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miércoles, 5 de noviembre de 2025

MURIÓ DICK CHENEY - PODEROSO VICEPRESIDENTE DE EE UU E INFLUYENTE DE LOS GOBIERNOS DE LOS BUSH


El exvicepresidente de Estados Unidos, que sirvió a los presidentes Bush padre e hijo, Dick Cheney falleció este lunes por la noche a los 84 años de edad, confirmó su familia en un comunicado. Cheney es ampliamente reconocido como uno de los vicepresidentes más poderosos de la historia moderna de EE UU y por haber sido un férreo defensor de la invasión a Irak, una de las campañas militares más cuestionadas de la historia de EEUU.

Sirvió a los presidentes George H.W. Bush padre como vicepresidente, e hijo (foto izquierda), dirigiendo las Fuerzas Armadas como secretario de Defensa durante la guerra del Golfo Pérsico bajo la presidencia de George H.W. Bush, y como vicepresidente bajo la presidencia de George W. Bush. Su esposa por 61 años, Lynne, sus hijas Liz y Mary, y otros miembros de su familia estaban junto a él cuando falleció. El exvicepresidente murió por complicaciones de una neumonía y una enfermedad cardiaca y vascular", señala el comunicado. Cheney falleció el lunes por la noche, pero su familia lo anunció este martes en la mañana.


"Su querida esposa por 61 años, Lynne, sus hijas Liz y Mary, y otros miembros de su familia estaban junto a él cuando falleció. El exvicepresidente murió por complicaciones cardiovasculares.



El discreto, pero firme Cheney sirvió a los presidentes Bush, padre e hijo, dirigiendo las Fuerzas Armadas como secretario de Defensa durante la guerra del Golfo Pérsico bajo la presidencia de antes de regresar a la vida pública como vicepresidente bajo la presidencia de George W. Bush.

Durante su mandato, la Vicepresidencia dejó de ser un mero trámite ceremonial. Cheney la convirtió en una red de canales de comunicación desde la cual influir en las políticas sobre la invasión a Irak, el terrorismo, los poderes presidenciales y otros pilares de una agenda conservadora. 


Años después de dejar el cargo, se convirtió en blanco de las críticas del presidente Donald Trump, especialmente después de que su hija, Liz Cheney, se convirtiera en la principal crítica republicana y de los intentos de Trump por mantenerse en el poder tras su derrota electoral y sus acciones durante los disturbios del 6 de enero de 2021 en el Capitolio.


Desde el principio, Cheney y Bush tenían un pacto peculiar, tácito, pero bien entendido. Dejando de lado cualquier ambición que pudiera haber tenido de suceder a Bush, a Cheney se le otorgó un poder comparable, en algunos aspectos, al de la propia Presidencia. Cheney fue el principal responsable de las operaciones del gobierno de Bush y tuvo una amplia influencia en las más importantes decisiones del mandatario republicano.

Cheney, en sus propias palabras: "Cuando acepté el cargo de vicepresidente, decidí que mi única agenda sería la suya, que no iba a ser como la mayoría de los vicepresidentes, que buscaban la manera de ser elegido presidente cuando terminara su mandato".


Cuando ocurrieron los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001, Cheney se tornó una figura decisiva en todo lo que vendría después, incluidas invasiones en Medio Oriente y el extremo tratamiento de los detenidos, siendo un defensor de las sistemáticamente extraordinarias medidas de vigilancia, detención e interrogatorio empleadas en respuesta a los ataques.


Fue un intransigente en la cuestión de invadir Irak. Cheney se equivocó punto tras punto en esa guerra, sin perder jamás la convicción de que, en esencia, tenía razón. Alegó vínculos inexistentes entre los ataques de 2001 contra Estados Unidos y el Irak de antes de la guerra; y dijo que las tropas estadounidenses serían recibidas como libertadoras, algo que claramente no ocurrió.


Declaró que la insurgencia iraquí estaba en sus últimos estertores en mayo de 2005, cuando ya habían muerto 1,661 militares estadounidenses, ni siquiera la mitad del saldo al final de la guerra.


Para sus admiradores, mantuvo la fe en tiempos difíciles, firme incluso cuando la nación se volvió en contra de la guerra. Pero bien entrado el segundo mandato de Bush, la influencia de Cheney disminuyó, limitada por los tribunales o por las cambiantes realidades políticas. Los tribunales fallaron en contra de los esfuerzos que él impulsó para ampliar los poderes presidenciales.


Cheney defendía el trato especialmente duro que se dispensaba a los presuntos terroristas desprotegidos bajo la figura de combatientes enemigos. Sus posturas belicistas sobre Irán no fueron del todo aceptadas por Bush. Cheney operó gran parte del tiempo desde lugares secretos durante los meses posteriores a los atentados de 2001, manteniéndose alejado de Bush para garantizar la supervivencia de uno u otro ante cualquier ataque posterior contra el liderazgo del país.



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