kradiario.cl

martes, 29 de noviembre de 2011

LA DESIGUALDAD EN CHILE ¿TIENE SOLUCIÓN?

Por Heraldo Muñoz (*)

En el reciente Informe de Desarrollo Humano 2011, elaborado por el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), Chile aparece escalando una posición en el ranking , ubicándose en el puesto 44, entre 187 países y territorios, y número 1 en América Latina y el Caribe. Chile, Argentina y Barbados son los únicos países de la región que figuran en la categoría más alta del Índice de Desarrollo Humano.

Efectivamente, Chile ha venido mejorando consistentemente su desempeño en desarrollo humano, que incluye indicadores sobre tres dimensiones básicas: una vida larga y saludable, acceso al conocimiento, y un estándar de vida decente. El progreso en desarrollo humano de Chile no es reciente, y se arrastra desde hace décadas. A modo de ejemplo, en 1980 la esperanza de vida de los chilenos era de 69,2 años, en 1990 pasó a 73,7, y el 2011 llegó a 79,1; los años promedio de educación pasaron de 6,4 en 1980 a 8,1 en 1990 y 9,7 en 2011; el producto per cápita (en dólares PPP del 2005) subió de 5.174 dólares en 1980 a 6.233 dólares en 1990, y a 13.329 dólares en el presente año.

Pero el Índice de Desarrollo Humano es una medida promedio de los logros en desarrollo de un país, y los promedios ocultan muchas verdades. El problema de Chile es la desigualdad.

Pese al progreso en desarrollo humano, nuestro país está entre los 20 países más desiguales del mundo, medido por el coeficiente de Gini de ingreso, el indicador más usado para medir la desigualdad. Pese a nuestra leve mejora en este coeficiente en las dos últimas décadas, cuando el excelente ranking de Chile en el Índice de Desarrollo Humano del 2011 se ajusta por el efecto de desigualdad -procedimiento que el PNUD viene haciendo desde el año pasado-, Chile sufre una pérdida del 19% en desarrollo humano, comparado con una pérdida de 11,5% para los países en la más alta categoría de desarrollo humano. Claro está, debido a que América Latina, en términos de ingreso, es la región más desigual del mundo -12 de los 20 países más desiguales del mundo están en nuestra región-, la caída en desarrollo humano por el efecto de la desigualdad es de un 26,1% en Latinoamérica y el Caribe.

Si bien Chile y otros países de la región han disminuido la pobreza y se ha ampliado la cobertura de servicios públicos, la desigualdad se refleja en brechas de calidad. Así, aunque el incremento de los programas públicos de transferencias condicionadas, por ejemplo, han impactado positivamente la asistencia escolar y los indicadores de nutrición y salud, dichos programas no han generado una mayor calidad en la inserción laboral.

La desigualdad en Chile se percibe como un trasfondo clave en las protestas estudiantiles, en la baja representación de las mujeres en el Parlamento, en la postergación de los pueblos indígenas, e incluso en la discriminación sufrida por hinchas con camisetas de Colo Colo impedidos a acceder al estadio de la Universidad Católica en la comuna de Las Condes para un reciente partido de fútbol, pese a portar entradas para dicho evento deportivo.

La desigualdad en Chile y Latinoamérica no es sólo de ingreso, sino de género, territorial, étnica, de orientación sexual, etcétera. Nuestra desigualdad es profunda y persistente, según indicó el PNUD en el Primer Informe Regional de Desarrollo Humano para América Latina y el Caribe 2010, y se transmite de generación en generación.

El gran desafío de Chile es reducir las desigualdades. En el pasado, gracias a los subsidios monetarios directos e indirectos, ha sido posible reducir las diferencias en la distribución del ingreso, favoreciendo especialmente a los sectores de menores ingresos. La prioridad gubernamental debiera ser ir más allá y lograr un pacto fiscal para sustentar y ampliar las políticas de reducción de la inequidad.

A fin de cuentas, la desigualdad no sólo es un tema moral, sino también un problema de crecimiento económico -los países más desiguales requieren tasas más elevadas de crecimiento para reducir la pobreza- y de impacto social y político, porque una mayor equidad genera cohesión social y creciente gobernabilidad democrática.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario