de la empresa Clínicas Chile (quienes, en defensa de sus respectivas conductas, alegaron estar dicha Comisión preparando las condiciones para estatizar las ISAPRES)— anunciaron el retiro de la misma por las razones antedichas, su secretario ejecutivo, Camilo Cid, pudo decir, con toda calma, que tales afirmaciones no eran efectivas pues el proyecto aprobado solamente
“[…] debía considerar terminar con la discriminación, terminar con las alzas unilaterales y lo que se acordaba, entonces era poner a las ISAPRES en un estatus de seguridad social, pero no terminar con ellas de ninguna manera” .
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Las reformas propuestas, pues, no serán realizadas en su integridad a pesar de haber ganado la entonces candidata Bachelet dentro de las reglas del juego impuestas por la dictadura y con un Parlamento proclive a los cambios.

¿Qué ha sucedido?
¿Cuál es la razón de este cambio de comprtamiento?
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No puede afirmarse ingenuamente que todo ello se debe a la virulencia de una ‘derecha’ que desea hacer oídos sordos tanto a razones como a la ‘voz del pueblo’; tampoco puede decirse que se deba a la acción solapada de un estamento empresarial poco proclive a los cambios pues, como ya lo denunciáramos en uno de nuestros anteriores documentos, dicho estamento apoyaba no sólo a la candidata del pacto ‘Nueva Mayoría’ sino a todo su Programa de Gobierno, y rechazaba a la que debería estimarse como ‘representante político natural’ de la clase de los compradores de fuerza o capacidad de trabajo que era Evelyn Matthei.
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Para algunos autores, la razón de tal retroceso radicaría en los límites impuestos por la constitución pinochetista a una era de cambios, pues su estructura no toleraría grandes reformas ni permitiría introducir transformaciones ‘estructurales’ al sistema vigente. Dadas así las cosas, no quedaría sino una solución como la que propone un analista:
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“Para el gobierno sería mejor poder hacer todas las reformas sin gastar demasiado esfuerzo en la Constitución y por eso yo creo que es importante notar que estas reformas sólo pueden ser compatibles con la Constitución en la medida que no se hagan las transformaciones profundas que la Nueva Mayoría prometió”.
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Con prescindencia de la polémica que suscita una eventual reforma o derogación y reemplazo de la constitución pinochetista por una que refleje la voluntad de las grandes mayorías nacionales, no parecen atinadas las conclusiones del analista, toda vez que presuponen incapacidad o ignorancia de parte del actual pacto gobernante de entender a cabalidad el real significado de la carta fundamental. Como lo hemos expresado repetidamente en nuestros análisis, ‘Nueva Mayoría’ ganó las elecciones dentro de las reglas del juego impuestas por la dictadura, y con una extraordinaria presencia de representantes en el Parlamento.
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De lo cual se desprende que no dice verdad el senador Felipe Harboe cuando asegura, refiriéndose a las reformas que deberían introducirse a la Constitución:
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“Tenemos que abrir este debate, y será en el proceso legislativo donde se defenderán las visiones que correspondan. Ahora claro, hay que ser realistas, tenemos una Constitución que exige para reformarse supramayorías, y hoy no tenemos los votos” .
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Los votos están; son otros los elementos que faltan. Por lo mismo, tampoco acierta Camila Vallejo cuando, luego de haber sido burlado su partido por un acuerdo tras bambalinas durante la discusión de la Reforma Tributaria,  se lamenta de la siguiente manera:
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“[…] nos hemos encontrado con la oposición política y económica de la derecha, así como también del sector más conservador de la Nueva Mayoría, perteneciente al núcleo de la antigua Concertación, quienes en vez de desarrollar un argumento crítico han preferido emplear la desinformación, la mentira y la desconfianza, con el sólo fin de infundir miedo al cambio” .
A nuestro entender, las causas de los impedimentos que han malogrado toda posibilidad de llevar adelante las reformas del modo primitivamente formulado, parecieran encontrarse en otros hechos y circunstancias y no en una constitución inadecuada o en la simple oposición de políticos malévolos y de empresarios inescrupulosos cuya única finalidad es poner cortapisas a toda iniciativa proveniente del pacto gobernante. La teoría nos puede ayudar en el empeño por conocer qué es lo que efectivamente está sucediendo.

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