El presidente boliviano Evo Morales confirmó hoy la anulación del decreto que elevó los precios de los combustibles hasta en 83% y que dio lugar a violentas protestas el jueves y amenazas de marchas y huelgas a partir del próximo lunes.
"Hemos decidido, en esta conducta de mandar obedeciendo al pueblo, abrogar el decreto supremo 748 (que eleva los precios de la gasolina y el diésel) y los demás decretos supremos que acompañan a esta medida", dijo Morales según la versión de las agencias.
Además "todas las medidas quedan sin efecto, no existe ninguna justificación ahora para subir los pasajes ni aumentar el precio de los alimentos ni la especulación. Todo vuelve a la situación anterior", señaló.
La decisión presidencial revocó también el aumento del 20% al salario mínimo nacional, que alcanzaba a la Policía, las Fuerzas Armadas, así como los sectores de salud y educación y abría las puertas al sector privado para negociar un incremento de sueldos en ese parámetro.
El miércoles el presidente justificó el alza en la gasolina, señalando que de la subvención anual a los carburantes de 380 millones de dólares, 150 millones se iban de contrabando a países vecinos como Brasil, Perú, Argentina, Chile y Paraguay. Señaló igualmente que ese contrabando era muy difícil de combatir.
Agregó el mandatario que para 2011 ese subsidio subiría a 600 millones de dólares, una cifra muy onerosa para el país.
Bolivia tiene un consumo de 35.000 barriles diarios de crudo, y en 2010 sólo ha producido unos 4.500 barriles diarios. El faltante es importado de Venezuela o Argentina, principalmente, y lo vende a precio subvencionado.
"Mi gobierno es un gobierno que nace del sufrimiento del pueblo boliviano, y se debe mi gobierno y mi presidencia especialmente al pueblo y los movimientos sociales", sostuvo anoche al afirmar que -como prometió al asumir su primer mandato en 2006- "debo gobernar obedeciendo al pueblo".
Multitudinarias manifestaciones en La Paz y en la vecina ciudad de El Alto exigieron el jueves la abrogación del decreto. Las protestas, que derivaron en algunos casos en violencia, se saldaron con 15 heridos y más de 20 detenidos.
Morales responsabilizó de la violencia a "algunos oportunistas que quieren aprovechar una reacción natural de algunos hermanos con fines netamente políticos y fines económicos".
A pesar de haberse visto obligado a retirar el decreto, el mandatario insistió en que "esta medida beneficia al pueblo boliviano" y que "mis compañeros (de los movimientos sociales) me decían 'es importante, es necesaria pero no es oportuna'".
Desde que el decreto fue promulgado el domingo los transportistas decidieron aumentos de hasta 100% en sus tarifas, lo que desencadenó una ola especulativa en los precios principalmente de los alimentos, además de rumores sobre 'corralitos bancarios' y desdolarización de la economía.
El poderoso sindicato de mineros tenía decidido iniciar el lunes una caminata de protesta sobre La Paz desde las ciudades andinas de Potosí y Oruro, mientras choferes y maestros amenazaron con recrudecer las manifestaciones.
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