LA OPINIÓN DE UN TEÓLOGO
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BRASIL ESPERA LA RESURRECCIÓN PERO SIGUE INSERTO EN UNA PROFUNDA CRISIS
Por Leonardo Boff
Vivimos políticamente en Brasil una
situación de viernes de pasión: hay odio, desgarro de las relaciones sociales,
peligro de ruptura del orden democrático y de pasar de una democracia de
derecho y de leyes a una democracia de derechas y sin leyes. Hay señales
inequívocas de que este escenario no sería imposible.
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Y en este contexto celebramos la fiesta mayor del cristianismo,
la Pascua. En hebreo significa el “paso” de la cautividad egipcia a la libertad
de la tierra prometida; metafóricamente, el paso de las turbulencias de una
crisis a la paz serena de un Estado democrático de derecho.
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Reflexionando sobre el significado profundo del
Viernes Santo, el joven estudiante de teología y después uno de los mayores
filósofos de la historia, F. Hegel, sacó su famosa clave de lectura de la
historia y de la vida humana: la dialéctica. En la saga de Jesús, él veía
realizados estos tres pasos: vida-muerte-resurrección.
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La vida es la tesis de la positividad. La muerte es
la antítesis de la negatividad. La resurrección es la síntesis que incorpora la
tesis y la antítesis en una síntesis superior. La resurrección es más que la reanimación
de un cadáver, como el de Lázaro, lo que significaría volver a la vida
anterior. La resurrección es la aparición de algo nuevo, nacido de las
afirmaciones y contradicciones del pasado. Ese “insight”, siempre recordado por
él, fue llamado “viernes santo teórico”.
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Mirándolo bien, la semana santa, más allá de su
carácter religioso, representa un paradigma del proceso histórico y de la
propia evolución. Todo en el universo, en los procesos biológicos, humanos y
biográficos, se estructura en forma dialéctica. El primer momento es la
serenidad tranquila y la paz infinita de aquel puntito casi infinito de donde
venimos (tesis). De repente, sin que sepamos por qué, explotó. Produjo un caos
inconmensurable (antítesis). La evolución del universo significa un proceso de
crear órdenes cada vez más altos y complejos que culminan con la emergencia del
espíritu y la conciencia (síntesis).
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Esta síntesis, transformada ahora en nueva tesis,
lleva dentro su antítesis que desemboca en una nueva síntesis más fecunda. Y así
se da el devenir de la historia del universo, de las sociedades y de cada
persona.
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Concretando para nuestra situación actual. Brasil
ha entrado en un proceso de crisis cuyas causas no cabe referir aquí. De una
situación tranquila (tesis) se entró en un proceso de caos (antítesis). De este
caos debe irrumpir un nuevo orden que pueda dar horizonte y esperanza al país
(síntesis). Hay que definir nuevas estrellas-guía que nos orienten en la crisis
actual. La crisis tiene la función de acrisolar, purificar y hacernos a todos
más maduros.
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La cuestión se resume en esta pregunta: ¿quién
tiene la propuesta político-social que supere la crisis y cree una convivencia
mínimamente pacífica? No será a través de fórmulas ya probadas y gastadas como
vendrá la superación de la crisis, dando centralidad a políticas y a grupos de
poder a costa del sacrificio de la mayoría de la población.
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Será prometedora la que realice un bienestar mínimo
para el mayor número posible de personas, les asegure trabajo, una vivienda
modesta pero digna, y les cree posibilidades de desarrollo y crecimiento a
través de una salud y educación sostenibles. En todo este proceso dialéctico
hay una experiencia de vida, de muerte y de transfiguración; de orden, desorden
y nuevo orden; de tesis, antítesis y síntesis. La complejidad según E. Morin se
estructura en esta dialéctica, que es la de la semilla: “si el grano de trigo
que cae en la tierra no muere, quedará solo, pero si muere, producirá mucho
fruto”, como dijo el Maestro.
Hoy la naturaleza, la humanidad y nuestra sociedad
vivieron un viernes santo duro y amenazador.
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Nuestra esperanza es que este padecimiento se
ordene hacia una radiante transformación. Que el corrupto sea castigado y lo
que políticamente se hizo mal sea corregido. Es importante definir un rumbo,
que en cierta forma ya fue indicado. Si este rumbo fuese correcto, el camino
puede conocer subidas y bajadas pero nos llevará a buen destino: a un nuevo
orden de convivencia donde no sea tan difícil tratar a la naturaleza con
compasión y a nuestros prójimos con humanidad y con cuidado.
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