Opinión de un experto
CRECIMIENTO Y DESARROLLO: NO ES SÓLO UN PROBLEMA SEMÁNTICO
Por Hugo Latorre Fuenzalida
Desde que se impuso la globalización en su modalidad
occidental, representada por los regímenes de Reagan en EE.UU. Thatcher en el
Reino Unido y Pinochet en Chile, a los que se sumaron luego Menem en Argentina
y en parte Fujimori en Perú, se instaló la idea que la economía tenía el
CRECIMIENTO del PIB como única misión.
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Las estrategias seguidas
con el soporte del “Consenso de Washington”, se basan en la privatización
de todos los recursos posibles y la desregulación de todas las actividades que
crean riqueza. Pero no se conformaron con esas medidas, sino que avanzaron a
otras más audaces, como son las de transferir recursos desde la función y desde
los presupuestos de los Estados hacia las entidades privadas mediantes
estímulos, subsidios, incentivos tributarios, exenciones de toda clase de
pagos, reembolsos sobre cobros puramente nominativos, etc.
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Cuando se da esta situación de establecer unas reglas del
juego económico donde todos los beneficios se derivan hacia las empresas y
ninguna obligación; cuando el sostén del gasto del Estado lo financia el
salario y no la ganancia del capital, cuando la legislación permite la certeza
jurídica sobre la propiedad pero no sobre los derechos vitales de la persona,
entonces el gran cientista social Oscar Varsavski plantea que se ha estructurado un modelo
EMPRESOCÉNTRICO.
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Este modelo permite una acumulación geométrica del
capital y un estancamiento o un progresivo desmejoramiento comparativo del
salario; el ahorro de la economía se concentra en el sector capital mientras
que la deuda social se concentra en el sector
de las familias; por otra parte, el ahorro obligatorio del trabajo (Fondos
sociales) son transferidos para beneficio de la inversión del capita (y del
lucro) y no para la inversión con direccionalidad de beneficio y rentabilidad social.
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En un modelo EMPRESOCÉNTRICO las inversiones se destinan
a las áreas de rentabilidad más rápida y abultadas pero que no son las de mejor
calidad o las socialmente más necesarias; esto hace que dichas inversiones sean habitualmente de mala calidad si se les
mide con un parámetro estratégico; también es normal que sean inversiones de
corto plazo, pues lo que se busca en el sector privado es la recuperación
rápida de la inversión; también es habitual que se invierta ahí donde el Estado
subsidia generosamente la actividad inversora, donde la aportación de capital
público reemplaza al aporte del capital privado y el riesgo es igualmente
mínimo (ver sistemas de transporte urbano y de usufructo de concesiones
carreteras; construcción privada de hospitales y cárceles).
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El crecimiento bajo este modelo puede ser tremendamente
engañoso, pues se da, la más de las veces, un “crecimiento monstruoide”, donde
la cabeza se hipertrofia cargando a un cuerpo esmirriado; la concentración
excesiva del ingreso en pocas manos debilita el cuerpo social y económico, así
como explota ciertas vetas altamente rentables dejando de lado otras áreas de
la producción que permitiría irradiar estímulos de inversión en diversidad, lo
que, se sabe, alienta el multiplicador y acelerador keynesiano, que dinamiza la
actividad interna, el empleo y extiende
el círculo de la inversión en el tiempo y en el espacio.
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Por el contrario,
el modelo concentrador, al que se le agrega la dimensión extractiva y primaria,
tienden a transferir al exterior la dinámica del multiplicador keynesiano,
enriqueciendo a economías exteriores en
vez de las propias. Estas economías abiertas en extremo y sesgadas
restrictivamente en la producción interna perpetúan los salarios bajos con
subutilización de factores, desestímulo
tecnológico y competitivo, lo que le inhabilita a adquirir competitividad externa creciente.
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Todo esto hace a la economía de este modelo fluctuante y
muy dependiente de las oscilaciones externas de los mercados y flujos, así como
propensas a una fatal ralentización del crecimiento a largo plazo y pérdida de
ventajas productivas adquiridas, debiendo permanecer resignada a lo que la
naturaleza dio. Es decir, es necesariamente una propuesta pasiva y nunca de
creación de competencias activas, fruto del esfuerzo social organizado.
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Es por todo lo anterior que obras que vienen hablando de
estos temas del DESARROLLO real y efectivo, plantean la necesidad de forjar
sociedades inclusivas, creativas, integrativas y equilibradas económica y
socialmente.
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Eso nos lo decía ya Myrdal, Joan Robinson, Anibal Pinto
en “Chile un curso de economía frustrado”, Ugo Pipitone en su famoso libro
“Estrategias comparadas de salida del atraso”, también Jeffery Sachs en “El fin
de la pobreza” o “Por qué fracasan los países” de Acemoglu y James Robinson. Si
hasta el mismo Piketty en “El capital en el siglo XXI” reconoce que las etapas
de mayor prosperidad del capitalismo se realizan en los períodos en que se
desarrolla una estrategia inclusiva e integradora del DESARROLLO.
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Por tanto, la diferencia entre CRECIMIENTO y DESARROLLO
radica en que el último propone un crecimiento armónico de las diversas áreas
de la economía; un desarrollo equilibrado y fundamentalmente simbiótico; esto
hace que la economía crezca sobre los dos pies: el mercado interno y el
externo, las tecnologías en sus diversas
fases de desarrollo; las áreas de la producción de manera balanceada (
primaria, secundaria y terciaria); equilibrio geográfico de las inversiones;
equilibrio en la distribución del ingreso nacional; balance entre las
inversiones privadas y públicas, entre las inversiones de corto, mediano y
largo plazo.
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En resumen, “crecimiento” es un simple indicador
cuantitativo y aleatorio de rendimiento de una economía, sin integrar elementos
cualitativos. “Desarrollo” es un crecimiento cuantitativo armónico, balanceado
y también cualitativo de una sociedad.
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En Chile hemos estado cultivando la adicción al
“crecimiento”, sin considerar que por ser una sociedad incompleta y en
formación, primero debemos aspirar a las fases elementales y obligadas del
“desrrollo”, de lo contrario estaremos formando una estructura monstruoide,
desarticulada e inestable.
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