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Hasta la segunda mitad del siglo XIX un número muy pequeño de la población llegaba a la vejez. Hoy en día, gracias a los avances en diversas disciplinas, entre las que cabe destacar a la medicina, la psicología, la salud pública, así como el desarrollo económico y el bienestar social, un número sin precedentes de personas alcanza edades avanzadas en todo el mundo. Esto crea en todos los ámbitos un reto en busca de soluciones que permitan posponer los riesgos de la fragilidad y enfermedad, para así alcanzar la meta establecida por la organización mundial de la salud de "agregar vida a los años y no solamente años a la vida".
Chile es un país, que tiene un alto porcentaje de personas con más de 60 años de edad. Actualmente, son 2.005.684 las que están en esta categoría, de ellas, el 56% son mujeres (1.122.547) y el 44% hombres (883.137). Se espera que para el 2015, los mayores de 75 años sean el 4% de la población, medio punto porcentual más que el 2007. Las tasas de envejecimiento están asociadas a dos factores demográficos de un país: alta esperanza de vida (baja mortalidad) y baja tasa de natalidad.
El envejecimiento es un proceso que ocurre a lo largo de toda la vida, cuya última etapa es la vejez propiamente tal y que presenta muchos cambios a nivel biopsicosocial. Como en todas las etapas de vida, ésta también tiene sus características particulares, problemas y oportunidades que derivan de ella. El tradicional concepto de vejez, condiciona y aboca a los propios mayores hacia actitudes de desánimo y temor ante una situación que este concepto tradicional de vejez define como de decadencia.
Es fácil observar entre las personas mayores sentimientos de resignación y apatía, frenando así la iniciativa de buscar nuevas formas de mantenerse activos. En este sentido es importante destacar como el deterioro en edades y capacidades frecuentemente se debe más a la falta de entrenamiento, al abandono de la actividad y al desconocimiento de la etapa que se está viviendo, que al declive biológico propiamente tal.
Por lo anterior, las personas necesitan asumir y participar enérgicamente en su proceso de envejecimiento, deben plantearse activamente que tipo de vejez quieren tener, que harán para ocupar su tiempo y de quienes quieren rodearse. Envejecer bien o mal, dependerá de los mismos individuos y de las oportunidades que les brinde su realidad social.
Es por esto que es necesario que la sociedad ayude en esta tarea a esta parte de la población y se diseñen programas, con el fin de otorgar a los adultos mayores un espacio donde tengan la posibilidad de estar informados acerca de la etapa que están viviendo, especificar los cambios, las pérdidas y ganancias de ésta y plantear potenciales soluciones y enfrentamiento de los mismos.
También es necesario informar y entregar técnicas fundamentales a los adultos mayores, es decir, un conjunto de conocimientos prácticos acerca de la vida saludable, de la actividad mental y del conocimiento personal, los que tienen como objetivo obtener un resultado determinado a partir de este conocimiento para promover, de esta forma, buenas conductas que ayuden en su prevención y lograr así el mejoramiento de la relación consigo mismo y con los otros y optimizar la calidad de vida, obteniendo un envejecimiento activo y más saludable.
Pero ¿qué pasa a los 65 años? ¿Ocurre a esa edad algún cambio biológico específico? Pues no, nada ocurre precisamente a los 65 años, ni biológica ni psicológicamente, en el organismo humano para que se establezca esa frontera. Sin embargo, a esa edad, en nuestra sociedad y en este momento, ocurre un hecho importante para la mayoría de las personas: La jubilación. Es por ello por lo que, esencialmente, se toman los 65 años como el comienzo de la vejez, pero no deja de ser un diferenciador social sin correlato biológico o psicológico, porque el envejecimiento, como proceso, se va produciendo, como ya mencionado, a todo lo largo de la vida. Se suele evaluar el envejecimiento de la población como un problema. Sin embargo, conviene resaltar que el envejecimiento de la población expresa el éxito de nuestra sociedad; en otras palabras, avances en educación, higiene, nutrición, atención sanitaria, social y psicológica, desarrollo económico y un largo etc., han logrado extender la vida humana y dar más años a la vida.
La experiencia nos dice que se envejece de muy distintas formas. Pueden observarse personas muy mayores que mantienen una buena salud, que siguen participando en la sociedad en la que viven y que sienten su vida como plena, mientras que existen otras que envejecen con enfermedades múltiples, que viven aisladas, deseando terminar sus días. La cuestión clave es como promover el envejecimiento óptimo. La diversidad en las formas de envejecer no se produce al azar, sino que se pueden hacer muchas cosas para envejecer bien, con vitalidad: Si se practican una serie de estilos de vida y formas de comportamiento ( una dieta sana, ejercicio físico y mental, actividades agradables, alta motivación, sentido de la autoeficacia etc.); si además, se cuenta con condiciones sociales favorables ( protección social, servicios sociales y sanitarios, etc.) entonces, probablemente, se envejecerá óptimamente.
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