Opinión política
UN DESAFÍO MAYOR
Por Camilo Escalona
En el curso de la última semana se concretó el cambio en la Jefatura del
gabinete, siendo reemplazado Jorge Burgos por Mario Fernández como ministro del
Interior. Con ello, se abre una nueva etapa en la tarea de gobierno, para concluir
esta etapa de reformas.
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Como además se notan divergencias en el bloque de la Nueva Mayoría,
algunas de ellas, duras y ásperas, referidas a temas principales de la
contingencia, como la situación de la economía, el orden público, la aprobación
legislativa de la agenda anti delincuencia y la propia marcha de las reformas,
ante tales desafíos, se infiere que este debe ser un nuevo periodo en la tarea
del gobierno.
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Entonces, ¿cuál será la clave en este periodo? Ante el aumento de las diferencias, la tarea de las tareas no puede ser
otra que reponer la unidad de acción del bloque de la Nueva Mayoría y definir
en forma definitiva las prioridades gubernamentales.
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Asimismo, hay que tomar conciencia que los trágicos hechos del 21 de
mayo pasado, y el incremento de acciones violentas de gran impacto contra
parroquias o capillas de la Iglesia Católica en la Araucanía y en la última
marcha estudiantil la destrucción en la Iglesia de la Gratitud Nacional y la
violación de un Cristo por grupos vandálicos de encapuchados, así como su
extensión a un culto evangélico, son expresión de una violencia y una
intolerancia inaceptables que afectan una tarea principal de la autoridad de
gobierno, cual es la seguridad y la buena marcha del país. El Ejecutivo
tiene en ello un desafío fundamental.
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En cuanto a las asperezas vividas, parte de ellas se originan en los
espacios de ambigüedad que se han producido en torno a diferentes decisiones de
la autoridad. Es cierto que no se puede estar de acuerdo en todo, ya que por
mucho que sea un mismo bloque de partidos, es obvio que no todos van a pensar
igual. Más aún, en la complejidad coyuntural la diversidad y el pluralismo es
un patrimonio vital para el ejercicio sano y eficaz de la gobernabilidad
democrática.
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Sin embargo, diversidad no es lo mismo que desorden ni pluralismo
significa confusión; lo que ha pasado es que los vacíos en
las definiciones de la conducción política han sido tan significativos que
permiten más de una interpretación lo que posibilita que haya quienes actúen de
acuerdo a su propio criterio haciendo lo que a cada uno parece mejor. Esto ha
creado fuertes tensiones. Por eso, hay que evitar que se desplieguen líneas
de acción paralelas y no convergentes. Se necesita cohesión, una línea
clara, que sea asumida de conjunto en la Nueva Mayoría.
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Esta necesidad incluye la esencial responsabilidad de la coherencia,
cuando una fuerza política asume la condición de gobernante. No importa si ese
carácter se adopta como una sola organización mayoritaria o si se actúa, como
es el caso, en el marco de un acuerdo, bloque o alianza más amplio, al gobernar
se adquiere una calidad política que es unívoca, es decir, no se puede ser gobierno y oposición a la vez. No es válido que
los espacios de desacuerdo sean excusa para recurrir "a la presión de la
calle" para imponer el criterio particular de cada fuerza.
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Al caer en la tentación de adquirir esa doble personalidad, de situarse
como gobierno y oposición a la vez, se transita por una ruta riesgosa ya que
esa conducta es fácil de advertir por los demás interlocutores, y se trasluce
la idea de querer sacar doble ventaja, de fortalecerse con los beneficios del
poder y ganar adeptos y popularidad con la crítica que se recoge de los
descontentos.
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La tentación es fuerte porque es
fácil agitar las aguas para aparecer en la imagen pública tratando de
solucionar todo de una vez, como "el bueno" de la película, pero
dañando a las fuerzas aliadas. La tensión y la polémica que resulta
de ello es inevitable. De ese modo, lo que se genera al final es una impronta
política dispersa y confusa que no suma y es mucho lo que resta.
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Está claro que la gradualidad en la implementación no se puede saltar ni
suprimir. El voluntarismo en nada ayuda, sólo aumenta las dificultades.
Intentar hacer todo al mismo tiempo puede resultar fatal; la marca de
izquierdización que algunos van imponiendo empuja hacia una imposible
simultaneidad en la multiplicidad de reformas y tareas a implementar. Esa
orientación en lugar de fortalecer al gobierno lo ahoga con demandas que no
puede cumplir.
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De esa manera, con espacios abiertos a diversos enfoques, no es posible
la claridad que se requiere, ni la firmeza y la cohesión en la conducción que
es indispensable y urgente que la Nueva Mayoría debe mostrar al país para
reponer su propia autoridad y la confianza de la ciudadanía a su labor
gubernativa.
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De modo que la tarea que entregara la Presidenta de la República al
nuevo ministro Mario Fernández es, a lo menos, un desafío mayor, ya que su naturaleza traspasa con creces el ámbito administrativo para
incluir la solución de los vacíos de conducción política que han
gravitado negativamente a lo largo de este ciclo que termina. Le deseamos suerte
y templanza, que las va a requerir.
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