CHILE-COLUMNA DEL PERIODISTA FERNÁNDEZ-KRADIARIO
LA PRESIDENTA, LOS CORRESPONSALES Y EL RECTOR
Por Enrique Fernández
En un tiempo en que la falta de
respeto se ha vuelto parte de la normalidad, la Presidenta de la República y
los corresponsales de la prensa internacional destacados en Chile fueron blancos
de agravios sin justificación. La Presidenta Michelle Bachelet fue calificada
de “taimada” y “ventrílocua” y los corresponsales aparecen como los “muñecos”
que usó la mandataria para desmentir los rumores sobre su intención de
renunciar.
“Qué falta de respeto, qué
atropello a la razón”, diría Enrique Santos Discépolo, el autor de aquel famoso
tango “Cambalache”.
Son los tiempos que corren. Y
como está de moda ser irreverente o irrespetuoso –que en este caso es lo
mismo-, un comentarista radial afirmó que la Presidenta es “taimada” porque se
resiste a cambiar su gabinete. Lo que el comentarista quiere es echarle más
leña a la hoguera y provocar una crisis ministerial. Otra crisis en medio de la
crisis. Pero el abogado Tomás Mosciatti –que no es periodista pero se acoge al
secreto profesional de los periodistas para no revelar sus fuentes- entregó una
primicia en su comentario del 2 de abril: dijo que Michelle Bachelet está
dispuesta a renunciar a la Presidencia del país.
“No he pensado en renunciar ni
pienso hacerlo. De ninguna manera", aseguró la Presidenta el miércoles 8,
hablando ante los corresponsales internacionales acreditados en Santiago.
"Imagínense (...), eso sería un quiebre institucional", agregó,
utilizando el tono coloquial y espontáneo que la caracteriza. Sin embargo, en
un tono más severo, manifestó su inquietud por la difusión de informaciones no
contrastadas y sin fundamento.
"Que quede claro que yo no
estoy pidiendo en ningún momento terminar con la libertad de expresión. Nada de
eso. Pero por favor… responsabilidad", insistió.
Por supuesto que sus palabras
constituyeron la “noticia del día” y los corresponsales despacharon sus notas a
los pocos minutos después de terminar el encuentro con la Presidenta. Es lo que
acostumbran a diario, en una tarea anónima que la inmensa mayoría de los
lectores de diarios, auditores de radio o televidentes desconoce por completo.
En tiempos de dictadura
(1973-1990) varios corresponsales conocieron la tortura, la prisión o fueron
expulsados del país. El régimen militar los consideraba casi como enemigos o
espías, porque transmitían a todo el mundo aquellas noticias trágicas que no se
conocían en el interior del país, donde la prensa estaba controlada por la
dictadura o era cómplice de sus “excesos”. El general Augusto Pinochet los
acusaba directamente de distorsionar la imagen de Chile y ponía como ejemplo de
esta siniestra campaña al “diario comunista Le Monde”. La sociedad chilena
tiene por eso una deuda moral con profesionales que actuaron a riesgo de sus
vidas como agentes de la verdad.
Así lo reconoció el entonces
Presidente Patricio Aylwin cuando se restableció la democracia. En mayo de
1991, también en un encuentro con los corresponsales, dictó una verdadera clase
magistral para explicar la transición chilena, que tanto asombro causaba en el
exterior, especialmente en Europa.
“Valorizo altamente la función
que ustedes cumplen. Y tengo clara conciencia de la importancia que tiene para
cualquier Gobierno”, dijo Aylwin, hablando en uno de los salones del Hotel Crown
Plaza.
Pero no todos coincidirán en esta
visión, por ese desconocimiento de la tarea que cumplen y la alta calificación
profesional que poseen los corresponsales, también desconocida para la opinión
pública. Fue por eso que el distinguido columnista Carlos Peña opinó en su
tribuna dominical de “El Mercurio” que la Presidenta los utilizó como
instrumentos para una operación comunicacional “torpe”.
“Como los corresponsales son
periodistas -o lo que es lo mismo, infidentes de profesión-, era seguro que lo
que ella dijera lo sabría luego todo el mundo”, explicó el columnista, rector
de la Universidad Diego Portales. ¿Le parece a usted que la proyección
internacional de las palabras presidenciales es una operación comunicacional
torpe? Al rector Peña sí le parece, porque además agregó en su comentario:
.
En una carta enviada a “El Mercurio”, titulada "Arte de ventrílocua", publicada hoy miércoles, la Asociación de Corresponsales de la Prensa Internacional entrega una sobria y categórica respuesta a estas apreciaciones.
“Calificar la labor de los periodistas de
medios extranjeros como "infidentes de profesión" o "muñecos de
ventrílocua", como hace el profesor Carlos Peña en su columna del domingo
último, es un agravio gratuito e ignora una historia de décadas de
profesionales de diversos continentes que trabajan para informar con apego a la
verdad y que, por cierto, lo hicieron bajo dictadura arriesgando su vida,
la expulsión o el cierre de sus medios”, dice la nota, firmada por la
Presidenta de la asociación, Marianela Jarroud (izquierda), representante de la Agencia
Inter Press.
“La Asociación de Corresponsales de la Prensa
Internacional en Chile es una corporación privada, con más de medio siglo de
trayectoria independiente y honestidad profesional, con ejemplos destacados,
principalmente en dictadura”, agregó la profesional, representante de la Agencia
Inter Press.
Yo soy periodista y pienso como tal. Y estoy triste.Triste y decepcionado. Razones tengo varias pero no deseo aburrir. Sólo diré tres.
ResponderBorrarLa primera es que la presidenta de Chile (o quien le organiza la cuestión comunicacional), actuó pésimo al intentar tratar como monigotes a los periodistas de Chile. Eso de "sacar las castañas del fuego con la mano del gato" al invitar a los corresponsales extranjeros y no los nacionales a una conferencia de prensa, es torpe. Y mucha torpeza agota. Bien, entonces, el columnista Enriqiue Fernández en esta nota.
La segunda es que, paulatinamente, avanza un descrédito en la autoridad. Y eso es inaceptable porque, si algo sabemos los que se supone que dominamos el movimiento de los medios de comunicación y su arrastre en la sociedad, es que todo esto es manejable. Bien manejable o mal manejable. Pero manejable. Y otra torpeza es manejarlo mal, como se ha hecho. Y, modestamente, no es difícil manejar bien las cosas, sólo se requiere experiencia y un poquitín de lógica.
Y estoy triste porque a los periodistas que se nos ha tratado mal "ninguneándeonos", y feo es también que no nos importe mucho. Hablo en plural, claro. En singular, o sea yo en lo individual, sencillamente no acepto que se me trate como monigote. es decir, no soy mono de ventrílocua, como lo dijo nada menos que el rector de una universidad (privada) que funciona en el país.
¿Y qué hago con mi tristeza, salvo meterla en el bolsillo de mi chaqueta y seguir caminando como si nada por las calles de mi ciudad, repletas de indiferentes?
Yo soy periodista y pienso como tal. Y estoy triste.Triste y decepcionado. Razones tengo varias pero no deseo aburrir. Sólo diré tres.
ResponderBorrarLa primera es que la presidenta de Chile (o quien le organiza la cuestión comunicacional), actuó pésimo al intentar tratar como monigotes a los periodistas de Chile. Eso de "sacar las castañas del fuego con la mano del gato" al invitar a los corresponsales extranjeros y no los nacionales a una conferencia de prensa, es torpe. Y mucha torpeza agota. Bien, entonces, el columnista Enriqiue Fernández en esta nota.
La segunda es que, paulatinamente, avanza un descrédito en la autoridad. Y eso es inaceptable porque, si algo sabemos los que se supone que dominamos el movimiento de los medios de comunicación y su arrastre en la sociedad, es que todo esto es manejable. Bien manejable o mal manejable. Pero manejable. Y otra torpeza es manejarlo mal, como se ha hecho. Y, modestamente, no es difícil manejar bien las cosas, sólo se requiere experiencia y un poquitín de lógica.
Y estoy triste porque a los periodistas que se nos ha tratado mal "ninguneándeonos", y feo es también que no nos importe mucho. Hablo en plural, claro. En singular, o sea yo en lo individual, sencillamente no acepto que se me trate como monigote. es decir, no soy mono de ventrílocua, como lo dijo nada menos que el rector de una universidad (privada) que funciona en el país.
¿Y qué hago con mi tristeza, salvo meterla en el bolsillo de mi chaqueta y seguir caminando como si nada por las calles de mi ciudad, repletas de indiferentes?
Zayda Cataldo Avilés
ResponderBorrarComo de costumbre: excelente trabajo del PERIODISTA Enrique Javier Fernández. Coloca los puntos sobre las " ies". ¡Felicitaciones Amigo!