Por Rafael Luis Gumucio Rivas

En el caso de la
Presidenta Bachelet la combinación política que la ha apoyado va desde
democratacristianos a comunistas, y la más fiera de las oposiciones la ejerce
el clan Walker.
La Presidenta Michelle Bachelet, en este último
período, ni reina, ni gobierna, pues quien lo hace por ella es el ministro del
Interior, Jorge Burgos – cuyo calado político no le alcanza para “Premier”, y
ni siquiera es un buen recadero de los opositores al gobierno, cuyos
principales líderes son los Walker-Martínez, que no son ni la sombra
de los jefes conservadores que derrocaron a Balmaceda -. No podemos
afirmar que hay un vacío de poder y, a modo de ver, lo que existe es una
profunda crispación, crisis de confianza, de credibilidad y una depresión
política que conduce al nihilismo.
La filtración de las conversaciones telefónicas
de Juan Díaz, un operador político de la UDI Popular – métodos que no se
diferencian de los empleados por el PPD – pertenecen, no cabe duda, a una
especie de maquinación de la derecha, con el fin de desprestigiar a la “reina”.
Si volvemos a los ejemplos de la Revolución Francesa – algo así como el asunto
del collar, que tanto desprestigió a la reina María Antonieta -,
afortunadamente, en esta ocasión la misma Presidenta Bachelet reaccionó
oportunamente ante la canallada calumniosa de la publicación en la
Revista Qué Pasa, de pretender implicarla en asuntos de dinero, en el caso
Caval, y amenazó con emprender acciones legales en defensa de su honor.
El daño que su propio hijo, Sebastián Dávalos, y
su nuera, Natalia Compagnon, han hecho a la Presidenta no sólo es irremontable,
sino también de una magnitud sin límites, pues la nuera, movida por la ambición
y rápido enriquecimiento, ha atraído a raíz del conocimiento del caso
Caval lo peor del lumpen que rodea la actividad político-comercial del
repugnante Chile neoliberal, cuyo característica principal es la anomia, expresa
en una visión de la vida y el mundo, cuyo real objetico es el de enriquecerse
sin importe los medios para lograrlo, sean lícitos o ilícitos- como decía
Gardel, Siglo XX cambalache, maquiavelos y estafados, lo mismo un burro que un
gran profesor -.
Muchos ciudadanos comparan la situación
actual de la política chilena con la del Brasil, país donde se ha aprobado el
comienzo del juicio político contra su Presidenta, Dilma Rousseff, sin embargo,
hay varias diferencias. En primer lugar, en Brasil los políticos asaltaron y robaron en
la principal empresa del Estado, Petrobras, mientras que en el caso chileno los
políticos han sido comprados por empresas privatizadas durante la dictadura de
Augusto Pinochet y mantenidas incólumes por los traidores de la Concertación.
En segundo lugar, los políticos ladrones brasileños – en su mayoría, senadores y diputados – reconocen haber impulsado, exitosamente, el juicio político y la eventual salida de la Presidenta Rousseff, a fin de ejercer su poder para lograr la amnistía en los casos de corrupción – lo reconoce el corrupto ministro de “Transparencia” de ese país – (afortunadamente estamos a años luz del golpe blanco de Estado contra la Presidenta Dilma Rousseff), pero sería bueno no escupir al suelo.
En segundo lugar, los políticos ladrones brasileños – en su mayoría, senadores y diputados – reconocen haber impulsado, exitosamente, el juicio político y la eventual salida de la Presidenta Rousseff, a fin de ejercer su poder para lograr la amnistía en los casos de corrupción – lo reconoce el corrupto ministro de “Transparencia” de ese país – (afortunadamente estamos a años luz del golpe blanco de Estado contra la Presidenta Dilma Rousseff), pero sería bueno no escupir al suelo.
Es notable que en casi todos los casos de
corrupción política aparezca un gran personaje, que no es Julio Ponce
Lerou, como podría pensar la mayoría de los ciudadanos, sino el gran lobista,
“el padre José”-( personaje que encarnó el papel de la “eminencia gris” en la
monarquía, durante la regencia del cardenal Armand Jean du Plessis Richelieu, )
y que en Chile este “monseñor” está a la sombra de todos los
procesos de políticos, económicos, comerciales y mercantiles que ocurren en
este Chile hipócrita y transaccional. Su apelativo es Enrique Correa
Ríos, que si no llegó a ostentar el título de “Monseñor”, pero comenzó sus
estudios para tal cargo, en el Seminario de Ovalle.
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Correa tiene la habilidad para estar siempre detrás del trono, oportunamente y en el lugar adecuado, y puede ser a la vez un allendista puro y duro, como también el gran asesor de los millonarios pinochetistas – en este plano, es un buen discípulo de Joseph Fouché y Charles Maurice de Talleyrant -. Por otra parte, hay que reconocer la genialidad de Ponce Lerou para contratar los más inteligentes y poderosos asesores y, a su vez, todo tipo de acusación culpando a su “mozo” Patricio Contesse quien, muy bien pagado, feliz se lleva todas las culpas de los negociados ilícitos de su “amo” – hay que ser muy ingenuo para creer que en Chile existe igualdad ante la ley -.
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Correa tiene la habilidad para estar siempre detrás del trono, oportunamente y en el lugar adecuado, y puede ser a la vez un allendista puro y duro, como también el gran asesor de los millonarios pinochetistas – en este plano, es un buen discípulo de Joseph Fouché y Charles Maurice de Talleyrant -. Por otra parte, hay que reconocer la genialidad de Ponce Lerou para contratar los más inteligentes y poderosos asesores y, a su vez, todo tipo de acusación culpando a su “mozo” Patricio Contesse quien, muy bien pagado, feliz se lleva todas las culpas de los negociados ilícitos de su “amo” – hay que ser muy ingenuo para creer que en Chile existe igualdad ante la ley -.
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