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martes, 8 de febrero de 2011

¿Trabajo esclavo en Argentina?

Por Fernando Glenza
Ecoportal

La explotación de trabajadores rurales por parte de transnacionales semilleras desnuda el circuito de inequidad del “agronegocio”. Trabajadores rurales hacinados en casillas de chapa sin condiciones mínimas de salubridad.

Cientos de publicaciones dieron cuenta en las últimas semanas sobre las condiciones laborales de trabajadores rurales, contratados para el “desflore del maíz”, lindantes con el trabajo esclavo. La contratación fue realizada por empresas transnacionales productoras de semillas -Pioneer de DuPont, Nidera, Status Ager, y Southern Seeds Production- a través de servicios de firmas de contratación de personal, logística y supervisión de trabajos de campo, como SMW Agro, Adecco Specialities y Manpower.

En diversos operativos realizados por el Ministerio de Trabajo y la Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP) en las provincias de Santa Fe, Córdoba y Buenos Aires pudo constatarse contrataciones de personal no declaradas –denominados “en negro”- y trabajo infantil en condiciones infrahumanas.

Según el titular de la AFIP, Ricardo Echegaray, se descubrió una planificación laboral nociva de grupos económicos multinacionales. “El trabajo prestado en las condiciones que detectamos es ilegal. Pero si el trabajo es prestado en condiciones infrahumanas, como las que detectamos, estamos hablando de esclavitud, que en el siglo XXI no podemos permitir que ocurra”, señaló el funcionario.

Por su parte, el director de Recursos de la Seguridad Social de la AFIP, Carlos Sánchez, evaluó que “las empresas que tercerizan a sus trabajadores deberían controlar que los empleados que prestan servicios lo hagan en las condiciones establecidas por la ley. De lo contrario, estamos frente a un ardid para eludir las verdaderas responsabilidades como empleadores”.

Los trabajadores rurales eran forzados a vivir en condiciones de hacinamiento en casillas de chapa sin aislante térmico ni protección contra alimañas e insectos; sin baños, sin electricidad y sin agua potable.

Tras la detección de casos de explotación de mano de obra en condiciones de servidumbre en distintos emprendimientos agrícolas de la provincia de Buenos Aires, las miradas recayeron sobre el titular de la Unión Argentina de Trabajadores Rurales y Estibadores (UATRE), gremio que conduce Gerónimo Venegas, alineado junto al ex presidente argentino Eduardo Duhalde, opositor al actual gobierno de Cristina Fernández.

El dirigente afirmó que el gremio viene haciendo operativos para detectar trabajo “en negro” en distintas empresas del país, a la vez que señaló que “nosotros no tenemos que aclarar nada de lo que venimos haciendo desde hace años”.

De esta forma, Venegas se refirió a las denuncias y operativos realizados por el Ministerio de Trabajo de la Nación y la provincia de Buenos Aires, donde se detectaron cientos de casos de trabajadores rurales –entre ellos menores de edad– cumpliendo sus tareas “en condiciones de explotación y servidumbre” por parte de distintas empresas.

Los relatos de los trabajadores rurales temporarios son contundentes: “Ni siquiera sabemos cuánto nos van a pagar la hora”. “Ni siquiera sabemos cuántos días vamos a trabajar”. “Ni siquiera sabemos cuándo vamos a volver”. “Cuando alguien se quejó, castigaron a toda la cuadrilla”.

De esta manera el “agronegocio” transfiere a los trabajadores el riesgo correspondiente a quien invierte el capital, mediante el aprovechamiento de una serie de factores: la falta de otras oportunidades laborales en la región a causa de la expansión de la frontera agrícola de monocultivos para exportación, determinada a su vez por la apropiación sus territorios campesinos y la absoluta ausencia de un sindicato que los defienda.

El “agronegocio” produce en Argentina semillas a contraestación del hemisferio norte, lo que le permite exportar semillas listas para sembrar en temporada adecuada, representándole una importante fuente de ingresos, enviando semillas híbridas hacia los Estados Unidos y otros países de América Latina.

La mayoría de los trabajadores rurales contratados provienen de la provincia de Santiago del Estero. Según la socióloga Agustina Desalvo, la actividad recluta fuerza de trabajo entre los desocupados en condiciones de extrema explotación.

Temporeros durmiendo
en el suelo de un pasillo.
“La misma realidad se repite en otros lugares del país donde los santiagueños realizan tareas rurales, como, por ejemplo, en la cosecha del arándano. Carentes de fuentes de empleo en su provincia de origen, los obreros santiagueños se ven obligados a migrar a otras zonas del país para proveerse un ingreso”, indica la investigadora del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET).

Informes de la científica revelan que el “desflorado del maíz” hoy es la principal actividad dentro del circuito migratorio de los campesinos santiagueños y que la producción de semillas híbridas es una actividad relativamente nueva, que se halla en ascenso desde la década de 1980 y que recibió un nuevo impulso con el auge de los “agrocombustibles”.

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