FRANCIA-HOLLANDE-VALLS-KRADIARIO
HOLLANDE FRENA LA AMBICIÓN DE MANUEL VALLS
Por Rafael Poch
El Presidente galo, François
Hollande, tiene dos problemas con su primer ministro. El primero es que de
pequeñito Manuel Valls colocaba cada noche sus zapatillas perfectamente
alineadas al pie de su cama. El segundo es que Valls quiere ser presidente de
Francia, como sea.
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Lo primero lo explica su mamá, Luisa Valls, en un documental
hagiográfico sobre el primer ministro que se emitió el lunes por el tercer
canal de la tele pública. Lo segundo lo confirman todos los participantes en
ese mismo programa, incluido el presidente Hollande implícitamente.
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Tener al lado a alguien que te quiere quitar el puesto y que
de pequeñito ya era así de metódico no le hace mucha gracia a Hollande. El
problema es que Valls es el niño bonito de recambio de la derecha francesa, una
especie de suplente para el caso de que los suyos no ganen en el futuro.
Alguien que se ha de potenciar. Y se nota mucho en las sobredosis de Valls que
transmiten los medios de comunicación franceses.
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Manuel de Valls |
El documental del lunes fue puro periodismo cutre, a cargo
de Franz-Olivier Giesbert, un periodista de la corte, cuya incestuosa relación
con el poder le confunde con él. Por su boca habla el establishment. La
adoración de este por Valls es conocida, así que sus declaraciones de vasallaje
al gran empresariado siendo primer ministro o sus expulsiones de gitanos como
ministro del Interior son presentadas como arrojo, “ruptura de tabúes” y
firmeza. El documental jugaba con el origen español de Valls.
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Giesbert, un
prototipo de chien de garde (perro guardián), según el concepto acuñado por
Serge Halimi, actual director de Le Monde Diplomatique, en un memorable
documental de 1997 sobre la decadencia del periodismo en Francia, sigue anclado
al tópico francés de la España de Mérimée (1803-1870) de toreros y mujeres
fatales con navaja en la liga. El documental se titulaba El matador, abundaba
en referencias al “toreador”, al “picador”, al “torero” y al “regard noir” de
Valls.
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El primer ministro no aparecía por los pelos en traje de luces, pero en
la visita a la torre de Horta en la que pasó su infancia, el paseo por la
Barcelona del procés era con fondo de guitarra flamenca y palmas.
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“Hay en él algo tenebroso que recuerda a su país”, decía con
aire de profunda reflexión la periodista Catherine Nay, una de las invitadas al
homenaje. “Es catalán, y los catalanes tienen la sangre caliente”, afirma el
genial autor, incapaz de meter delante de su cámara a alguien crítico con el
personaje, al que no faltan detractores incluso en su propio partido, en el que
mereció un apoyo del 5% en las últimas primarias.
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Si todo esto es anecdótico, menos lo fue que veinte medios
de comunicación convocaran al público a visionar este Matador, que tuvo una
audiencia discreta de menos de dos millones de espectadores. Pero es que al día
siguiente, martes, Valls volvía a comparecer en Canal +, en un programa del
mismo género, dedicado a potenciar su genial figura de aspirante a Tony Blair a
la francesa con una década de retraso con el absurdo e intimista título de
Conversación secreta. Y luego el jueves pretendía comparecer en el show
político del segundo canal Des paroles et des actes: dos horas y cuarenta
minutos en directo, frente a chiens de garde y oponentes bajo la batuta del
presentador David Pujadas, otro torero catalán infiltrado en la República.
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"Un jefe de Estado que vela por que su primer ministro
no se desgaste, lo que da la medida de lo muy cordial que es la entente de las
primeras autoridades del Estado", señalaba con acidez el semanario
satírico Le Canard. No ha sido la única ironía al respecto.
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El propio Hollande aparece en El matador elogiando a Valls,
en unos términos que más recuerdan a una lista de defectos. Dice que su primer
ministro es "nervioso" y "a veces colérico". Está bien,
dice con astuta ironía, "a veces hace falta mostrar capacidad de
jefatura".
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Sobre la somera formación de Valls, una simple licenciatura en
Historia, el mismo equívoco: "Es un hombre que no ha tenido una
trayectoria política común, no hizo grandes estudios, ni pasó por las grandes
écoles (donde se forma la tecnocracia francesa), pero está en la escuela de la
vida". ¿Se presentará Valls a las presidenciales?, le pregunta el
periodista: "Tiene mucha vida por delante, es más joven que yo y que
muchos otros...", responde Hollande. Pero, ¿le ve usted de presidente?
insiste: "Hay que aprender a hacer bien aquello para lo que uno ha sido
nombrado, si se piensa siempre en hacer lo que el destino aún no te ha
permitido lograr, no se hace lo que el presidente de la República te ha pedido
que hagas: de primer ministro". Recordó la escena de octubre del año
pasado en el Elíseo. Entonces Hollande le dijo a Valls ante las cámaras:
"Uno puede realizarse en la vida sin ser presidente de la República".
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Mientras el Titanic europeo se hunde en una lenta crisis
disolvente, la pareja francesa sigue bailando su tango.
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