Por Eugenio Alvial Díaz
Cuando ya se ha apagado la algarabía por el Bicentenario, con discursos de chilenidad, loores, inauguraciones, promesas para el siglo de vida republicana que viene, tambores y clarines, una noticia nos dejó helados.
Según el diario electrónico El Mostrador (23/09/10) quedó al descubierto una anomalía mayor en la Junaeb de Arica, a raíz de las condiciones insalubres de las bodegas, donde la multinacional Compass Group, guarda los alimentos que están destinados a niños de escasos recursos y que distribuye la Junaeb. Se comprobó que había envases de alimentos roídos por ratones, más fecas y orines de estos animales, además de palomas (se dice que estas aves son portadoras de tuberculosis) y productos vencidos.
Compass Group es una empresa de alcance mundial, que tiene como clientes a países desarrollados tales como USA, Alemania, UK, Austria, Suecia, etc.
El Gobierno le aplicó una multa de 1,5 millones de dólares, según contrato y que es probable que dicha sanción sea apelada y/o negociada.
Ante este panorama las preguntas son: ¿los jefes de la Junaeb, siempre confían ciegamente en sus proveedores ya sean nacionales o extranjeros, máxime cuando se trata de alimentos?; ¿Compass Group tiene esta misma línea de servicio y trabajo en todos los países, o Chile es una excepción?; ¿Compass Group no tiene supervisores internacionales que verifiquen la calidad de servicio que está prestando a sus clientes?; ¿Compass Group tiene catalogados a sus clientes en primera, segunda y tercera clase, de acuerdo al PIB y su densidad demográfica?
Hay varias preguntas más que omitiremos en esta ocasión, para dar paso a las conclusiones de este enojoso tema.
En primer lugar es bueno recordar que cualquiera organización funciona de acuerdo a las directrices de la cabeza o jefe, por lo tanto, él es el primer responsable de lo que acontezca en ella, aún cuando delegue responsabilidades, pues el jefe fue quien escogió en quien delegar.
En segundo lugar, al parecer los ejecutivos de Compass Group (personal de la empresa en Arica foto izquierda arriba) consideraron que la ciudad de Arica era un pueblo de segunda clase, con habitantes de las misma categoría, por lo que no valía la pena preocuparse tanto del servicio, como sería el caso de Atlanta, Copenhague, Milán, Munich o Viena. Pero la situación actual de Chile, en el ámbito internacional, dice que somos miembros de la OCDE y Arica es una ciudad chilena, o ¿esto es solamente parafernalia para provecho de algunos políticos y beneficio de los medios?
En tercer lugar, se supone, y así lo entendemos, que TODOS los niños tienen la misma importancia y categoría, y que como además, son el futuro del país, merecen el mayor cuidado.
En cuarto lugar, esperamos que los actuales gobernantes tomen las medidas pertinentes y se apliquen las sanciones correspondientes, sin doblegarse a los chantajes, para que se sepa internacionalmente que somos un miembro de la OCDE como corresponde y que no quede en nuestra ciudadanía la sensación que hubo “arreglos” entre gente de negocios.
Este vergonzoso episodio es una magnífica ocasión para que las autoridades gobernantes, las que en su mayoría provienen del ámbito privado, adopten en esta repartición, como la Junaeb, la disciplina de la empresa privada donde no hay compadres, correligionarios, camaradas o compromisos parecidos, si no eficiencia.
¿En qué quedamos, somos o no un país que avanza rápidamente hacia el desarrollo?
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