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martes, 1 de octubre de 2013

1-10-2013-KRADIARIO-EDICIÓN N° 872

La realidad peruana
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EL ENTUSIASMO PRESIDENCIAL 
Por Roberto Mejía Alarcón (*)
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La Asamblea General de las Naciones Unidas fue la reciente semana pasada escenario de una cita de mandatarios, durante la cual los representantes de América Latina pusieron especial énfasis en el problema social. Todos en mayor o menor tono expresaron su optimismo sobre el particular, adelantando además logros efectivos en el futuro inmediato. Uno de los más entusiastas fue el presidente Humala Tasso. No dejó de aprovechar la oportunidad para ratificar que el principal objetivo de su gobierno es el de la inclusión social. Se crece y se redistribuye simultáneamente, manifestó.
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Lo dicho por el Jefe de Estado nos anima a realizar un análisis actualizado de la situación social, para determinar hasta qué punto es valedero lo afirmado en Nueva York. A este efecto no podemos dejar de lado el hecho que Perú, como otros países de América Latina, ha sido y es objeto de políticas de ajuste que, con más o menos intensidad y extensión  en el tiempo, trata de adaptar la economía al funcionamiento del mercado mundial.
Muy a nuestro pesar y en base a lo acontecido en las últimas décadas, tenemos que señalar que aun cuando se crece y se redistribuye, no existen todavía los hitos firmes de un posible progreso social y peor aún no hemos avanzado en un modelo de desarrollo que nos lleve a una supuesta meta de progreso.
Los sectores beneficiados por la política económica del actual y de los anteriores y recientes regímenes gubernamentales, podrían decir que estamos en un error. Y que la mejor demostración está en el hecho del fortalecimiento de la macroeconomía e inclusive de la aparición creciente de nuevas clases medias. A ellos tendríamos que replicar que, aun así, no se puede ocultar que los verdaderos manejadores de la economía son quienes hacen buenos negocios depredando las riquezas naturales al igual que los grupos financieros dominantes del momento y que, como bien se sabe, no tienen interés en el desarrollo de nuestro país.
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Por lo demás, la falta de industrialización y la dependencia de las exportaciones de bienes primarios viene ocasionando retraso y tarde o temprano podrían provocar una crisis recurrente de comercio exterior y hasta de endeudamiento, cuyo tratamiento será el ajuste en los consumos populares y en las cuentas del fisco. Sobre el particular bastaría con dialogar con las amas de casa que van a los mercados de abastos, para advertir que no estamos tan descaminados en nuestra apreciación y que no en vano los gremios de los trabajadores están saliendo a las calles demandando un salario mínimo de 1.200 nuevos soles. Ellos piden mejores condiciones para disfrutar del pan diario, pero lamentablemente no hay quien les escuche. Y si piden queso, casi seguro que oíran un grito mandón que les diga ¡menos eso!
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Entonces no nos dejemos poner las vendas sobre los ojos. Y tampoco la mordaza. El país está como la mona, que aunque se vista de seda, mona queda.
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Julio Sevares, estudioso de la realidad de países como el nuestro, escribía por eso hace tiempo, en alusión a la historia del ajuste en América Latina: "...la historia podría comenzar hace quinientos años, cuando los conquistadores entraron a saco en las poblaciones, las minas y las plantaciones de América, llevaron la plata y el oro hacia Europa y, en nombre del progreso civilizatorio, forzaron una reorganización económica y social en beneficio de la metrópoli, que sería la base de la pobreza y el atraso de los años que seguirían...". Pregunto ¿ha cambiado tal situación? Dejamos al lector el ensayo de una reflexión, sin pretender restarle al entusiasmo presidencial eso de "crecer y redistribuir simultáneamente".
 
(*) Es director del diario Crónica Viva de Lima, Perú, y columnista de KRADIARIO

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