Con sorpresa, en medio del acto, la televisión Al Arabiya anunció que el presidente Hosni Mubarak se dirigiría a los egipcios esta noche. Analistas dicen que el mandatario daría una respuesta a los cientos de miles de personas que se concentran desde la mañana de hoy en el centro de la ciudad. "No será su renuncia, pero si la promesa de que no volvería a presentarse a las elecciones presidenciales previstas para septiembre de este año", comentó uno de los comentaristas de la televisión árabe Al Arabiya.
Tras varias horas entre la multitud, el corresponsal de la televisión Al Yazira aseguró que los manifestantes no piensan moverse "hasta que Mubarak se vaya". De hecho, los objetivos siguen siendo los mismos que esta mañana, cuando comenzó la protesta.
Concentrados en la plaza de Tahrir (de la Liberación) desde las once de la mañana, los protestantes han montado tiendas, repartiendo mantas y comida para pasar la noche y continuar su protesta en la plaza. Su objetivo: exigir reformas democráticas en el país árabe bajo el lema "Abajo Mubarak, todos contra Mubarak". Sin embargo, el presidente no tiene pensado renunciar a su cargo.
Precisamente, el presidente de EE UU, Barack Obama, le ha pedido a través del enviado del Gobierno estadounidense, el ex embajador Frank Wisner, que no vuelva a presentarse a las elecciones y escuche las demandas de su pueblo.
El primer ministro egipcio, Ahmed Shafiq, ha insistido a través de un comunicado distribuido por fax por el Ministerio de Información, en la oferta de diálogo hecha a la oposición en los últimos días y ha anunciado un "conjunto de medidas", sin detallar, que se cumplirán "en un breve período". Sin embargo, la oposición ya no quiere diálogo y está cansada de promesas que no se cumplen.
La única salida visible por ahora sería por el conducto militar y en este caso el recientemente nombrado por Mubarak, el vicepresidente Omar Suleiman, un militar amigo de EE UU, podría culminar en septiembre, con elecciones libres y Mubarak en los cuarteles de invierno.
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Mohamed El Baradei |
La clave parece estar en el Ejército. Las líneas telefónicas entre el Pentágono y los cuarteles de El Cairo arden y no fue extrañó que Hillary Clinton dedicara elogios al “prestigioso y respetado” cuerpo militar el domingo pasado en sus declaraciones en Washington.
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