CIA
SIEMPRE ES PREFERIBLE
NEGOCIAR
Por Abraham Santibáñez
Definitivamente, lo que más debería preocupar a la opinión
pública de todo el mundo es la inutilidad de los métodos empleados por la CIA
en el combate al terrorismo. Como se ha comentado, las brutales torturas no
entregaron información realmente útil.
En el debate que ha seguido, aunque la CIA y el gobierno de
Bush que los amparó tienen defensores, la gran mayoría condena sin matices los
excesos cometidos. El Presidente Barack Obama dijo que los actos denunciados
son “contrarios a nuestros valores”. El candidato republicano en las elecciones
de 2008, el ex prisionero de guerra John McCain, considera que la tortura es
“una mancha en nuestro honor”.
En el resto del mundo, la mayoría de quienes han opinado
coincide en una condena sin atenuantes. Hay excepciones, desde luego, como el
lector Manuel Blanco de El Mercurio que acusó a la senadora Dianne Feinstein,
presidenta del comité de inteligencia del senado norteamericano, de falta de
prudencia y lealtad: “La decadencia de EE.UU. está asegurada con parlamentarios
de esa categoría. No significa que no tenga razón en algunas de sus
afirmaciones. Lo que no tiene es criterio ni lealtad”.
.
Hay quienes creemos que la decadencia de Estados Unidos –y
buena parte del mundo- se debe precisamente a que ha faltado lealtad a
principios básicos de convivencia. Lo de la CIA es apenas la punta del iceberg
por usar un lugar común. Las costosas intervenciones de Estados Unidos en los
últimos años tratando de conjurar peligros extremistas en Medio Oriente, por
ejemplo, han sido fracasos rotundos. Así lo prueba lo ocurrido con Irak donde
Bush proclamó haber ganado la guerra después de la primera batalla y donde
todavía no se logra un mínimo de estabilidad. Y la lista es larga: desde
Afganistán hasta Siria.
.
Pese a estas lecciones, es probable que haya muchos
partidarios de la mano dura en política nacional o internacional. Felizmente,
no basta con el deseo, se requiere de abundantes recursos económicos y, sobre
todo, de apoyo popular.
Por eso, frente al recurso de la fuerza, la negociación y el
esfuerzo de conciliación siguen siendo las mejores herramientas en las
relaciones internacionales.
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