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martes, 13 de septiembre de 2011

¿Como salvar a Grecia para que no abandone la zona euro?

¿Qué significaría para el sur de Europa la bancarrota de Grecia? ¿Podría ser el primer país entre otros en despedirse del euro? Las turbulencias financieras generan preguntas. El economista español Josep Oliver responde.

Los teléfonos vuelven a sonar en el Viejo Continente. La canciller alemana, Angela Merkel, habría hablado con el presidente francés, Nicolas Sarkozy, y ambos tendrían planeado llamar mañana al primer ministro griego, Georgios Papandreu, para conversar acerca de la situación económica de su país. El segundo paquete de ayuda a Grecia genera acalorados debates, y en los últimos días ganan eco las voces que piden un proceso de insolvencia para el Estado griego e incluso su salida de la eurozona.

Ante el enésimo capítulo de esta crisis, el sur de Europa contempla temeroso. Acerca de cómo se perciben allí los acontecimientos le preguntamos (Deutsche Welle) al catedrático de Economía de la Universidad Autónoma de Barcelona.

¿Qué consecuencias podría tener para un país como España la bancarrota de Grecia?

Josep Oliver: Yo no creo que encima de la mesa de los responsables de la Unión Europea y de la zona euro esté una bancarrota desordenada de Grecia, sino, en el peor de los casos -si Grecia se mostrara incapaz de cumplir con sus compromisos- una insolvencia ordenada.

Dado que tanto Irlanda como Portugal, España por descontado y ahora últimamente también Italia han puesto en marcha los ajustes que se les han pedido, yo diría que en ese contexto de una reestructuración ordenada el impacto debería ser relativamente modesto.

¿Y también estaría sobre la mesa el abandono de Grecia de la eurozona?

Para acabar con esta crisis, hay tres posibilidades. La primera es: nos mantenemos los 17 países [en la eurozona] y en un proceso lento y difícil avanzamos hacia una unidad económica más profunda que finalmente traería los eurobonos. Eso significaría que todos seguimos el modelo alemán, como ha hecho España.

En el otro extremo estaría la ruptura del euro que dejaría un área con una moneda única muy fuerte, a la que pertenecerían probablemente Francia, los países del Benelux y Holanda, Alemania, Austria y Finlandia. Esta alternativa me parece la menos probable de todas.

En medio está la opción de un área a 16. Es decir, que Grecia abandonara el euro transitoriamente. Incluso en esta hipótesis yo creo que lo que se plantearía sería un proceso ordenado, pactado, asegurando la estabilidad del sistema financiero, que en Europa está muy interconectado. La salida precipitada sin acuerdos ni compromisos no me parece posible.

¿Le serviría a Grecia abandonar el euro?

Honestamente, yo creo que no. Hoy por hoy, sería un suicidio.

¿Qué harían los griegos nada más intuir una posible salida del euro?

Pues lo que todo hijo de vecino: coger sus ahorros e irse de Grecia. Con la fuga de capitales y la desconfianza que generaría todo esto, los tipos de interés de las familias -que ahora están en el 2,5 %- se situarían probablemente en el 18 o el 20 %, como en España antes del euro.

Aunque devaluasen el dracma para ser más competitivos, con esos tipos de interés, y con la deuda que tienen los griegos en euros –que la continuarían teniendo en euros aunque abandonaran la moneda única- habría que trabajar mucho para devolverla. ¿Y qué pasaría con la inflación? Se dispararía al 12, 15 %. Todo el beneficio de la devaluación se lo comerían en… ¿un año y medio?

No digo que la salida de Grecia del euro no sea posible, pero supondría una catástrofe y yo creo que antes de llegar a eso hay otras alternativas, como que Grecia cumpla con sus compromisos –cosa que debido a la ceguera de su clase política no ha hecho todavía- y Europa acuerde otra reestructuración de la deuda griega.

Los rumores de que Grecia podría abandonar el euro, ¿asustan en España?

Ciertamente, hay preocupación. Este verano asistimos a una escalada de la prima de la deuda española insólita para un país que está haciendo los deberes. Desde que Grecia fue intervenida en mayo del año pasado, España ha tomado medidas radicales: se le ha bajado el salario a los funcionarios, congelado las pensiones, reformado el mercado de trabajo y el sistema financiero, se ha alargado la edad de jubilación hasta los 67 años y la semana pasada se modificó la Constitución para ponerle un límite al déficit público. En 2009 teníamos un déficit del 11% del PIB, este año terminaremos al 6, el año que viene al 4 y en 2013-2014 estaremos por debajo del 3 %, que es lo que la UE nos ha pedido.

Que un país que ha practicado un ajuste como pocos en el mundo occidental viera elevada de tal manera su prima de riesgo sorprendió, aunque hay que decir que no se debía tanto a Grecia como a la situación italiana, que ha sido realmente kafkiana.

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