CUMBRE DE PANAMÁ-KRADIARIO
CAMBIO EN LAS AMÉRICAS
Por Martín Poblete
Han debido pasar mas de cincuenta años para ver nuevamente a un presidente de los
Estados Unidos saludar a su par cubano, y luego sentarse a tener una distendida
conversación bilateral abordando los temas vigentes en una relación reanudada con muchas esperanzas
de ambas partes.
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En lo inmediato, la reapertura de las respectivas
embajadas en Washington DC y La Habana, seguida de la correspondiente
acreditación de embajadores, pareciera ser la primera prioridad; con la
normalización de las relaciones vendrán
los servicios consulares regulares, importantes particularmente para Cuba, por
la comunidad cubana residente en Estados Unidos, y por la inminente
normalización del tráfico de viajeros y turismo.
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Asimismo, ya comienza a tener lugar un significativo
cambio político, sacando de en medio una situación molesta demasiado
prolongada, un resabio de la Guerra Fría carente de racionalidad si alguna vez
la tuvo. Este cambio político es de
dimensiones continentales, devuelve al sistema interamericano bajo el liderazgo
de Estados Unidos el protagonismo natural de la diplomacia en las
Américas; deja en una especia de
caritativo limbo a una serie de entidades inventadas para reunirse solo entre latinoamericanos,
nunca tuvieron claro propósito ni vitalidad, no será fácil desmantelarlas pues
en el curso de los años han dado algo que hacer a numerosos burotecnócratas
latinoamericanos.
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De mas larga gestión será
levantar el embargo comercial y financiero, impuesto a Cuba por el
Gobierno del Presidente Dwight Eisenhower el 19 de octubre de 1960. Este asunto, por treinta y seis años bajo
autoridad presidencial, cambió cuando por sus propias razones electorales el
Presidente Bill Clinton, pensando tener alguna posibilidad de disputar el
Estado de Florida en su reelección, permitió el paso de legislación firmándola
y con ello haciéndola ley, traspasando
al Congreso la potestad de administrar
y, eventualmente, levantar el embargo comercial y financiero impuesto a Cuba;
el Acta por la Democracia en Cuba, patrocinada entonces por el Senador Jesse
Helms y el Congresista Dan Burton, ambos
Republicanos, representa un serio impedimento a completar la plena
normalización de relaciones entre Estados Unidos y Cuba.
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El Presidente Obama parece dispuesto a iniciar desde ya
las gestiones iniciales buscando encontrar en el Congreso actitud favorable
para, por lo menos, iniciar las primeras negociaciones conducentes a levantar
el embargo impuesto a Cuba; esto será difícil de gestionar, tanto la Cámara de
Representantes como el Senado están bajo control Republicano, pero el
Presidente acierta en iniciar el trabajo durante su mandato.
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En esa trinchera
opuesta se ubican los sectores irreconciliables del exilio cubano,
todavía importantes en la política de los estados de Florida y New Jersey, con
senadores, congresistas, además de alcaldes y otras autoridades
influyentes desde sus planos locales,
sin olvidar a intelectuales y profesionales también influyentes en los medios
de comunicación y las cátedras universitarias, sin embargo en estos últimos dos
grupos han habido cambios significativos claramente discernibles desde el fin
de la Guerra Fría.
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Junto a Obama se ubican los agentes comerciales,
mercantiles y financieros, confiados en volver a tener posiciones en Cuba al
impulso, en su visión incontrarrestable, de la geografía y la historia; también las nuevas generaciones de cubanos,
los hijos, sobrinos y nietos de exiliados, quisieran cambios en los aspectos de
manejo exclusivamente americano, de un marco legislativo cuya prolongación les parece cada día mas
inexplicable.
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Mientras se inician las complejas tratativas con el
Congreso, conviene recordarlo, el
Presidente Obama tiene herramientas en
las relaciones comerciales, financieras, de movimiento de personas en viajes de
reunificación de familias como también en el campo del turismo; esas
herramientas puede usarlas bajo su autoridad presidencial, no son menores,
pueden contribuir significativamente a crear un ambiente favorable tan
necesario para consolidar el comienzo auspicioso del cambio iniciado en
Panamá.
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