kradiario.cl

jueves, 9 de septiembre de 2010

Página Editorial Latinoamericana

Diario El Mercurio de Santiago de Chile
Economía chilena y su principal desafío


La economía chilena sigue dando muestras de vigor y recuperación. El Indicador Mensual de Actividad Económica (Imacec) de julio mostró un alza de 7,1 por ciento, acumulando su cuarta variación positiva y, simultáneamente, marcando el mayor incremento para ese mes en los últimos 14 años. La situación es más positiva aún si se considera que en 2009 hubo un día adicional de trabajo, por lo que si la comparación se hubiera hecho con el mismo número de días, el crecimiento del Imacec sería cercano al ocho por ciento.

Este auge de la actividad se explica en parte importante por el fuerte aumento de las ventas del comercio, que refleja un claro mejoramiento de las expectativas de las personas. Asimismo, inciden positivamente los sectores del transporte, las comunicaciones y la energía. Y pese a que la construcción aún no muestra una recuperación significativa, es probable que, en la medida en que se consoliden las buenas perspectivas internas, también ese sector comience a mostrar un importante despegue en los próximos meses.

Este cuadro hace factible que el crecimiento de la economía en el segundo semestre de este año supere el seis e incluso llegue al siete por ciento, y permite que las proyecciones para 2011 sean auspiciosas y eventualmente se acerquen a las cifras esperadas para el resto de este año.

La economía chilena ha estado impulsada por la recuperación mundial (que ha tenido una fuerza muy dispar en los diversos países del mundo), luego de dejar atrás en parte la fuerte crisis financiera del segundo semestre de 2008 y del primero de 2009. Y pese a que en el mundo siguen existiendo señales inquietantes, especialmente en algunos países de Europa y en EE.UU., Chile se ha desacoplado en cuanto a su velocidad, instalándose entre aquellos que están a la cabeza de la recuperación mundial.

En Estados Unidos y Europa aún persisten varios problemas no resueltos, lo que probablemente implicará un crecimiento lento en los próximos años. El proceso de desendeudamiento de las familias no ha terminado, y el deterioro del mercado laboral no da señales vigorosas de recuperación. En contrapartida, tanto China como India siguen dando muestras de fortaleza, lo que a su vez impulsa el precio de las materias primas, y eso redunda en altos precios para los commodities chilenos.

Esta diferencia entre Chile y el mundo pone al tipo de cambio en un escenario complejo. Es probable que la lenta recuperación mundial obligue a los bancos centrales a mantener, al menos en parte, los estímulos monetarios aplicados hasta ahora. En Chile, sin embargo, el Banco Central podría verse obligado a seguir "normalizando" la tasa monetaria si se repitieren los síntomas de presión inflacionaria que se observaron durante algunos meses. Éstos parecen alejarse luego que el IPC de agosto pasado disminuyera por primera vez en el año (-0,1 por ciento), pero el actual escenario global tiende a ejercer sobre el dólar una presión a la baja, que de agudizarse podría alcanzar a la competitividad de algunos sectores económicos chilenos. Si se profundizara este cuadro, no es descartable que el Banco Central deba volver a intervenir el mercado, como lo hizo en 2008 al aplicar un plan para aumentar sus propias reservas.

Más allá de todo lo anterior, el verdadero desafío de la economía chilena es recuperar los niveles de empleo previos no a la crisis de 2008-2009, sino a la crisis asiática (1998). Esto necesariamente supone la revisión de algunos aspectos de la legislación laboral y la introducción de reformas que incrementen la productividad. De otro modo, la espiral ascendente que parece comenzar a tomar la economía chilena no será suficiente por sí sola.

Diario La Razón de La Paz Bolivia
Y ahora a quién

Que haya una fiscalización tan celosa debería ser aplaudido. Pero algo no está bien.

Una sospecha que no apunta contra el acusado, sino contra los acusadores. Casi se diría que la población esperaba algo así y hasta se preguntaba ¿cuándo le toca al Alcalde paceño?, ¿cuándo al ex alcalde Juan del Granado? Pues la expectativa no duró mucho. Opositores, en una de las plazas más importantes del país: la Alcaldía de La Paz, parecía imposible que la gestión del Movimiento Sin Miedo transcurriese en paz.

El contralor, el masista Gabriel Herbas, ha intentado curarse en sano al alegar: “para que quede evidencia de que no es ninguna persecución política ni nada parecido, acá tengo la solicitud para la auditoría del propio ex presidente del Concejo Municipal, Luis Revilla”.

Aclaración que, en el contexto que vive el país, se hace necesaria; pero que al mismo tiempo pone en evidencia lo obvio: casualidad o no —hay que dejar abierto el beneficio de la duda—, las autoridades y/o líderes de la oposición al MAS parecen desfilar en la fila de acusados como fichas de una mente que las ha elegido y que busca cómo afectarlas.

Por supuesto, argumentos legales, jurídicos, asoman como las armas ante las que no cabe réplica. “Por si acaso...”, y procédase a procesar, a castigar... En las películas policiales, el detective que investiga un hecho, que se topa con un cadáver, se pregunta, para hallar a los sospechosos: ¿Quién se beneficia con esto?

Ya se ha dicho, casualidad o no, lo que la justicia está haciendo le cae muy bien al oficialismo. Sus contendientes actuales o futuros son atrapados en marañas jurídicas que dejan la cancha libre al MAS en alcaldías, por ejemplo. René Joaquino lo sabe muy bien. Y ahora toca el turno a Revilla.

Lo preocupante de esta situación es que, probablemente existan, en algunos casos, buenas intenciones en el sentido de juzgar las malas acciones públicas, la corrupción, la negligencia en el ejercicio de las funciones, etc. Un país que como Bolivia ha sufrido una y otra vez por la mala y pésima actuación de sus autoridades, pedía a gritos el castigo, la sanción contra éstas. Y lamentaba el ver cómo el mayor corrupto volvía a ocupar cargos sin rubor. Por ello, que ahora haya una fiscalización tan celosa debería ser aplaudido.

Y sería, si es que se actuase con la misma rigurosidad con todos los funcionarios, no sólo opositores o críticos. No es así y entonces la sospecha de que el mayordomo no es el asesino crece.

La Prensa de La Paz
Insólita legitimidad

El despojo de tierras —por el expediente de la fuerza, se entiende— sólo puede ocasionar confrontación incluso con derramamiento de sangre…

Por efectos de la fuerza bruta o de la desvergüenza, cosas hay, actitudes, en las diferentes ciudades y pueblos de nuestro país, que adquieren el carácter, y así se las consagra —pese a lo viciadas—, de la más absoluta y corriente legitimidad. No ingresan, desde ningún punto de vista, en los planos de la convivencia civilizada, no tienen ninguna correspondencia con normas escritas ni aportan para vivir en paz y bien, pero se alzan incólumes en medio de nuestras prácticas cotidianas, anulada la posibilidad incluso de mover un simple dedo en contra de ellas.

Esa legitimidad insólita rebasa, hay que remarcarlo, el ordenamiento jurídico con toda su vieja e insustancial papelería, y traspone fácilmente o más bien desconoce o anula el concepto de la autoridad constitucionalmente definido. Por decir algo, tenemos esos numerosos “mercados” en los que se compra y se vende, se hace, en fin, toda clase de transacciones, pero con cosas robadas, de una u otra forma malhabidas, nuevas, viejas y hasta flamantes. Y por supuesto, no a escondidas, sino a la diáfana luz del sol y hasta en presencia de guardianes del orden y de la seguridad e intereses públicos.

Tal auge han alcanzado estos centros de venta de cosas robadas que desde el oficinista hasta las amas de casa saben perfectamente que si algún artefacto precisan sin pérdida de tiempo y a precio más o menos accesible, es allí, a esos mercados abiertos sin reservas en puntos que son ampliamente conocidos, incluso por la propia fuerza pública, donde están al alcance del que ponga por delante los billetes.

A esa jugarreta insólita de la venta legitimada de cosas robadas se suma, con el auge del caso, la de la apropiación de las tierras, casi en igual proporción, las urbanas o las rurales. Basta una pizca de desvergüenza y otra de habilidad para arrastrar tras sí a los desocupados, a maleantes de diversa jaez, para tomar posesión de un predio sin más expediente que el del atropello de la ley y de la autoridad legítimamente constituida.

Puede ser cierto que aún queden latifundios improductivos, de terratenientes insensibles que tratan de especular con ellos. Mas, si tal fuese la situación, pues allí están las leyes y las autoridades del ramo para revertir las demasías y ponerlas a disposición de los más necesitados u obligar a los propietarios legítimos a construir en función del bien común.

Tenemos el caso de una propiedad en Coroico, Los Yungas, que hace muy pocas semanas ha sido invadida por “comunarios” que creyeron justo contar con una cancha de fútbol y no pestañearon cuando vieron necesario encenderle fuego a todo lo que allí quedaba de pie. Ni las autoridades locales ni las nacionales creyeron necesario intervenir en este despojo que deriva en un delito de lesa impunidad.

El despojo de tierras —por el expediente de la fuerza, se sobreentiende— sólo puede ocasionar confrontación violenta incluso con derramamiento de sangre, la propia y la de los detentadores insensibles. Dolorosas experiencias de esta jaez hemos vivido, y al parecer todavía podemos experimentar algunas más crueles aún.

Corresponde invocar sentimientos de humanidad y de necesaria justicia para avanzar en estos caminos endurecidos de la vida con la gracia de Dios y bajo el imperio de la ley y de la razón.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario