Como lo vienen haciendo desde hace varios años, los delegados argentinos en la Asamblea General de las Naciones Unidas en Nueva York abandonaron hoy la sala cuando comenzó a hablar el presidente de Irán, Mahmud Ahmadineyad (foto izquierda), en protesta por el atentado perpetrado por iraníes en 1994 contra una organización social israelí en Buenos Aires.
Igualmente, pero por otros motivos, abandonaron el recinto los representantes de EE UU y de la Unión Europea.
El canciller argentino Héctor Timerman, dijo que Argentina había dado instrucciones precisas para que se retirara el embajador argentino ante la ONU Jorge Argüello y el resto de los delegados que estaban presentes en el momento del discurso del mandatario iraní.
La protesta es por el ataque terrorista perpetrado el 18 de julio de 1994 contra la la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA) de Buenos Aires (ver foto abajo derecha), que fue el mayor ataque antisemita desde la Segunda Guerra Mundial. La acción terrorista dejó 85 muertos y 300 heridos. La comunidad judeoargentina es la más numerosa de Latinoamérica y la quinta mayor del mundo.
Sin embargo, el incidente no quedó sólo allí, porque Ahmadineyad causó un gran escándalo cuando en su discurso planteó teorías conspirativas en torno a los atentados del 11 de septiembre de 2001, señalando que Estados Unidos estaría detras de los ataques contra el World Trade Center para salvar a Israel. En ese instante los representantes diplomáticos israelíes y de Europa Occidental abandonaron también masivamente el salón.
Existe la teoría de que "algunos elementos en el gobierno estadounidense orquestaron el ataque, para rescatar tanto a la economía norteamericana en contracción y su dominio sobre Cercano Oriente, así como al régimen sionista", dijo Ahmadineyad. "La mayoría del pueblo en Estados Unidos así como también en otros países comparte este punto de vista", declaró de acuerdo a la versión de Clarin de Buenos Aires.
El ministro alemán del Exterior Guido Westerwelle calificó estos comentarios de "desacertados y ofensivos". Igualmente opinaron otros delegados presentes en la ONU.
También causó indignación que el presidente iraní comparara los aproximadamente 3.000 muertos del 11-S contra los "cientos de miles de muertos en Irak y Afganistán". A Occidente le recriminó "crímenes increíbles".
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