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jueves, 30 de junio de 2016


La columna del periodista Fernández
MARTA UGARTE, 40 AÑOS DESPUÉS

Por Enrique Fernández


Casi 40 años después del crimen, la justicia chilena condenó a prisión a una veintena de militares por el secuestro y asesinato de la profesora Marta Ugarte, cuyo cadáver, lanzado al mar desde un helicóptero “Puma”, fue la primera pista del destino que tuvieron los detenidos desaparecidos durante la dictadura de Augusto Pinochet.
El cuerpo de la educadora, semidesnudo, quemado y con visibles huellas de torturas, apareció en la playa La Ballena, 200 kilómetros al norte de Santiago, el 12 de septiembre de 1976. Ella fue la primera víctima desaparecida que el mar devolvió, pare revelar un cuadro monstruoso de terrorismo de Estado del que Chile sólo tuvo conocimiento cuando en 1990 concluyeron los 17 años de la más cruel dictadura que haya tenido en su historia.
Después que habitantes del lugar denunciaron el hallazgo a la policía, la prensa de la época difundió versiones sensacionalistas que hablaban del asesinato de “una bella joven” por motivos pasionales. Marta Ugarte Román tenía ciertamente una belleza exótica, pero a sus 42 años ya no era tan joven. Y su muerte no fue por razones sentimentales, sino como parte de la guerra de exterminio que el régimen de Pinochet lanzó contra sus opositores desarmados.
Antes del golpe militar de 1973, que culminó con la muerte del Presidente Salvador Allende, la profesora se desempeñó como Encargada Nacional de Educación del Partido Comunista y secretaria privada de la ministra del Trabajo Mireya Baltra. Después del golpe su partido fue proscrito y Marta fue secuestrada por agentes de la DINA el 9 de agosto de 1976. Testigos la vieron en el sector denominado “La Torre” del campo de prisioneros Villa Grimaldi. De allí fue llevada al centro de detenidos de Peldehue, desde donde despegó el helicóptero que la llevaría a su trágico final. Un ex agente que declaró durante el proceso relató que antes del despegue, el coronel Germán Barriga ordenó al doctor Osvaldo Pincetti que la inyectara con una dosis letal para luego envolverla en un saco y subirla al helicóptero.
“La inyección que el doctor Pincetti le puso a Marta Ugarte parece que no la dejó totalmente muerta o adormecida. Nos percatamos que, al momento de ensacarla, todavía se seguía moviendo (...) Todos estábamos ahora apurados porque el helicóptero venía. Entonces abrimos el saco, cortamos uno de los alambres que ataban el trozo de riel al cuerpo de la dirigente comunista y la ahorcamos con él. No se movió más. Después amarramos nuevamente el saco con el mismo alambre. Llegó el helicóptero Puma del Ejército. Y Barriga ordenó subir los cuerpos a bordo”, agregó el ex agente.
Desde el día del hallazgo en la playa pasaron casi 40 años hasta que el juez Miguel Vásquez Plaza dictó sentencia contra los asesinos. En su condición de ministro en visita de la Corte de Apelaciones de Santiago para investigar violaciones a los derechos humanos,  el magistrado condenó  a 12 años de prisión a los ex oficiales del Ejército Carlos López Tapia y Ricardo Lawrence Tapia, altos funcionarios de la disuelta DINA (Dirección de Inteligencia Nacional). Dispuso además 10 años de cárcel para los agentes Heriberto Acevedo y Claudio Enrique Pacheco Fernández y ocho años para los pilotos del Comando Aéreo del Ejército Carlos Mardones Díaz y Antonio Palomo Contreras.  Otros implicados deberán cumplir penas menores por complicidad y encubrimiento en el crimen.
Entre estos últimos figura el coronel Pedro Espinoza, preso desde 1995 por el asesinato del ex canciller Orlando Letelier, que agentes de la DINA cometieron en Washington el 21 de septiembre de 1976, nueve días después que el mar devolviera los restos de Marta Ugarte.
“Por primera vez, son condenados pilotos del Ejército de Chile, involucrados en crímenes de lesa humanidad”, dijo el abogado Adil Brkovic, que patrocinó la querella, al conocer la sentencia del juez.



El crimen de Marta Ugarte inspiró el documental “El botón de nácar” del realizador Patricio Guzmán, exhibido en Chile en septiembre pasado. También inspiró los emotivos versos de una canción que compusieron Patricio Manns y Manuel Meriño:
“Vino del mar envuelta en agua azul,
la trajo el viento del más allá,
dormida en las olas de espuma y sal
sobre su propia herida mortal".

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