POLÍTICA
HAY QUE SUPERAR LAS DIFICULTADES
Por Camilo Escalona
Se han constatado dificultades en el avance del proceso de
reformas que vive el país, aquellas que fueran respaldadas electoralmente hace
un año, por una clara mayoría de chilenas y chilenos, y que desde marzo han
sido impulsadas por el gobierno liderado por la Presidenta Bachelet.
Asimismo, las fuerzas políticas adolecen de un respaldo
ciudadano que sea significativo, según las mismas encuestas que registran una
baja en la popularidad gubernamental.
Es decir, estamos en un cuadro de una mirada severamente
crítica a los diferentes actores y partidos políticos que actúan en el
escenario nacional.
Surge de inmediato la pregunta, ¿qué hacer ante las
dificultades?
No me cabe duda que el criterio ordenador de cualquier Carta
de Navegación, Hoja de Ruta o como se quiera llamar al Plan político que se
formule es la lealtad irrestricta con los
compromisos programáticos suscritos con el país, con la acción del
gobierno de Michelle Bachelet y con la gobernabilidad democrática de la nación
chilena, tarea en la cual ya nos hemos empeñado a lo largo de cinco gobiernos,
luego del término de la dictadura.
Esta es la labor que al conjunto de los demócratas chilenos
les ha granjeado la confianza de la mayoría nacional necesaria para asumir la
tarea de gobernar el país.
La lealtad nos convoca a contener las agendas individuales que inevitablemente
surgen cuando hay problemas; es casi una ley biológica, la idea de salvarse
solo, de evitar los costos que se asumen cuando se es parte de una empresa que
tiene objetivos comunes, ineludibles para sus participantes. Un hipotético
escenario de recriminaciones mutuas, relativas a quien tiene mayores culpas en
lo sucedido, sería un ejercicio enormemente desafortunado.
No obstante, ello no se debe confundir con la falta de
diálogo, esencial e indispensable para clarificar el rumbo y resolver las
dificultades. La intolerancia hacia puntos de vista diversos también puede ser
de efectos muy lamentables.
El gobierno necesita el tiempo y el espacio político que le
permitan concretar sus objetivos principales, de allí que en lo personal siga
insistiendo en que las reformas son sucesivas y no simultáneas, articuladas en
un Plan que ordene las tareas y determine lo urgente separándolo de lo que no
lo es.
Se trata de fortalecer la estabilidad con las reformas y que
aquella permita sostener estas últimas. En tal sentido, no se debiera caer en el
juego del lenguaje confrontacional de la derecha más dura que sólo quiere
generar incertidumbre.
Hay que unir y no dividir, agruparse y no separarse. En esa
dirección es una tarea clave concentrar la agenda política en las Reformas
fundamentales y en las tareas esenciales, que indican que el gobierno mantiene
firme el timón del país. Luego de las encuestas se amplificaron sus efectos con
toda suerte de filtraciones y trascendidos que mostraban un Ejecutivo sin
respuesta clara al clima generado en el país.
De lo que se trata es de retomar el control de la agenda,
evitando que sea recargada por múltiples peticiones y demandas de los mismos
adherentes que presionan en su propio interés, desdibujando la tarea del
gobierno, cercándolo con innumerables demandas que, finalmente, no se pueden
resolver ni solucionar adecuadamente.
El fenómeno de tomar como válida toda petición para el
protagonismo personal, coloca a los actores que deben orientar y encauzar la
ciudadanía, permanentemente del lado de la demanda creando una situación que
llega a sobrepasar el gobierno y desdibuja su Agenda.
Chile requiere las reformas estructurales y necesita crecer;
en esa perspectiva el gran esfuerzo es afianzar la base de apoyo social del
gobierno, enfrentando los abusos que padecen las personas, creando
institucionalidad pública con ese objeto o fortaleciéndola donde exista,
teniendo como Norte la derrota de la desigualdad y no las consignas de cada
protagonista por separado.
El gobierno no se puede diluir en innumerables solicitudes
específicas, sino que debe reinstalar los grandes propósitos nacionales que lo
animan.
El desafío es de alta exigencia, pero es la tarea que beneficia
a Chile.
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