CRISIS-POLÍTICA-KRADIARIO
LAS SALIDAS PARA LA CRISIS
Por Hugo Latorre Fuenzalida
Chile se enfrenta a una nueva crisis, esta vez política,
pero que deriva en temas éticos y de legalidad.
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No es esta la primera crisis de grandes dimensiones desde
que se terminó con la dictadura. Se debe recordar los “ejercicios de enlace”,
de los “pinocheques”, del MOP-GATE, del “Transantiago”, el levantamiento de
“los Pingüinos”, la detención de Pinochet en Londres, el “caso Inverlink”, los
movimientos estudiantiles del 2011, etc.
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Pero todos estos episodios se dieron en un escenario
distinto al que tenemos hoy. Por un lado, los casos que comprometieron al
pinochetismo sucedieron en un ambiente de sol naciente de la democracia, lo que
permitió que al menos no dañara, como podría serlo ahora si se adujeran en
casos semejantes “las razones de Estado”
esgrimidas por Frei Ruiz Tagle para el caso de los “Pinocheques”, o en el
jugarse por traer de regreso a Pinochet desde Londres, como lo hicieron Insulza
y Frei.
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A pesar que había méritos suficientes para castigar a los
personajes comprometidos, los gobiernos concertacionistas prefirieron hacer la
vista gorda y dejar que se burlara el derecho y la moral de manera escandalosa.
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En el caso MOP-GATE, Lagos logra un acuerdo secreto con el UDI Pablo Longueira, que si bien lo ayuda a salir de la crisis, comprometió un proceder
que acarrearía los vicios que vemos salpicar hoy en el rostro de toda la clase
política, pero ahora con peor perspectiva que lo que para entonces comprometía
esa misma acción, pues la ciudadanía ha visto burlada su fe pública, en el
sentido que el poder se basa en la ley igualitaria y sin excepciones, pues con
ese fin se luchó para desmontar una dictadura arbitraria y discrecional.
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Pues bien, con todas esas excepciones y con todos esos acuerdos que torcían la
nariz a la ley y el derecho, los políticos y financistas se sintieron con
licencia y patente de corso para hacer todo tipo de trapacerías contra el
fisco, pensando que la lógica del empate permitiría salir ileso de cualquier
juicio.
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Tan confiados estaban en los acuerdos sobre impunidad que en
una especie de acto reflejo la primera reacción de Carlos Alberto Délano fue
intentar una entrevista con el Ministerio del Interior. Creyó posible este empresario la reedición o la vuelta de mano del acuerdo Lagos-Longueira. Finalmente, el mismo “Gran
maestro” del contubernio, Jovino Novoa, reclama públicamente contra los
“irresponsables” que no aceptan tratar estos temas, como se debe en una
sociedad donde se respeta a los poderosos, es decir en secreto, a espaldas de
la justicia y del pueblo.
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La implicación de una cantidad asombrosa de parlamentarios
en el otorgamiento de boletas ideológicamente falsas, representa una
descomposición de los valores del deber cívico más elemental. Todos van a negar
su compromiso, eso es muy de chilenos, pero todo el mundo sabe que están con
las manos metidas hasta los codos. Por lo demás se sabe por confesión de las partes, es decir de
Soquimich, lo que hace casi innecesaria la investigación (a confesión de parte,
relevo de pruebas, dicta el viejo dicho).
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Este compromiso entre dinero y política lo veníamos
denunciando por años, y señalábamos que Chile no era un país con bajos niveles
de corrupción (lo decíamos por quienes
se corrompen con el uso del poder, no por el pueblo de a pie);
señalábamos que en Chile quienes tienen
poder roban con el código bajo el brazo, pues ellos han hecho las leyes y sus
vacíos.
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Las instituciones no funcionan en Chile. Lo que ha pasado
con estos casos es que no se dieron cuenta los confiados empresarios que a todo
Prometeo le hermana algún Epimeteo (hermano subdotado de Prometeo) capaz de
abrir la caja de Pandora que contiene atrapados en su interior todos los vicios
y males de esta pequeña y soberbia parte de la humanidad.
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Así salió un Hugo Bravo, o un señor Bustos, que echaron a
volar por los medios, siempre ávidos de estos aconteceres, los cuervos de la
corrupción anidada en estos respetables círculos del poder.
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Lo que no sabían estos Epimeteos (los astutos) que robar el
fuego al Dios Apolo tiene sus riesgos en un mundo cambiante. Ahora, los jueces
son otros, los fiscales se toman en serio su deber, la sociedad civil está
empoderándose, los medios de comunicación ya no lo tapan todo, el chileno tiene
más indignación que miedo; el crédito de respetabilidad ya fue agotado y todos
desconfían.
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En consecuencia, si buscan salir de este entuerto, ni
piensen en la ingenua tesis de los acuerdos.
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Se debe actuar con justicia, con transparencia y en
profundidad. De haber salidas, las hay, pero para cocinar la nueva realidad se
deben romper todos los huevos que sean necesarios, pero sobre todo, la nueva
institucionalidad debe ser amasar con las manos del pueblo y no con las
enguantadas garras del poder fracasado.
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